¡Todos a bordo!
Ante una tormenta en alta mar, las decisiones del capitán son de vital importancia, de éstas depende sortear la tempestad o encallar y de ellas también se desprende una serie de actividades por realizar, tales como subir o bajar velas, cambiar la ruta, asegurar la carga, encender el otro motor o dar marcha atrás y salvaguardar a los pasajeros; sin lugar a dudas es una gran responsabilidad ser el capitán de cualquier barco, y solo años de experiencia y preparación logran ubicar a un ser humano en un puesto de tan grande compromiso. Lo que sí me queda claro es que ese oficial tiene una idea muy clara, por encima de cualquiera de sus intereses o de la compañía, ese pensamiento es lograr el mayor bien común posible, que en este caso debe de ser llevar a sus tripulantes, pasajeros, barco y carga a un lugar seguro o con las menores afectaciones posibles.
Sería obtuso pensar que el éxito o fracaso depende solo de la figura de mayor rango y no mencionar lo importante que debe de ser el trabajo de cada miembro de la tripulación, incluso de los pasajeros, ya que las instrucciones o recomendaciones se podrán dar, pero si no existe la determinación, la actitud y el sentido de responsabilidad de cada uno de ellos, estas no servirán de nada.
En nuestro hogar, municipio, estado y país pudiera parecer que existe un buen número de tormentas por sortear y que los capitanes de estos barcos, si se me permite hacer una similitud con nuestro diario vivir, no se están desempeñando adecuadamente o pueden estar tomando decisiones nada acertadas, parece ser que están olvidando el bien común, pero si en casa a veces es difícil clarificarlo, imagínese en la nación, estado o municipio.
Definitivamente no es fácil ser el capitán del barco y menos si cuenta con unos marineros, que no solo no hacen su trabajo, sino además critican, destruyen el barco, crean un ambiente adverso, con poca o nula cooperación, que solo quieren anteponer sus intereses dejando de lado el común, tal vez no es que tengamos mal capitán, sino que la actitud de una parte de la tripulación no sea la apropiada.
Creo que es el tiempo que nosotros como sociedad seamos los capitanes de nuestro medio (casa, trabajo, colonia y familia) y dejemos atrás practicas de desacreditación hacia la labor y nos preguntemos si tenemos la mejor actitud para enfrentar la tormenta y trabajar en pro del bien común, seamos los capitanes de nuestro entorno y hagamos nuestra labor, formando hijos con valores y de valor, que después sean ciudadanos más conscientes de su entorno y responsables; mejoremos nuestro comportamiento y dejemos atrás el juego de la evasión de la ley, cada uno de nosotros debe de ser ejemplo y como dice el dicho: El buen juez, por su casa empieza.
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