Siglo Nuevo

Tadao Ando

La belleza de la simplicidad

Capilla, Cháteau de Lacoste, Francia, 2012.

Capilla, Cháteau de Lacoste, Francia, 2012.

Aldo Villarreal Murra

Arquitecto de origen japonés de suma importancia en nuestro tiempo, Tadao define la arquitectura como aquello que cambia la vida por las emociones que genera y los recuerdos que puede ayudar a construir. Con base en esta idea, sus diseños reflejan una indiscutible sensibilidad artística e intelectual, que lo ha llevado a ser reconocido, admirado y aplaudido por grandes arquitectos de todo el mundo.

Sus obras se caracterizan por la presencia de una arquitectura tranquila y armoniosa que cobra protagonismo en un espacio vacío capaz de generar y representar la belleza de la simplicidad.

Este arquitecto, receptor de infinidad de premios y distinciones (entre los que destaca la Medalla de Oro de la Academia Francesa de Arquitectura y, en 1995, el máximo galardón internacional de arquitectura -comparable al Nobel-, el Premio Pritzker.

Tadao no siempre se dedicó a la arquitectura, sino que -para sorpresa de muchos- durante su juventud trabajó como boxeador, deporte de lucha que ha formado parte de su vida y que rescata y plasma a lo largo de su trayectoria profesional en cada una de sus obras, en las que se pueden apreciar ciertos suspiros y ráfagas de adrenalina y soledad, propios de un deporte como el boxeo.

A diferencia de otros memorables arquitectos que han marcado un antes y un después a lo largo de la historia, Tadao Ando adquirió sus conocimientos a través de la lectura y los diversos viajes que realizó por Estados Unidos, así como por Europa y África. Todo ello aunado a un estudio meticuloso y detallado de la arquitectura tradicional japonesa en Kiota y Nara.

Durante sus viajes, visitó edificios de Mies Van der Rohe, Le Corbusier, Frank Lloyd Wright o Louis Kahn, visión que influyó claramente en las formas y materiales de sus edificios. En 1968, regresó a su país y fundó Tadao Ando Architects & Associates en Osaka, empresa con la que, en un primer momento, comenzó su producción de casas, pequeñas construcciones y posteriormente edificaciones de mayor relevancia.

LA SENCILLEZ COMO UN ESTILO

En 1976, se hace acreedor al premio de la Asociación Japonesa de Arquitectura, gracias a su primera obra, Casa Azuma, en Osaka. Divide la vivienda en dos volúmenes, uno común y otro privado, con la presencia de un patio entre ellos que se destina, en palabras del arquitecto, “al juego del viento y la luz”, ambos elementos naturales y comunes en cada una de sus obras.

La sencillez es una constante en su estilo, que se ve claramente influenciado por la cultura japonesa y que sabe expresar a través del empleo del hormigón, concreto, vidrio y hierro, dando lugar a una sensación inevitable de pulcritud, relajación y sosiego.

Con su diseño, el arquitecto japonés rechaza el materialismo consumista propio de la sociedad actual, el cual se manifiesta sin reparo en un número considerable de obras arquitectónicas. Tadao emplea materiales característicos de la época y tiempo actuales, como la luz, las formas o el agua, aunque decide emplearlos de manera que expresen sencillez, a la vez que provoquen diversas sensaciones positivas. Con afán de lograrlo, generalmente se ciñe a tramas geométricas que sirven como pauta para el ordenamiento de los respectivos espacios.

El estilo de sus obras se caracteriza por la combinación inteligente de formas y materiales propios del movimiento moderno, aunado a principios estéticos y espaciales tradicionales japoneses, que se reflejan en la manera de integrar los edificios a su entorno y hábitat natural. Además, en su trabajo es común el empleo de hormigón liso, con las marcas del encofrado visibles a la hora de crear planos murales tectónicos, que son utilizados cuidadosamente como superficies acertadas para la captación de la luz.

SUS OBRAS

Entre sus creaciones en la década de los ochenta, destaca la urbanización Rokko Housing con la Capilla en el monte Rokko. Una pequeña capilla situada cerca de la cima de dicho monte con agradables vistas sobre la bahía de Osaka. En los edificios queda plasmada la influencia de Le Corbusier a través del uso de hormigón como material principal; eso sí, Ando no olvida la presencia e importancia de la luz, y no duda en utilizarla como sello personal de sus obras. Su objetivo reside en crear una arquitectura autónoma, rigurosamente lógica y en armonía con el carácter del lugar.

Ya en la década de los noventa -y centrándonos principalmente en 1992- diseña el Pabellón de Japón para la Exposición Universal de Sevilla 1992. Tadao, conocedor de la tradición que había en España en relación a la construcción en piedra, considera que la madera es una opción óptima y viable para responder al reto que se le plantea y dar a conocer, a su vez, la cultura japonesa, su tradición e historia.

Ese mismo año, diseña el Museo del bosque de las tumbas. La obra está destinada a crear un vínculo visible con el pasado de la historia japonesa, concretamente con las tumbas de Imabari y sus riquezas culturales. Se trata de un espacio lleno de simbolismo donde el arquitecto abandona las líneas rectas pero mantiene la frialdad del hormigón (ya todo un clásico en lo que al empleo de materiales en sus creaciones se refiere) y, lejos de decantarse por los adornos y revestimientos, predomina la luz, subrayando así su preferencia por lo simple, lo sereno y lo bello.

Si nos centramos en este año y especialmente en nuestro país, cabe destacar la Puerta de la Creación, un edificio que no pasa desapercibido dada su imagen contundente de hormigón visto, aunado a sus medidas: 99 metros de largo y 27 de ancho, con seis niveles de doble altura de 5.40 metros cada uno, que logran superar grandes retos estructurales como los cien metros de largo con claros sin soporte en la parte inferior.

La obra, que ha tenido más de dos mil trabajadores y cuyo coste ha superado los 45 millones de dólares, encierra -según afirma el arquitecto- un mensaje de superación y confianza en uno mismo. “Quiero que los alumnos que crucen esta puerta, sientan que pueden superar cada reto u obstáculo que se les presente con absoluto éxito”

En cada una de sus construcciones la presencia de los muros es un elemento de suma importancia. Construidos con hormigón visto en muchos casos, reflejan una naturaleza desnuda, dentro de una gama limitada de materiales sin adornos, pero que transmiten una enorme fuerza interna, capaces de mezclar un maremágnum de sentimientos de diversa índole, como pureza, fuerza, delicadeza, tranquilidad, sosiego y una inigualable belleza.

La construcción está compuesta por formas geométricas simples como la luz, que entra pacíficamente en cada una de sus construcciones, al tiempo que juega y adorna las sombras. La elección de materiales poco llamativos pueden dar origen a espacios realmente transcendentes.

SUS CONSTANTES

Con un mínimo de elementos, Tadao consigue construir edificios donde conviven la contundencia de muros imponentes, aunado a la serenidad propia de la naturaleza. Sus monumentos y proyectos consiguen hacer una sinopsis acertada y única de la tradición arquitectónica japonesa. La serenidad de sus muros genera un sentimiento inevitable de asombro y admiración. Los vacíos que encierran, lejos de producir malestar y confusión, invitan a la meditación, a la reflexión y al silencio, y su clara devoción y admiración por la naturaleza a la que dedica su acertado espacio, ofrece el carácter más noble y alentador de la misma.

En este contexto, cabría destacar entre sus obras La Iglesia sobre el Agua y El Templo del Agua, capaces de ilustrar a la perfección el carácter espiritual del arquitecto. Otra obra a destacar es el Museo de Arte Moderno de Fort Worth, terminado en 2002, el cual se sirve del agua para sostener sus salas en una de las ejecuciones del nipón donde la separación entre construcción y naturaleza es sutil y casi imperceptible.

Ser testigo de una de sus obras va ligado inevitablemente a un túnel de emociones, donde uno puede encontrarse con una geometría caracterizada por su claridad y nitidez que, lejos de pasar desapercibida, conforma un escenario de magia y encanto palpable, digno de admirar. Llama la atención la sutileza oriental que puede apreciarse en cada uno de sus trabajos, ligada a una acertada filosofía y visión adquirida de diversos recorridos por el mundo y estudios a profundidad de la trayectoria profesional de grandes arquitectos en la historia.

Con frecuencia defiende lo simple como herramienta para dar lugar a resultados bellos y, en este sentido, asegura que la arquitectura adquiere mayor interés cuando consigue mostrar la máxima simplicidad posible, y a su vez, toda la complejidad de la que puede ser dotada. La combinación exquisita y acertada de ambas es el secreto de la majestuosidad de sus obras.

Correo-e: aldo@taav.com.mx

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