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Un presidente frívolo

GILBERTO SERNA

Lo escribe, en lo que podríamos calificar de remembranzas, algo semejante a un opúsculo, en el que narra con datos, pelos y señales, a lo que con cierta donosura llamaremos las travesuras de un político de la más alta investidura en épocas pasadas. El arribo del personaje al Aeropuerto procedente de una gira internacional por varios países del mundo, lo pinta de cuerpo entero y un cachito más. La banda de música tocaba bellos acordes para entretener a los asistentes quienes a pesar de los rayos del Astro Rey no abandonaban su lugar, ni para ir al baño, tal era el cariño que profesaban a su jefe, entreteniéndose en arreglarse la corbata, los hombres, en tanto las mujeres más duchas que aquéllos se alisaban la falda, mientras con un espejito y una borla, se retocaban el lomo de la nariz en tanto unas a otras criticaban a las de al lado y éstas a aquéllas,

Al fin los músicos, trompas de hule, despertaron de su marasmo y empezaron a oírse las notas musicales de Cielito Lindo mientras a lo lejos descendía la aeronave tocando la pista con sus llantas que lanzaron un gemido al sentir bajar el tren de aterrizaje. Una limusine, con banderita tricolor en sus polveras, se aproximó a la escalerilla por la que descendió el personaje que se quitó el saco y se puso la chamarra que le acercó un lacayo, en tanto una joven mujer permanecía en el interior cuya silueta se dibujaba, claramente a pesar de los vidrios oscurecidos. Él también lucia juvenil a pesar de las canas que poblaban sus aladares. El coche arrancó sin que las personas que esperaban su llegada desde temprano se dieran el gusto de estrecharle las manos. Las murmuraciones no se dejaron esperar.

Era José Guillermo Abel López Portillo y Pacheco quien ocupó la Presidencia de la República entre 1976 y 1982. En su gestión se dio por primera vez la reforma política para democratizar nuestro país, la visita del Papa Juan Pablo II y en apenas un par de años, el más impresionante crecimiento de la economía nacional en su historia; fue entonces que dijo los mexicanos deberíamos prepararnos para administrar nuestra abundancia. En vez de ello lo que sucedió fue una brusca caída de la economía nacional, debido a una política monetarista y una presunta dilapidación de los recursos públicos La riqueza se fue entonces por el caño.

Aunque la diferencia fue muy grande si nos referimos a lo que ocurrió en aquella ocasión entre el presidente y su antecesor el ciudadano Luis Echeverría. Ambos eran amigos, Tan es así que estudiaron juntos. Al llegar al poder se distanciaron. De tal forma que llegaría el momento en que se rompería el lazo de amistad que los ligaba, fue cuando el ex Presidente Gustavo Díaz Ordaz que precedió a Luis, entrevistado sobre cómo estaba al país dijo que veía dos Presidentes. Lo cual fue suficiente para mandar a la lona a Luis mandándolo como embajador a las islas Fiji con boleto sólo de ida. Dirán que es una ingratitud empero estamos hablando de política.

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