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Somos rehenes de los aparatos

JULIO FAESLER

La lentitud burocrática se hermana con la robotización de los servicios para arrastrar al país a niveles lamentablemente bajos en términos de ineficiencia y pérdida de prestigio internacional. Gestiones sencillas tardan en resolverse sin que nadie sea capaz de romper el férreo grillete de la automatización de los sistemas que están blindados contra su accesabilidad.

Esto se ve en cualquier ámbito. Los asuntos que tienen que ver con licencias, autorizaciones, y contratos con el gobierno de cualquier nivel. Lograr que el Estado pague a quienes le venden artículos o servicios es un calvario.

Los sistemas automáticos son su gran aliado. Llenar solicitudes de cualquiera naturaleza requiere no sólo ilimitada paciencia sino una inteligencia superior a los que inventaron los robóticos sistemas que no están diseñados para servir al usuario sino para la comodidad de la autoridad. En la práctica es además imposible entrar en contacto con algún humano que pueda resolver la ceguedad del programa hecho para obligarnos a una interminable serie de botones o números que hay que traspasar en una vereda de frustraciones.

La exactitud de los formatos y la exigencia de llenarlos precisamente conforme a sus esquemas hacen que ningún trámite pueda realizarse si por alguna razón los datos no cuadran exactamente a los espacios que la fórmula determina. No puede introducirse ninguna variante al proceso para conformarlo a la naturaleza específica de un determinado caso. Lo que debiera ser un ajuste simple no está al alcance del usuario por la sencilla razón de que la ayuda requerida ni está inmediatamente a la disposición del usuario y que, de poder entrarse en contacto con un empleado o un funcionario para que, conociendo del problema, le aplique una solución, resulta a la postre que el sistema no permite ninguna su corrección.

La mecanización de los sistemas, responde al propósito de reducir el personal que antes se requería para despachar un trámite. Más aún, tienen el fin de proteger a la institución de cualquier uso delictivo.

La robotización de los teléfonos de oficinas gubernamentales, alejan al funcionario del ciudadano común que no puede entrar en contacto con él sin atravesar el laberinto automático para acabar siendo tratado como un molesto intruso o quitatiempo. Cuando finalmente se logra oír una voz humana en vez de una grabación, y el ciudadano busca una cita para exponer un problema se topa con frías exigencias de explicar porqué se le solicita al digno servidor público que desde luego estará ausente en alguna junta, quizá hasta en Los Pinos.

Las gestiones migratorias son un clásico ejemplo. La mayoría de los países remite los procesos a sistemas automáticos. Los funcionarios que expiden visas no pueden intervenir para ajustar el proceso a alguna peculiaridad que tenga el solicitante. El sistema supuestamente facilitador y acelerador de una gestión acaba en un invencible obstáculo para aprobación y expedición de la visa solicitada.

La robotización de los servicios al público, gubernamentales o empresariales, está acentuando no sólo los males de la burocratización, sino uno de los vicios más frecuentes de nuestros días. En efecto, la lentitud de los trámites, la complejidad de los requisitos y la consecuente indefensión del usuario hacen difícil, si no imposible, la fluidez que se requiere para estimular el crecimiento económico del país. Mexico está en lugar 39 entre 189 naciones en términos de facilidades para hacer negocios. Más grave aun, la deshumanización de los trámites incita a buscar vencerla mediante prácticas corruptas. Transparencia Internacional nos coloca en el lugar 103 en una lista de 175 países.

Al lado de los cálculos sobre el costo de la corrupción que algunos sitúan en nada menos que el 10% del PIB, el exceso de sistemas automáticos que impide la atención personal de los procesos diarios de la vida nacional no sólo resta numerosas oportunidades de empleo a la población necesitada sino es una seria rémora que retrasa el progreso integral que nos urge.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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