La salida de Oribe Peralta de Santos nos agarró a todos desprevenidos. Aunque viéndolo fríamente, la acción es del todo normal y hasta lógica, el momento en el que se dio fue repentino, doloroso y sorpresivo. Se acababa de dar a conocer la lista de transferibles de Santos: Crosas, Lacerda y Osmar Mares. Las cosas tomaban un rumbo muy lógico y carente de sorpresa alguna. Se ratificó a Pedro Caixinha y se anunció que Eduardo Herrera regresaba a Pumas. Aunque todo esto era noticia, no dejaban de ser situaciones normales dentro del recién comenzado futbol de estufa.
Pero dos horas más tarde el rumor de que Oribe era nuevo jugador del América tomó tal fuerza que para el lunes por la noche era una realidad: Oribe Peralta no jugaría más para Santos, su equipo, sino que vestirá los colores azulcrema que tanto ha rivalizado con los laguneros en los últimos años.
¿Cómo? ¿De dónde? ¿Por qué? Lo peor del caso es que las tres preguntas recién formuladas tienen una respuesta muy concisa, clara y natural. Oribe busca un gran contrato que le permita obtener las ganancias económicas suficientes para la parte final de su carrera. América y no Santos se la ofreció y él tiene una inquietud profesional por triunfar en otro equipo, como nuevo reto, como nueva forma de vida, como un evitar el estancamiento. Es dolorosamente válido.
¿Qué tiene América, que como vecino envidioso nada más se anda fijando en los delanteros del Santos para enseguida comprarlos? Oribe se suma a la vieja historia de la migración de Matías Vuoso y Christian Benítez como figuras santistas que se van al América con costales llenos de dólares. Se puede agregar a la lista Martín Simental, pero él era más una figura romántica que un símbolo para el equipo o que una realidad, que sí son los tres primeros mencionados.
La importancia de Oribe Peralta es mucha por diferentes situaciones: había estado en el equipo y era uno más, un jugador gris. Tras su regreso lo hizo como héroe antiguo, venciendo la fuerte rivalidad que existía en la competencia y convirtiéndose en figura del Santos, pero también de la Selección Nacional. Todo México lo ve Hermoso. Su status de lagunero, de originario de La Partida, Coahuila, le da ese matiz tan genuino y carismático que lo han convertido en leyenda de la historia de Santos. En lo personal, aunque lo he visto defender las playeras de Monterrey, Jaguares, Morelia y Chivas, se trataba del viejo Oribe. Al nuevo, hermoso y heroico, no lo imaginaba con otra playera que no fuera la del Santos o la de México. Pero la vida y el futbol son constantes cambios y ahora Peralta será un delantero del América. Y nosotros como Guerrero lo recordaremos.
Twitter: @AlexRodriguezSa