Es esta una sociedad generosa. Y el sábado pasado tuve oportunidad de comprobarlo, una vez más.
Mis amigos Íñigo y Tere nos invitaron a un concierto de ópera, denominado "D'more; una noche inolvidable de ópera y zarzuela", con el tenor Mario Rojas Calleja y la soprano Rebeca de Rueda, acompañados al piano por Andrés Sarré.
Mario, un tenor muy joven originario de Torreón, se dio a la tarea de organizar su propio concierto. Familiares y amigos le ayudaron en esa tarea y obtuvieron un éxito rotundo.
El público lagunero abarrotó el Teatro Martínez y disfrutó de un buen espectáculo, en el que se alternaba el tenor, con la soprano, acompañados ambos por el pianista, que es igual que los cantantes un virtuoso de uno de los instrumentos más bellos que existen.
El público aplaudió a raudales y al final pidieron que cantaran algunas canciones más, lo cual hicieron, con gusto los artistas.
Pero lo sobresaliente del caso, es el empeño que estos muchachos ponen en su arte, siendo capaces de organizar ellos mismos este espectáculo.
Las autoridades de cultura deben poner más atención en estos eventos, porque no es posible que unos jóvenes tan virtuosos como los señalados, tengan que andar organizando sus propios eventos para darse a conocer y recaudar fondos para continuar sus carreras.
Como debe ser, al salir del Teatro, nos fuimos a cenar, e Íñigo invitó a dos buenos amigos: Juan y Alejandra, por lo que la mesa estuvo completa y nos permitió departir con buenos amigos a los que quisiéramos ver más seguido y no siempre hay esa oportunidad.
Para cerrar el círculo de gratos eventos, el martes comimos en casa de Íñigo, con Jesús y Marianto, que estaban de paso por esta ciudad.
Mi querido amigo, quemó las naves y se fue a viajar por el mundo, tal y como cualquiera de nosotros quisiera hacerlo.
El plan original de comprar un viñedo en España, para sentarse todos los días, por la tarde, a tomar una copa de vino y admirar el paisaje, quedó atrás, porque los viñedos están muy caros, pero cuando menos anda feliz por el mundo conociendo aquí y allá, lo cual me causa mucha envidia.
Mi generación está pasando de la edad de la pasión a la edad de la pensión. Ya muchos de ellos son abuelos, pero todavía gozan de cabal salud y tienen energía para emprender nuevos proyectos.
Sin embargo, muchos más siguen trabajando y produciendo, a pesar de que lo que debieran hacer es descansar.
Debería de haber una edad obligada, para que cualquier trabajador se retirara a descansar. Pero me consta, que hay pensiones que no sirven ni para lo más mínimo y por tanto hay que seguir adelante hasta que Dios nos llama a la vida eterna.
La pensión, debería ser una edad en la que al individuo se le proporcionara lo necesario para vivir decorosamente y éste se dedicara sólo a descansar y a alguna que otra actividad que le proporcionara alegría.
Pero no es así, porque muchos no tienen forma de pensionarse y otros más aún tienen necesidades que no se satisfacen con una pensión raquítica.
Pero los hay que no dejan de trabajar porque siguen soportando la carga de los hijos; hijos que son ya mayores y aún recurren a sus padres para que los ayuden. Qué injusticia.
Casi diría que aparte de injusto es un cinismo de parte de los hijos, porque a esa edad, los padres están para que les den y no para dar. Por eso admiro a Chuy, que se va por el mundo ligero de equipaje y sin destino cierto, aunque siempre sigue en contacto con sus amigos. Algún día lo alcanzaré en algún punto y compartiremos parte del camino.
Pero volvamos al camino real. Hay que apoyar, en todo lo que podamos a nuestros artistas, para que puedan continuar sus carreras. Hacemos un llamado a las autoridades gubernamentales, para que hagan lo mismo, pues a veces se desperdicia el dinero en espectáculos populacheros que no son realmente formativos.
Por lo pronto ahí tienen a Mario Rojas Calleja, que hace grandes esfuerzos por abrirse camino y está ávido de ayuda, la cual la tiene muy merecida.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".