El secretario de Hacienda, Luis Videgaray, descartó el jueves 8 de mayo que la economía mexicana estuviera en recesión. Dijo, en esencia, que "no lo estuvo en 2013 y no lo estamos este año", en respuesta a diversos comentarios aparecidos sobre el tema en medios de comunicación.
Cuando una persona le preguntó a un economista la diferencia entre desaceleración y recesión, éste contestó: "desaceleración es cuando mi compadre pierde la chamba, y recesión cuando la pierdo yo".
La anécdota muestra que la definición de una recesión es, hasta cierto punto, subjetiva, por lo que son necesarios criterios que ayuden a distinguir las desaceleraciones de las recesiones, y éstas, de las depresiones económicas.
Los medios de comunicación y los analistas de los mercados financieros en Estados Unidos (EU) hablan de una recesión cuando se presentan dos trimestres consecutivos de caída en el Producto Interno Bruto (PIB) real respecto al trimestre inmediato anterior.
Esta definición, sin embargo, sólo sirve de base para el diagnóstico definitivo y oficial que realiza sobre el tema el National Bureau of Economic Research.
Dicho organismo define como recesión un periodo de disminuciones significativas, entre otros, en el producto total, el ingreso, el empleo y el comercio, que usualmente dura de seis meses a un año, y se caracteriza por contracciones notorias en diversos sectores de la economía.
Estos criterios son más estrictos que la simple caída de la producción por dos trimestres consecutivos, pero esta definición popular sirve como una llamada de atención sobre la situación de una economía.
En México no existe una definición oficial de recesión, por lo que uno puede inferir que las opiniones del secretario de Hacienda se basan en el uso popular del término en EU.
Para utilizar ese criterio popular de recesión se necesita, por tanto, estimar el crecimiento del PIB con la misma metodología que se usa allá. Así, los datos anualizados y corregidos por estacionalidad del crecimiento del PIB durante el primero y segundo trimestre de 2013 en México, respecto al trimestre inmediato anterior, fueron de 0.8 y -2.7 por ciento, respectivamente, mientras que los del tercero y cuarto fueron 3.9 y 0.7 por ciento, lo que explica la percepción negativa de la población sobre el desempeño de la economía.
En principio, no hubo una caída del PIB por dos trimestres consecutivos en 2013, lo que avala la afirmación de Videgaray. Existen, sin embargo, otros síntomas recesivos que explican la preocupación de los analistas.
Por un lado, está el Reloj de los ciclos económicos de México que reporta el Inegi en su página de internet. Con base en esa herramienta podemos ver que la mayoría de los indicadores que lo componen han estado en zona de recesión o desaceleración desde octubre del 2013 hasta abril de este año.
Por otro lado, está la evolución del ingreso por persona. El año pasado el PIB creció 1.06 por ciento, cifra inferior al 1.13 por ciento que creció la población, según estimaciones del Inegi, por lo que si el 2013 se sintió mal, es porque lo fue, ya que cayó el ingreso por persona en el país. Eso explica por qué muchos negocios y familias notaron un deterioro importante en su situación económica respecto a la que imperó en 2012.
Para lo que resta de este año el panorama luce algo mejor y la existencia de una recesión dejará de ser motivo de conversación, pero el debate actual muestra la necesidad de contar con una definición oficial y profesional de la misma.
Es cierto que el arranque de 2014 fue lento e incierto, sobre todo por el invierno tan severo en EU, así como por la reforma tributaria y la ley de lavado de dinero, que desalentaron la actividad económica interna y que, seguramente, se tradujeron en cifras muy pobres para el PIB durante el primer trimestre de este año.
Este viernes el Inegi dará a conocer el dato oficial para el PIB, que con la información disponible de producción industrial y el Indicador Global de la Actividad Económica, me parece que permaneció estancado respecto al último trimestre de 2013 y avanzó menos del 2 por ciento en relación con el primer trimestre de ese mismo año.
Aun así, el crecimiento de la economía este año será superior al del 2013 y la sensación incómoda de un ambiente recesivo cederá una vez que la economía estadounidense agarre tracción después del invierno tan severo, así como por el mayor gasto público interno.
No obstante, como lo he señalado en otras ocasiones, todavía no es tiempo de echar las campanas a vuelo, puesto que la mejoría no será espectacular y nuestras autoridades se verán obligadas a revisar a la baja sus alegres estimaciones originales para 2014.