La vida es lo que pasa mientras pensamos en el futuro.
En este inicio de año, todos hacemos propósitos de muy diversa índole. Pero, tengo para mí, que debo hacer uno solo: simplemente vivir y disfrutar de la vida.
No tengo por qué preocuparme, por un futuro que no ha llegado; ni atarme a un pasado que ya no puedo cambiar. Lo que he vivido, lo disfruté plenamente, pero ya pasó, se ha ido y por ende no me pertenece.
¿Qué sentido tiene preocuparnos por un mañana que no ha llegado y que quizá nunca llegue? Evidentemente ninguno.
Sólo tengo el día de hoy y por eso, el presente es un regalo, que debemos disfrutar si queremos vivir plenamente.
Tengo sobre mi escritorio, un libro que recientemente me regaló mi amigo Jorge Silva y que en su momento comentaré. Hoy sólo quiero referirme a la dedicatoria que puso en él: "Gracias por tu amistad y sabiduría compartida y vivida en lo cotidiano".
Claro que no merezco esa dedicatoria, pero la acepto, porque en efecto, lo que nutre nuestra amistad es lo que vivimos en lo cotidiano. No lo que hemos vivido ni lo que viviremos.
El libro que me obsequió, es un libro de poesía, debido a la pluma de un hombre que descubre la poesía ya avanzada su vida, pero no sólo se entrega a ella, sino que la escribe, a partir de un ingenioso poema que se llama "el santo chocolate", y no se refiere a san Martín de Porres.
Lo que vivimos en el día a día con los amigos y la familia, es lo verdaderamente valioso. Lo demás o son planes o son recuerdos; algo que no ha sucedido o algo que ya sucedió.
Pero la vida requiere también de otro ingrediente: Las ilusiones. No se puede vivir si se carece de ilusiones, pero teniendo cuidado de no engañarse.
En otro libro que recién inicié su lectura, que se llama: "Las luce de septiembre", de Carlos Ruiz Zafón, el personaje principal afirma: "No debes creer todo lo que ves. La imagen de la realidad que nos brindan nuestros ojos es sólo una ilusión. Un efecto óptico- dijo- La luz es una gran mentirosa".
La ilusión es algo que nos alienta y anima a continuar viviendo. Pero no debemos engañarnos, porque a veces creemos que lo que nos hace felices es una cosa, que al final resulta ser un gran engaño.
Las ilusiones son partes de sueños y como tales se pueden concretar o no. Un minuto basta para que un sueño se evapore; y nos quedemos simplemente en medio de la nada, viendo hacia el infinito.
Vivir en la realidad será siempre mejor que vivir en pos de una quimera.
Por eso el propósito del año debe ser simplemente vivir y disfrutar cada momento, que es lo único real que tenemos. Lo demás, no existe.
Podemos formular muchos propósitos más. Pero uno o el fundamental, debe ser vivir a plenitud.
Porque, insisto, la vida es todo aquello que pasa, mientras hacemos planes para el futuro.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".