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Una falla en el segundo piso

ONÉSIMO FLORES DEWEY

Cada vez que visito el Distrito Federal pienso que su gobierno debería dejar de regalar el acceso al segundo piso del Anillo Periférico. Me refiero al tramo de 12.4 kilómetros que inauguró en 2004 Andrés Manuel López Obrador, mismo que continúa siendo gratuito a pesar de estar situado a la mitad de una autopista que sí requiere peaje. Muchos dirán que el gobierno está obligado a respetar esta gratuidad hasta el fin de la eternidad, pues AMLO financió este tramo del segundo piso con recursos públicos. Tal argumento podría ser razonable si esta obra efectivamente hubiese beneficiado a todos los capitalinos y no sólo a la minoría de automovilistas que la utiliza. Dada esta inequidad, ¿no sería más justo cobrar peaje y canalizar los ingresos hacia otras prioridades? ¿Por qué no priorizar el mantenimiento al metro, la construcción de nuevas líneas del Metrobús, la ampliación del sistema Ecobici, o la renovación de banquetas y vialidades en los barrios?

Esta idea dista de ser cómoda para las autoridades. Al adoptarla, el Jefe de Gobierno enfrentaría críticas por condicionar un beneficio que la población ya asumió como derecho. Sin embargo, hay señales de que la batalla por la opinión pública puede ganarse. En primer lugar, la gran mayoría de los usuarios del segundo piso ya demostró estar dispuesto a pagar por este tipo de privilegios. Basta observar cómo miles de ellos pagan diariamente los peajes que cobran las empresas que operan los tramos norte y sur de la autopista. Antes de entrar al tramo gratuito pagan hasta $22 pesos por recorrer los 9.8 kilómetros que construyó OHL entre San Antonio y el Toreo o $22 pesos más por recorrer los 11 kilómetros que construyó ICA entre San Jerónimo y Tlalpan. En segundo lugar, muchos usuarios del segundo piso entenderían que el fin de la gratuidad de este tramo les conviene. Los ahorros de tiempo que hoy ofrece la autopista urbana se irán perdiendo en la medida en que continúe aumentando el número de vehículos que la utilizan. ¿Y a quién le servirá la autopista urbana cuando el tramo gratuito se convierta en un tapón, y los embotellamientos de abajo sean iguales a los de arriba?

La gratuidad de este tramo del segundo piso se ha convertido en una curiosa anomalía. A pesar de que los flujos en las Autopistas Urbanas Norte y Sur confirman la disposición de miles de usuarios a pagar por este beneficio, el Gobierno de la Ciudad no cobra ni un centavo por los kilómetros que construyó AMLO. Quizá persiste la arcaica idea de que los peajes sólo pueden justificarse cuando son utilizados para financiar obras que benefician directa e inmediatamente a quienes los pagan. Esta lógica es tan equivocada como pretender regresarle a los fumadores lo que pagan en impuestos al comprar sus cajetillas. El objetivo de nuestras autoridades no es garantizar el financiamiento de pedazos de infraestructura vial, sino desarrollar una sociedad más accesible e incluyente. Dado que los "accionistas" que pagaron el segundo piso de AMLO fueron todos los ciudadanos, el gobierno debería sentirse obligado a poner a trabajar este activo en favor de toda la ciudad.

El debate podría comenzar con cuantificar el monto que la ciudad pierde al regalar el uso del segundo piso. Si le creemos a la Manifestación de Impacto Ambiental de la Autopista Urbana Norte, alrededor de 10,000 de los 39,600 vehículos que circulan diariamente por el Anillo Periférico pagan peaje para subir al segundo piso. Si estos 10,000 automovilistas le pagaran al GDF lo mismo que pagan a OHL e ICA ($2 pesos/km), la capital recaudaría anualmente casi $90 millones de pesos. Sólo como referencia, el Gobierno del Distrito Federal invirtió $75 millones en la primera etapa del Sistema Ecobici (1,114 bicicletas y 85 estaciones) y $12 millones en la Ciclovía de Avenida Reforma. Es decir, los ingresos del peaje en el segundo piso bastarían para llevar el sistema Ecobici a una nueva delegación cada año y para extender significativamente la infraestructura para modos no motorizados. Alternativamente el GDF podría hacer lo mismo que OHL e ICA: Ofrecer el peaje del segundo piso como garantía para financiar grandes obras de infraestructura, como más líneas de Metrobús o mejores estaciones de transferencia modal.

Vaya paradoja. Por un lado las autoridades de la Ciudad de México necesitan recursos para financiar sus proyectos más progresistas, y por el otro regalan millones de pesos a quienes menos lo necesitan. Si reflexionan al respecto verán que algo les falla en el segundo piso.

@oneflores

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