EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Tiempos controversiales

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Hay ocasiones que, por una y mil razones, nos embarga la tristeza. Éstos son de esos días.

No obstante ser días en que debiera uno derrochar alegría, siento en mi interior un profundo desasosiego.

Como otras veces lo he dicho, quizás no debería escribir, pero el hacerlo me hace descargar parte de lo que pesa en mi mente.

Debemos aprender a pedir perdón y a perdonar. Pero como decían mis maestros jesuitas: "No hay perdón sin verdadero arrepentimiento". Así que primero hay que arrepentirse y tener el propósito de enmendarse.

En cuántas ocasiones en la vida, lastimamos a seres queridos sin querer; cuántas otras estamos obligados a pedir perdón y no lo hacemos por orgullo mal entendido.

Pido desde ahora perdón, por el daño que sin querer pude haber causado. No quiero que termine el año sin haber ofrecido sinceras disculpas, por alguna falta de esa naturaleza.

Somos humanos y por lo mismo imperfectos. Pero Dios nos dio los elementos para enmendar nuestras faltas. A los demás corresponderá perdonarlas o no.

Igualmente, si algo hice bien, tampoco me lo tomen en cuanta, fue sin la real intención y por tanto no vale.

También me entristecen mis ausencias. Más cuando cuento los lugares en la mesa y veo sillas vacías.

Me entristecen las ausencias de nuestros padres, de mis hermanos y de amigos muy cercanos, como Poncho y Toño.

¡Qué días tan dichosos eran estos cuando ellos estaban aquí!.

Me pesa por igual la incertidumbre de nos saber si los amé suficientemente, si fui capaz de decírselos en vida y si ellos se fueron pensando que realmente los amé.

Esas ausencias calan en el alma, como hierro candente en carne viva.

Solamente quien no vive no comete errores y yo confieso que he vivido.

Pero también la vida compensa; y a mí me compensó con seis ángeles que a ratos alegran mi vida. Y fueron llegando en grupos, ya de dos, ya de tres y espero que la vida me alcance para ver más ángeles.

Pero la reflexión ahora es el perdón. Y yo vuelvo a pedir perdón por todas mis faltas.

Aprendamos a pedir perdón, a ofrecer disculpas y a decir "lo siento", nada se pierde con ello y sí se puede ganar mucho.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1067312

elsiglo.mx