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Seguridad Pública

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

Las declaraciones del alcalde de Torreón aparecidas el lunes pasado, en relación con el abandono en que tiene el gobernador Rubén Moreira a nuestra ciudad en el rubro de Seguridad Pública, ameritan ser objeto de comentario.

De acuerdo a lo declarado por Miguel Riquelme a El Siglo de Torreón, el alcalde reconoce que el gobierno de Moreira no ha entregado al Fideicomiso de Seguridad Pública de los municipios de la Comarca Lagunera de Coahuila, los recursos que debió haber aportado el Estado en el año dos mil trece y en el presente año dos mil catorce, ya sobre el segundo semestre de su transcurso.

La noticia es impactante y mueve a repasar la historia de la seguridad pública en nuestra ciudad, al menos desde los tiempos del alcalde Salvador Jalife, en que vivimos una era promisoria de mejoramiento, para enfrentar una crisis de inseguridad que en virtud de una ola de secuestros, en aquellos días azotaba a nuestra región.

La respuesta a este problema maduró durante la administración de Jorge Zermeño, mediante la creación del llamado Fideicomiso de Seguridad Pública a partir de una aportación conjunta de Estado y Municipio peso por peso, que se depositaban en un fondo en cuya administración participó un consejo ciudadano.

El sistema funcionó casi diez años durante las administraciones de Zermeño, salomón Juan Marcos y Guillermo Anaya, hasta que al inicio del sexenio de Humberto Moreira, el entonces gobernador decidió tomar por asalto nuestra ciudad y emprendió una campaña de confrontación con la administración de José Ángel Pérez Hernández.

Lejos de fortalecer la plaza en el tema de seguridad en aquellos aciagos días, el Moreirato decidió acabar con el esquema existente con el pretexto de incluir a otros municipios de la Comarca y substituirlo con un nuevo fideicomiso en el que la aportación proporcional del Estado se redujo a la mitad y se perdió el foco de atención y el control ciudadano, quedando nuestra ciudad y región a merced del crimen organizado.

A partir de la administración de Eduardo Olmos, todo fue opacidad y cero rendición de cuentas, y hoy día nos venimos a enterar por las declaraciones de Riquelme, que el gobierno de Rubén Moreira no ha hecho aportación alguna al fideicomiso por lo menos en el último año y medio, puesto que de los años anteriores nada se sabe.

Lo anterior es un crimen y resulta incongruente con lo ofrecido por Rubén durante su campaña por la gubernatura, cuando en un exceso alardeó: "de la seguridad me encargo yo…". Lo más impresionante es que Riquelme, fiel a su condición de caporal del rancho en el sistema Moreira, agradece que el gobernador haya mostrado "su disposición y su apoyo en relación al Fideicomiso de Seguridad Pública…". Acto seguido, el alcalde anuncia con bombo y platillo que el Secretario de Finanzas (de Moreira) va a tener una reunión con los alcaldes de la región "para afinar detalles y poder aportar la cantidad que les compete…".

El ciudadano común se pregunta azorado: ¿Qué detalles son los que hay que afinar para que el Estado entregue a Torreón lo que le corresponde? ¿Existe un plan de trabajo y un presupuesto de gasto e inversión al respecto?

Está visto que el Moreirato no tiene remedio. Sólo le interesa ganar elecciones para permanecer en el poder a cualquier costo. Gasta sin tasa ni medida en satisfacer a su clientela y en financiar estructuras; se crean una multitud de partidos chatarra para servir de comparsas al PRI; se tira el dinero en campañas publicitarias mediáticas; se compran estómagos y conciencias para dividir a la oposición y mantener desgarrada a la sociedad. Para eso sí que hay dinero. Para la seguridad pública, "falta afinar detalles…".

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