Uno de los grandes placeres de este mundo es la comida. Desde tiempo inmemorial, el hombre ha buscado el procurarse para sí los mejores sabores de los alimentos. De hecho la combinación de alimentos y especias, son el secreto de un buen fogón, en torno del cual, por cierto, se edifica el hogar de la familia.
Nuevos mundos se descubrieron, por tratar de encontrar nuevas y mejores especias.
Por ello, yo admiro a mis amigos que saben cocinar, como Juan Ramón, Juan José (El Cuate) y Alberto (Junior), porque me constan sus habilidades culinarias y es un verdadero placer sentarse a sus mesas.
Juan Ramón, oficia en esa catedral que se llama "Don Artemio", en Saltillo y cada vez que acudo a ella encuentro nuevos manjares que con displicencia y verdadero arte son servidos por mi amigo, en torno de una mesa de inigualable compañerismo.
Precisamente, de manos del sabio chef, de "Sabores huracanados", como dice mi hermano Jesús, el poeta, recibí esta semana un libro raro, del que si bien tenía noticias, nunca lo había visto.
Ese libro es debido a la pluma de Alejandro Dumas, nada menos que el autor de "Los tres mosqueteros" y "El conde de Montecristo":
Cuentan que Dumas, manejaba las ollas de la cocina, como manejaba la pluma; y esa habilidad le permitió escribir un diccionario de cocina, en el que vienen las recetas del escritor. Ahí aparecen desde recetas clásicas francesas, como españolas y de otras culturas, empezando por la sopa de cebolla y el fondeu, hasta el faisán, de deliciosa carne.
Dumas, fue nieto de un maître del duque de Orleans y desde allá le venía su afición por la cocina.
Hay películas que abordan este arte con verdadera maestría, como "Vatel" y "Las últimas vacaciones". En ambas, la gastronomía luce en todo su esplendor.
Comer, como decimos, es uno de los grandes placeres de la vida. Por ello, yo me alegro que en mi ciudad, haya vuelto a tener auge la apertura de nuevos restaurantes.
Así, aparte de lugares para desayunar plácidamente, como "Los desayunos del Cuate" y "El Encanto", recientemente abrieron uno de mariscos que se llama "El Báltico", con excelente cocina y muy buenos precios.
Yo me alegro de que Torreón haya recuperado buena parte de su vida, porque la gente sale a la calle con más tranquilidad que antes y frecuenta buenos restaurantes y goza de la vida, como debe ser.
Siento envidia de esa gente que, como lo hacía mi madre, mezclan un puñito de esto, una cucharita de aquello y terminan haciendo un verdadero manjar. De la cosa más simple, logran crear un sabor inolvidable, como las tortillas de harina que ella hacía.
He tenido el placer de ver cocinar a Juan Ramón, insitum y parecería que está uno viendo a un mago que con sólo mover las manos y mezclar ingredientes, crea verdaderas maravillas culinarias.
Me he deleitado con el libro de Dumas, porque, aparte de todo, es un libro plagado de anécdotas y humor, que bien vale la pena conseguir para leerlo con calma.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano":