La historia se repite una y otra vez. Desde hace lustros se habla de la necesidad de contar con un drenaje pluvial adecuado para la ciudad. La mayor parte de la mancha urbana carece de un sistema de desagüe. Y donde se han planeado y ejecutado algunas obras, en los sectores de mayor riesgo, cada vez que hay precipitaciones copiosas el agua cubre las calles e incluso se abre paso hasta las casas. La zona más afectada es el oriente, hacia donde se ha dado el crecimiento de la ciudad. Este hecho evidencia un problema de fondo: la expansión territorial de la ciudad se ha dado en su mayor parte sin planeación y, por lo tanto, sin considerar todos los factores de riesgo. El criterio casi exclusivo hasta ahora ha sido la obtención de mayores ganancias para los fraccionadores y desarrolladores, al amparo de la negligencia, omisión y/o complicidad de las autoridades. El resultado: el daño patrimonial de quienes viven en esos sectores.
En estas mismas páginas he escrito ya cómo una promesa de desarrollo habitacional terminó en fracaso. Es el caso de Ciudad Nazas, planeada y construida a mediados de los 90 y principios de la década pasada. Lo que se suponía que sería una solución para la demanda de vivienda popular y media se convirtió, en términos generales, en un dolor de cabeza para las personas que con ilusión se hicieron de un patrimonio en ese lugar. Las colonias se poblaron sin que se contara con todos los servicios. Incluso, una década después, algunas de ellas ni siquiera han sido entregadas al ayuntamiento, pretexto perfecto de éste para no asumir responsabilidad alguna. Hoy, entre las zonas afectadas por las lluvias de los últimos días se encuentra precisamente Ciudad Nazas. Pero el problema no sólo se presenta ahí.
Ya es habitual que colonias como Lázaro Cárdenas, Santiago Ramírez, Las Luisas, J. Luz Torres, Nueva Laguna Norte y Sur, El Tajito, La Fuente y Villa Florida, y calzadas y bulevares importantes como Independencia, Abastos, Diagonal Las Fuentes y Sarabia, registren en cada temporal anegamientos que causan daño e irritación justificada entre colonos, conductores y transeúntes. Incluso sectores más nuevos como Senderos registran en algunas partes este problema. Todo por no considerar el drenaje pluvial o cuestiones tan básicas como las pendientes y la altura. Como ejemplo fehaciente de estas omisiones está la Plaza Mayor y su estacionamiento subterráneo, obra en la cual las autoridades municipales de la pasada administración y la empresa encargada "olvidaron" construir un sistema de desagüe. Frente a esto, es válido cuestionar: ¿investigará el ayuntamiento que preside Miguel Riquelme estas y otras omisiones? ¿Sancionará a los responsables? La historia no permite abrigar muchas esperanzas al respecto.
Pero lo que más llama la atención es que en algunos de los sectores de riesgo se ha invertido una ingente cantidad de recursos para tratar de resolver lo que la falta de una planeación adecuada provocó. No obstante, la crónica sigue siendo la misma: calles convertidas en ríos y viviendas remojadas. Ahí está el Colector Noas, con el cual las colonias del sur-oriente deberían estar libres de inundaciones. O los casos más recientes de La Fuente y El Tajito. En la pasada administración se construyó un drenaje pluvial en el Diagonal Las Fuentes y alrededores para prevenir inundaciones. Pero, según el Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento, fallas en las instalaciones hidráulicas subterráneas ocasionó que la semana pasada no funcionara. En el fraccionamiento El Tajito, hace apenas unos días, el alcalde Riquelme inauguró una obra similar con la que, dijo, se terminaría el problema de las calles anegadas en el sector. Pero no fue así. La madrugada del sábado pasado la colonia se inundó. La causa, según el propio munícipe -quien informó a través de Twitter desde el Lejano Oriente, a donde viajó para acompañar al gobernador Rubén Moreira-, fue una falla eléctrica en el sistema de rebombeo. Nuevamente la falta de previsión.
Si bien es cierto que sería impreciso responsabilizar de las inundaciones a la actual administración exclusivamente, hay un hecho incontrovertible: el problema es de quien está al mando de la ciudad ahora. La histórica falta de planeación y las obras mal hechas en el pasado son asuntos que hoy le conciernen. Y en el segundo caso, como sugerí líneas arriba, la autoridad en turno tiene la obligación de investigar y sancionar. No se vale lavarse las manos. Porque, lo hemos visto, la impunidad es el principal alimento del mal ejercicio gubernamental. Pero en donde sí hay responsabilidad total directa es en las obras realizadas e inauguradas por este ayuntamiento, así como en las promesas que no se cumplan. Al respecto, es menester preguntar también: ¿quién compensará a los ciudadanos afectados? ¿Quién pagará los daños causados por la mala planeación, las fallas y las obras deficientes?
Tal vez peque de pesimista, pero en este cíclico asunto del insuficiente drenaje pluvial sospecho que poco o nada ocurrirá. Una vez secas las calles y pasadas las lluvias, vendrán sólo las promesas y los parches en las vías. Y hasta que regresen las precipitaciones nos acordaremos del tema, cuando volvamos a sufrir las consecuencias y a renegar por vivir en una ciudad en donde la lluvia, en vez de ser una bendición, es para muchos una pesadilla. Ojalá me equivoque. Ojalá ahora sí la ciudadanía no permita que el gobierno municipal olvidé el tema. Ojalá que por primera vez veamos un verdadero acto de autoridad con la visión necesaria para resolver este problema.
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