El diagnóstico posterior a la recepción por parte de la nueva administración municipal, del Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento de Torreón, es impresionante: La contabilidad del sistema es un desorden, y el alcalde Miguel Riquelme, no contempla imputar responsabilidades ni castigar a los culpables.
Los Consejeros del Simas que vienen fungiendo desde la administración pasada, alegan que "no se imaginaban" la situación real de las cosas, en virtud de que según dicen, en el pasado reciente "nos presentaban (la gerencia a los consejeros) cifras falsas…".
El viernes pasado el Cabildo aprobó la integración del nuevo Consejo de Administración del Simas integrado como siempre con representantes de los organismos empresariales de la región, de la sociedad civil en general y del Municipio, representado este último por los titulares de las dependencias relacionadas por razones técnicas con la actividad del Simas.
La novedad en el caso respecto al pasado, consiste en que por primera vez en la historia, en lugar de que el Consejo sea presidido por el Presidente Municipal en turno, el nombramiento recae sobre un ciudadano. En base a dicha situación novedosa, el alcalde Riquelme declara: "espero un mayor compromiso de los consejeros, una mayor participación…".
La declaración de Riquelme es una bofetada en la cara de los torreonenses, porque infiere que el desastre financiero y administrativo que tiene postrado al Simas, es responsabilidad de los consejeros ciudadanos del pasado reciente, que no tuvieron el nivel de compromiso ni de participación que exigieron las circunstancias de aquel entonces.
Nada dice el Alcalde sobre la enorme responsabilidad de su antecesor Eduardo Olmos como primera autoridad de la ciudad y Presidente de oficio del Consejo de Simas, ni respecto de los administradores que operaron el sistema, ni en cuanto a los contralores interno y externo de aquellos días, cuya incuria y proceder omiso e ilícito amenazan quedar impunes, al haber sido integrados por Riquelme a su administración en puestos clave; el primero como Director de Desarrollo Social y el segundo como Contralor Municipal.
Esta actitud encubridora y cómplice de Riquelme, que parece dispuesto a servir de tapadera de los delitos de la pasada administración, le es reclamada con toda justicia por los integrantes de la ONG Participación Ciudadana 29, en un desplegado de prensa publicado el domingo pasado.
Es de justicia reconocer que la integración del nuevo Consejo ofrece expectativas de una mejor conducción del Simas, por el hecho de que en efecto, la presidencia del Consejo está en manos de un elemento ciudadano como es el Ingeniero Raúl Albéniz Ramírez, empresario que se estrena en las lides propia de la participación ciudadana, exento de sospecha a la vista que pueda hacer dudar del buen desempeño de su gestión.
Otro factor positivo es la presencia del empresario Eduardo Castañeda, dirigente del Conejo Lagunero de Iniciativa Privada que ingresó al Consejo de Simas en las postrimerías de la pasada administración. Castañeda fue quien destapó la cloaca inmunda y el primero en exigir la auditoría que eludió Eduardo Olmos y hasta la fecha se empeña en evitar Miguel Riquelme.
El factor tapadera que es objeto de comentario, se explica porque tanto Olmos como Riquelme son piezas del nefasto sistema Moreira, que tiene sumida a nuestra ciudad en la postración en que se encuentra, por lo que resulta factible prever que en el futuro las autoridades del Moreirato a nivel Estatal y Municipal, mantendrán en Simas la falta de transparencia no sólo respecto del lamentable pasado, sino del ominoso provenir.
Por lo que toca a los consejeros ciudadanos cuyo comentario nos ocupa, tienen el reto de cumplir con su deber de encabezar la participación ciudadana en el campo de acción específico del Simas, como aves que vuelan sobre el pantano, protegiendo su plumaje del disimulo y la complicidad a la que los expone, la terca opacidad del Moreirato.