Hay veces en la vida, que te topas con personas que no sólo se quedan grabadas en tu memoria, sino que además, te tocan el alma.
Uno de esos hombres, fue don Tomás López, quien falleció recientemente. Él sí tenía bien ganado el "don", porque fue un hombre íntegro y un verdadero caballero español.
Don Tomás había nacido en León, España, y quiso morir en México. Como muchos de sus compatriotas trasterrados, escogieron estas tierras para trabajar con ahínco y crear una familia. Yo admiro a esos hombres porque tienen mucho qué enseñarme sobre el sentido de la vida.
Recibió varias distinciones importantes durante su vida, pero esas distinciones no fueron tan importantes como la alta consideración en la que lo tenían sus amigos.
Conocí un poco más de su vida al través de amigos mutuos, como Jesús y Manuel. Ambos le profesaban una admiración y un respeto que él se había ganado a pulso.
Tenía un envidiable don de gentes y un humor a flor de piel que le ganaba muchas simpatías, porque como él decía: "Yo no soy quebrado…Soy entero".
Buena parte de su vida la dedicó a la ganadería, pero también al Sanatorio Español, para el que prestó grandes servicios e hizo incontables favores a la gente que necesitaba de atención médica.
Uno se sentía seguro en el sanatorio, sólo con saber que él estaba ahí para lo que se ofreciera; y frecuentemente te lo hacía saber acudiendo personalmente a tu cuarto, para saber cómo te estaban atendiendo. "Qué se ofrece, abogado"-me dijo un día de ésos. "Nada don Tomás, todo está perfecto, muchas gracias."
Cuando lo conocí, iba yo con Chuy Haro y al presentarnos me dijo: "Anda muy fregado de amigos, licenciado", a lo que Chuy replicó: "Qué pasó, don Tomás". Debo puntualizar que Chuy le tenía una gran estima y frecuentemente lo consultaba en cosas de trabajo y por lo que vi, don Tomás lo trataba como a un hijo más.
Cuentan que en las tertulias de dominó del Parque España, uno de los asiduos a esas mesas, siempre llevaba una bolsa con chicharrones; y un día le dijo don Tomás: "Oiga, amigo, acuérdese que también el marrano trae jamón serrano". Ignoro si el amigo entendió la indirecta.
No sé por qué Dios tiene la costumbre de llevarse a los buenos hombres de tres en tres: Murió don Tomás, Chespirito y el ministro Sergio Valls, casi al mismo tiempo.
No quiero mentir, pero en el sanatorio se siente su ausencia, porque todo mundo lo conocía y quería mucho. Don Tomás fue un hombre que, de veras, te tocaba el alma y su impronta quedará grabada en la memoria de todos los que lo conocimos.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".