México será ampliamente escrutinado el próximo año y de manera doble con respecto a los derechos de las mujeres. Por un lado, en 2015 se cumplen 20 años de la Cuarta Conferencia de la ONU sobre la Mujer. Por el otro, también vence el plazo de los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y respecto a ambos ha habido buenos avances, pero no los suficientes.
De la Conferencia de Beijing quedó la llamada "Declaración y Plataforma de Acción de Beijing", el documento que sirve como hoja de ruta para las acciones que llevan los gobiernos de varios países para evaluar el progreso en la protección de los derechos de las mujeres. Significativa también fue la declaración de Hillary Clinton, entonces primera dama de EU, quien ante un auditorio de delegaciones de países participantes afirmó "los derechos humanos son derechos de las mujeres y los derechos de las mujeres son derechos humanos".
En temas como la participación política, en el plano federal se ha avanzado mucho. Recientemente fue aprobada en México la ley de paridad, por la cual las candidaturas de partidos políticos al Congreso de la Unión tendrán que ser 50 % para mujeres. No hay que escatimar este logro. La presión de grupos feministas y la labor de las mujeres legisladoras ha sido importante para conseguir esa paridad. Sin embargo, en el ámbito local todavía falta mucho por hacer. Las mujeres siguen teniendo una bajísima participación en congresos locales y más aún en presidencias municipales. La paridad no ha llegado a los estados.
En donde más hay retos para México tanto de la Plataforma de Beijing como de los ODM es en el área del empleo bien remunerado (especialmente para las trabajadoras del hogar) y en el derecho a la salud y los derechos sexuales y reproductivos. En específico, el objetivo 5.1, concerniente a la salud y mortalidad materna, es en donde seguimos rezagados. Así lo señala la página web de los ODM, donde se especifica que en 2014 todavía prevalecen en México 42.3 defunciones por cada 100 mil nacidos vivos y la meta para el 2015 era bajarlas a 22.2. Es decir, hay progreso insuficiente. Los recientes casos de mujeres indígenas a las que se les ha negado la atención médica y que han tenido que dar a luz en jardines de hospitales son sólo la muestra más desgarradora de este problema que feministas como Regina Tamés, de la organización GIRE, califican de "violencia obstétrica".
Más allá de todo esto tal vez lo más importante es ver cómo desde 1995 México se ha ido alejando de las declaraciones irresponsables de países africanos, de la Santa Sede y de algunos países como Catar, Indonesia y Malta, que promueven la abstinencia y la fidelidad como la mejor forma de prevenir embarazos no deseados, y se ha acercado más a la promoción de la educación sexual, desde la temprana edad de las niñas, de métodos anticonceptivos y de uso de preservativos para evitar nuevos contagios de VIH-Sida.
Apenas la semana pasada se realizó la 58 reunión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en la ONU (CSW), donde se prepara la agenda posterior a los ODM y a 2015. Resulta motivo de celebración el que cada vez sea menos problemático el que las discusiones se centren sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, sin descuidar los demás temas de la agenda de desarrollo. El consenso de ese encuentro fue enmendar los ODM para la agenda futura. Así, los temas de violencia de género, derechos sexuales y reproductivos y educación sexual pasarán al primer plano de los objetivos impulsados. México ha contribuido a ello, pese al trabajo de quienes prefieren la abstinencia y la fidelidad como políticas públicas. El 2015 será un año de señalar dónde seguimos con deficiencias, pero estamos del lado correcto. Afortunadamente, México cada vez más alejado de los países africanos, islámicos y de la Santa Sede, las fuerzas que hoy en día siguen discriminando como nadie a las mujeres, y en algunos casos minimizando la violencia de género.
Politólogo e Internacionalista
Twitter @genarolozano
