Una ofrenda para Valente Arellano
Hago esta lectura en México, en la Casa de Coahuila. La dedico a Valente Arellano padre, a Salma Arellano, a Sonia Salum.
La Fiesta es una ceremonia sobrecogedora. Un acto de culto, un rito, un sacrificio a los dioses, ávidos de sangre. El oficiante de luces y la víctima armada, la estocada culminante, los fieles estremecidos: la más honda huella de nuestra espiritualidad. Yo no soy un aficionado. Soy un practicante remiso que acude a la turbadora solemnidad con inconstancia censurable. Yo nunca vi en la plaza a Valente Arellano.
Valente Arellano entró en mi vida cuatro años después de su muerte. Algún día mi amigo Fernando Martínez me invitó a Torreón, donde él dirigía la Casa de la Cultura. Esa noche, de pronto el atestado vestíbulo del Teatro Isauro Martínez quedó en silencio: una mujer partía plaza. El cabello recogido, el rostro en alto, de negro hasta los tobillos, sin más joyas que los ojos y la boca. Me apresuré a lanzar el corazón a su paso, para que lo marcara con su huella. Ahí sigue, tendido a sus plantas.
Aquella dolorosa llevaba a su hijo acunado en el pecho. Ahí lo conserva. Ahí lo tendrá hasta el último de sus días. Desde que mi vida se hizo una con la suya Valente vive conmigo. Conozco el lampo de su gloria y he escrito sobre su tragedia. Muchas veces, en videos, yo solo porque Sonia no se atrevía, vi al matador jugarse la vida. Su presencia conmigo ha sido constante; lo llevo dentro, como llevamos todos a nuestros muertos. De eso trata "La rosa eterna": un canto de muerte y desolación, y también de amor, vida y esperanza. Muerte y vida son inseparables, y la vida es más poderosa que la muerte. Un día, Sonia volvió a vestir de color. Hoy estamos aquí para dar vida a Valente y para que su vida nos sostenga. Leo mis versos:
LA ROSA ETERNA
Antes de que nadie la cantarala rosa ya existía.
Antes del tiempo y la memoria. Tan vieja como el mar,
Como la noche nueva su fragancia inextinguible.
Yo tuve a mi lado una rosa adolescente.
Era perfecto su talle;
Su risa, los resplandores de una fuente.
No conocía el miedo,
Así el toro de la noche la rondara hechizado.
Un golpe de ciego viento helado
Opacó sus ojos, envileció su aroma,
Quebró el baile entre las astas figurado.
Rosa herida, rosa rota,
Rosa de párpados vencidos,
Rosa de agujeros, rosa de ceniza,
Palacio en ruinas, rosa perforada,
Rosa desmedrada, rosa de sombras, rosa de nada.
Sea maldita la muerte de la rosa.
Pero atiende al corazón.
Oye crecer en él la rosa de mañana,
La rosa que resurge,
La rosa rediviva, la rosa restaurada.
Temblabas al besarme, triste rosa enlutada.
Temblabas como de frío.
Como una tenue promesa nació tu fuego,
Rosa del río y del desierto.
Creció la hoguera en altas llamaradas
Concéntricas y abiertas
Como el confín de arena,
Rosa de luz definitiva,
Rosa que me hiciste rosa, rosa enamorada,
Rosa que eres una sola rosa duplicada.
En mi tierra desolada tú eres la única rosa.
Ya no quiero recordar el dolor de la rosa,
El aroma que vistieron nuestras ropas de luto,
Los muertos que el rosal guarda en sus raíces,
Las noches y los días de tormenta,
La rosa al aire deshojada.
Hoy quiero la rosa en llamas.
Yo soy aquel que te cubre de rosas
Tendido al borde de tu sueño,
Fresca rosa de hierba, copal y lava.
Ven a mí, de ti misma enjoyada.
Bajo el velo de las sombras vastísimas, ven;
A la rosada luz de la aurora, ven;
Bajo el radiante sol en celo, ven;
Ven al amparo de la tarde encantada.
Dame la dulzura de tu rosa secreta,
Rosa de sangre y lágrimas y tiempo,
Rosa erguida como una torre de victoria,
Rosa total, enardecida,
Belleza ideal, rosa esperada,
Caricia entresoñada,
Rosa entre todas elegida.
Como una rosa salvaje
Al golpe de la ola la claridad estalla.
Deslumbra su fulgor.
Cae la rosa atravesando el agua.
Llega la luz como una flor abierta.
Envueltos en la luz que se renueva
Día con día hay que volver a la rosa;
La rosa de hoy, la rosa de mañana,
La rosa heráldica que repite tu nombre
En cinco letras dividido,
La rosa que renace en cada rosa
Fiel a su propia quemadura,
La rosa de purpúreo magisterio,
La rosa humilde que florece en rosa,
La rosa eterna que en mi canto vive.
28-VIII-2004