Todo ajeno, Natalia Litvinova
La reconstrucción de la memoria, de los falsos recuerdos de infancia, la fabricación de la familia a través de lo que creemos recordar, son los temas que invaden de una manera muy profunda la poesía de Natalia Litvinova (Gómel, Bielorrusia, 1986).
Poeta y traductora de autores rusos, actualmente ha publicado seis libros de poesía: Esteparia (Ediciones del Dock, 2010; Ártese quien pueda, reedición 2013), Balbuceo de la noche (Melón, 2012), Grieta (Gog y Magog, 2012); Rocío animal (La Pulga Renga, 2013), Todo ajeno (Melón, 2013; reedición Vaso Roto en México y España) y Cuerpos textualizados (Letra viva, 2014; junto a Javier Galarza). Está por publicar Grieta con la editorial española Amargord, que reúne las series “Balbuceo de la noche” y “Cartas de la locura”. También ha compilado y traducido las antologías El ruido de la existencia (Levitán, 2013), de los poetas rusos Vladislav Jodasevich y Serguéi Esénin, y El espejo equivocado (Melón, 2013), de Cherubina de Gabriak. Ha impartido cursos en la Fundación Centro Piscoanalítico Argentino y coordina la sección dedicada a las letras argentinas de la Revista Ombligo.
EL PRIMER DESAMOR: LA HUIDA
A los diez años, Natalia se convirtió en una emigrante junto con su familia al huir de Bielorrusia por uno de los sucesos que marcaron la historia del mundo: la tragedia de Chernóbil. Sus efectos en la salud, la situación política de su país natal, la dictadura y las amistades que también estaban emigrando a otros países, llevaron a su familia a mudarse a la Argentina y desde entonces, vive en este país. A raíz de la mudanza, Natalia recuerda que el sentido del hogar se difuminó y fue el primer golpe que la hirió de niña. Antes de emigrar, la infancia la vivió rodeada del campo y la ciudad, “una infancia más salvaje, pertenecen a mi estadía en el campo, en el pueblo, cerca del bosque, rodeada de animales y cultivos”. En su primer poemario publicado en España, Grieta, reconstruye una infancia -quizás no del todo cierta, quizás recordada a través del olor- que se ve perdida luego de huir a un país cuyo idioma no conoce ni entiende. La infancia juega/ en el sótano de garras y azucenas,/ cutículas de alejamiento maternal,/ poros que llevan a la isla bendita/ de muros en forma de agujas/ y caricias de cisne.
CÓMO ALIMENTARSE, CÓMO RECONSTRUIR CON LA PALABRA
El primer acercamiento que Natalia tuvo con la literatura fue a través de la biblioteca de sus padres. Era muy pequeña y no podía alcanzar los libros que le interesaban, a partir de esa 'prohibición', nació el deseo. Luego, en el colegio al que asistió en Bielorrusia, la hacían memorizar un poema por semana para leerlo en voz alta. La escritura vino como consecuencia: a los 14 años, cuando ya vivía en Argentina, descubrió la poesía gitana y musical de Lorca; dio a luz a su primer poema. Natalia también está interesada por la narrativa, la investigación y el ensayo. Escribe con paciencia una novela acerca de su país natal. Pero se ha inclinado más por la poesía, en su tensión, en su manera de romper con el vivir domesticado. Escribe mientras viaja en tren, mientras recorre un largo trayecto hacia su trabajo. Después corrige y pule el poema en casa, por eso las palabras precisas, por eso las palabras cultivadas en sitios determinados, en la fertilidad del poema.
CUERPO DE ASTILLAS, MUJER PERFORADA
Un recuerdo es un aviso diminuto de que pronto algo atravesará la blandura de la carne, un recuerdo es siempre un choque entre el olvido y el futuro. Para Natalia, reconstruir su memoria es una necesidad que trasmite en toda su poesía. Ella nombra a su familia como astillas. Astillas que no sabe si arrancárselas o aún sujetarlas a la carne. Al huir del pueblo de su abuela, todo lo que conocía como cercano se fracturó, y al mismo tiempo se astilló en el momento del derrumbe. La poesía edifica lo que no se sabe si de verdad se conoció, salva de las tragedias que provocan los desplazamientos, mira desde un paisaje borroso, desde una evocación que se construye y se identifica como engañosa. Era pequeña y caminaba entre los abedules del bosque/ la oscuridad se veía blanca y jugosa./ el musgo en forma de lenguas me acariciaba la piel./ así perdí mi inocencia: inocentemente./ casas de madera, juguetes rendidos a las rodillas lastimadas,/ el cantar del gallo./ el primer desamor, no lo sé, la huida.
BUSCAR UNA LENGUA MENOR PARA NO DECAPITARSE EN EL LENGUAJE
Una de las labores de Natalia también es la de ser traductora de poetas rusos con el fin de difundirlos. Hace un par de años abrió un blog llamado Animales en bruto, donde publicaba las versiones de poemas de los poetas del Siglo de Oro de la poesía rusa, después puso mayor atención en los acmeístas y en los poetas del Siglo de Plata, como Anna Ajmátova, Cherubina de Gabriak o Vladislav Jodasevich. Pronto el blog se fue transformando e incluía ensayos o poetas de diferentes generaciones y de países que formaron parte de la Unión Soviética. Actualmente investiga a los bielorrusos.
Natalia no sólo lee a poetas de generaciones anteriores, está interesada en la poesía de sus contemporáneos: “Hay algo alentador en esta época, el aumento de eventos que incluyen a la poesía, la aparición de nuevas editoriales y formas alternativas de difusión, festivales y recitales donde poetas jóvenes pueden leer sus obras junto a los autores consagrados”. Al mismo tiempo señala que existe una dispersión, una ausencia de investigación que incurre en que la poesía contemporánea carezca de abordajes más profundos, algo que dice no poder precisar con seguridad porque se vive en una época de transformaciones.
TODO AJENO
Él viene a mi casa pero no sabe que no es mía. Este es uno de los primeros versos de un poema que se titula “Todo ajeno”, que lleva el mismo nombre del último poemario de Natalia Litvinova, publicado en México y España por Vaso Roto Ediciones en 2013. El primer verso hace pensar de inmediato en una película de Kim Ki-Duk: Hierro 3. O Bin-jip, título original que significa 'hogares vacíos'. Trata de cómo el personaje principal, que es un indigente, entra a casas vacías para residir temporalmente, mientras sus habitantes no están, para luego dejarlas intactas e iguales a como las halló. En un de los tantos hogares que visita, al principio cree que no hay nadie, pero luego se da cuenta de que ahí vive una mujer silenciosa. Enseguida, los dos descubren vínculos que los unen y aceptan un nuevo, extraño y silencioso destino. A lo largo de la película hay tan pocos diálogos que todo transcurre en silencio y las emociones se trasmiten a través de la música y la belleza de las imágenes. Así es el Todo ajeno de Natalia, en cada poema se habita en casas ajenas y al mismo tiempo se dejan vacías. La voz de la poeta se consolida e intensifica en este libro. Pronto se derrumbará esta casa y la alta hierba/ cubrirá las ruinas.[…]En la poesía encuentro la oración para soportar/ cada corte abrupto. Natalia nos sitúa en sus recuerdos, en los sitios en los que un día estuvo, en su memoria que intenta y construye, en una casa, en un animal, en una mujer peregrina que busca su propio significado y el de su memoria. ¿Qué hacen los hombres de mi pasado,/ qué ciudades destruyen? Cuando un caballo sin jinete/ atraviesa el campo, veo en su mirada que lo han domado/ ¿Qué hacen ellos lejos de mí? ¿Qué hago yo buscándolos/ en los ojos salvajes de los animales?
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