Un funcionario gubernamental respondía a principios de este año a mis críticas a la supuesta reforma fiscal que si los mexicanos queremos un México con servicios de primer mundo tendremos que pagar impuestos de primer mundo. Yo estaría de acuerdo. Hay que bajar y simplificar los impuestos.
El estudio Paying Taxes 2015 realizado por la empresa PWC para el Banco Mundial revela que en México las empresas pagan impuestos más altos y con reglas más complicadas que la mayoría de los países. México se encuentra en el lugar número 105 de 189 en el mundo en el monto y complejidad de los impuestos.
Las empresas mexicanas pagan en promedio 51.7 por ciento de sus ingresos en impuestos y dedican 337 horas para cumplir sus obligaciones fiscales. Son cifras significativamente mayores al promedio global de 40.9 por ciento y 264 horas. La supuesta reforma fiscal no sirvió de nada o de casi nada. No fue más que un aumento de impuestos.
Es falso que los países desarrollados con mejores servicios públicos tengan tasas de impuestos necesariamente mayores. Esto no ocurre por lo menos en los impuestos a las empresas, que son los que inciden directamente en la inversión y la actividad productiva.
Ante la tasa total empresarial de 51.7 por ciento de México contrastan el 20.2 por ciento de Luxemburgo, el 21 por ciento de Canadá, el 26 por ciento en Dinamarca, el 27.9 por ciento en Chile, el 29 por ciento de Suiza o el 33.7 por ciento del Reino Unido. Incluso Estados Unidos, que tiene tasas relativamente altas, registra un promedio de 43.8 por ciento.
En lo que concierne a los trámites burocráticos, en México la empresa promedio dedica 334 horas al pago de impuestos. En Finlandia las compañías usan 93 horas para ese mismo propósito, en Dinamarca 130, en Canadá 137, en el Reino Unido 110 y en los Estados Unidos 175.
De hecho, la situación fiscal puede explicar cuando menos en parte el estancamiento relativo de la economía mexicana. En el tercer trimestre de este 2014 la economía nacional registró una expansión trimestral de sólo 0.5 por ciento (INEGI) que, anualizada, nos da 2 por ciento. ¿Se acuerda usted que en los Criterios de política económica 2014 se preveía un crecimiento de 3.9 por ciento? A principios de año Hacienda y el Banco de México le echaban la culpa del lento crecimiento mexicano al estancamiento de Estados Unidos y a los efectos "temporales" del aumento de impuestos.
Pero en el tercer trimestre de este 2014 el crecimiento anualizado de la Unión Americana fue de 3.5 por ciento (BEA) y en el segundo trimestre de 4.6 por ciento. Ya no se puede decir que la lenta expansión de la economía estadounidense está sirviendo de lastre a la mexicana. Al contrario, la economía estadounidense está creciendo y absorbiendo productos mexicanos. Nuestro problema es interno. El aumento de impuestos parece haber golpeado a la economía mexicana más de lo que el gobierno previó.
El presidente Enrique Peña Nieto prometió al empezar su mandato una reforma fiscal, así como otras reformas estructurales. Algunas de éstas se han hecho y son positivas. La reforma energética generará una mayor inversión privada y la de telecomunicaciones aumentará la competencia. La educativa, pese a que fue debilitada en el Congreso, debería ayudar a mejorar la calidad de la educación en nuestro país.
La reforma fiscal, sin embargo, ni siquiera se intentó. El gobierno se alió con el PRD simplemente para aumentar los impuestos. Las consecuencias son evidentes en el mediocre desempeño de la economía mexicana. Esperemos que en el futuro algún gobierno se dé cuenta de que una de las claves para mejorar el rendimiento del país es realizar una verdadera reforma fiscal.
TOULOUSE Y LA TRATA
Hoy se cumplen 150 años del nacimiento de Henri de Toulouse-Lautrec. Su obra reflejó el mundo de la prostitución del París de fines del siglo XIX. Si hubiera vivido en la ciudad de México de hoy, lo habrían metido a la cárcel por "trata".
Twitter: @SergioSarmiento