Hay a quienes les gusta inventar el agua de limón. Y en esto hay dos errores muy graves: primero, que el agua de limón se inventó desde hace mucho y se ha disfrutado por generaciones muy antiguas. Desde cuándo que existe. Segundo: que el agua de limón es muy, muy fácil de hacer. De modo que hacer como que se está inventando, no tiene mucho mérito, a nadie sorprende y en pocas palabras, cualquiera la hace.
Por supuesto que estoy haciendo una analogía de lo vivido el pasado domingo en la cancha de Chivas. A veces el resultado ciega al analista (entonces no es analista, ojo) o al aficionado y se quedan con que se ganó de visitante y ¡contra Chivas! Sin revisar quiénes son actualmente estas Chivas, cómo se ganó y qué se hizo y dejó de hacer durante los noventa minutos. Si yo no conociera a la perfección, como casi todo mundo, el uniforme de ambos equipos, hubiera pensado que se trataba de un partido de la Copa MX, tan poca fue la calidad que se vivió en el partido. ¿Pero por qué íbamos a esperar más, conociendo de antemano la media cancha con que inició Santos? Por qué pensar en un posible espectáculo, si simplemente Darwin, el que lo da, estaba inexplicablemente en la banca. Podrán decir que estaba lesionado y no hay forma de comprobar que sí lo estaba ni que no lo estaba, pero a veces (la verdad es que siempre) los hechos hablan mucho más que las palabras y los que jugaron como lesionados son los que alinearon en lugar del presunto lesionado Darwin Quintero, quien hizo una jugada tan hermosa, veloz, llena de técnica individual, capacidad e impresionante conducción, que es difícil pensar que estuvo incapacitado. Además, dio un pase tan preciso y exacto a Javier Orozco (que éste desperdició) antes del gol que su actuación puede denominarse como perfecta. Es muy difícil que Andrés Rentería brille sin Darwin, y ahora que no está Oribe (y vaya que ha pesado su ausencia, aunque digan que no) se le debe apostar al cien a esta dupla de hábiles colombianos y no a la imagen de Javier Orozco, buen delantero pero que le falta participar mucho más durante el juego.
Si se quieren intentar cosas nuevas, está bien, pero que una de ellas no sea mandar a la banca al mejor jugador del plantel. No se trata de tomar ese tipo de decisiones tan radicales, no se trata de inventar el agua de limón, porque ya conocemos a qué sabe. Se puede comenzar por vender mucho más caro el puesto de titular, no regalarlo, no dar oportunidades una y otra vez a gente que la ha recibido una y otra vez y no ha hecho nada, no hace nada y por supuesto (la tendencia lo indica, yo qué) seguirá sin hacer nada. Ya no quiero mencionar nombres propios porque todo mundo sabe quiénes son. La afición sabe ver futbol, sabe distinguir, conoce y no necesita de 19 partidos mal jugados por un futbolista para darse cuenta que no está aportando.
Inventemos otro tipo de agua, que no conozcamos y que sea realmente algo innovador para el paladar.
Twitter: @AlexRodriguezSa