El único daño que le pudieron hacer al héroe Madison Bumgarner vino en la novena entrada con dos outs y nadie en base, cuando ya los Gigantes acariciaban su tercer título de Serie Mundial en los últimos cinco años. La última esperanza, el veloz, gran bateador y fildeador, posiblemente el jugador más completo de Ligas Mayores, Alex Gordon, dio un hit al central que dio un bote no esperado por el jardinero Gregory Blanco y la pelota se fue hasta el fondo. Con lo que corre Gordon estaba asegurado que llegaría a tercera, pero cuando el jardinero izquierdo Pérez fue en auxilio para recoger la pelota frente a la barda, cometió una pifia tremenda al empujar la pelota hacia un lado y con ello podía haber algo más.
Con esa segunda pifia yo estaba esperando, dadas las circunstancias, que Gordon tratara de hacer una "loca carrera" hacia el plato al jugarse el todo por el todo considerando lo dominante que fue Bumgarner. Pero por alguna razón Gordon no llegó al intento de alcanzar el home en la doble pifia como Enos Slaughter en 1946 y el coach lo paró en tercera. De haber seguido hubiera puesto presión al shortstop que iba a hacer el tiro de relevo y si es que le quedaba aire y velocidad a Gordon, habría provocado jugada en el home. Y siempre existen dos posibilidades, que tiren bien o el tiro sea desviado. Así, con el out hubiera terminado la serie en forma super dramática o con el seif la locura general con el empate a tres. Pero por alguna razón, ya que las cámaras y de todos estaban puestas en lo que pasaba al fondo del parque, no se pudo ver bien la carrera que Gordon llevaba por las bases.
Después de fallar Salvador Pérez, que era lo lógico por la manera que había estado Bumgarner, la jugada en home seguía quedando como la mejor posibilidad. Hay ocasiones que el coach de tercera apura más al corredor agitando los brazos más rápido para que se dé cuenta que tiene que correr más. Esa fue la única rendija que tuvo Reales contra un Bumgarner que se ganó la admiración de todos al pedir la pelota con sólo dos días de descanso y realizar un relevo monumental.
Demostró que los pitchers de hoy también lo pueden hacer como los héroes del ayer cuando muchos brazos lanzaron con pocos o ningún día de descanso en un juego crucial. Así como relevó, así pudo haber comenzado y lanzar cinco entradas, pero el manager Bochy estuvo afortunado que su equipo tomara ventaja de una carrera en el cuarto inning para que el destino beisbolero le pusiera en bandeja de plata poder llamar a Bumgarner en el momento perfecto.
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