El Papa Francisco imploró ayer por sacerdotes que resistan a la idolatría del dinero, de la vanidad, la soberbia y la idolatría del poder, durante el sermón de su misa privada matutina, en la capilla de su residencia vaticana. Advirtió que ser "prisioneros" del dinero, aunque haya sido ganado honestamente, de las propias certezas e "intereses", aleja a los hombres de Dios.
Estableció que muchos jóvenes "buenos" sufren e infelicidad.
Jorge Mario Bergoglio partió en su reflexión del pasaje bíblico sobre el hombre rico que le preguntó a Jesús qué debía hacer para alcanzar la vida eterna y se alejó entristecido cuando Cristo le respondió: "Vende tus bienes y ven conmigo a predicar el evangelio".