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Veinte años de flotación

SALVADOR KALIFA

El 22 de diciembre de 1994 nuestras autoridades adoptaron un régimen de flotación para el tipo de cambio del peso mexicano. Hoy, después de dos décadas, se puede afirmar que nuestra experiencia con la flotación del peso ha sido, en lo general, positiva, ya que la oscilación del precio del dólar ha dejado de jugar un papel relevante en la determinación de la inflación y el desempeño de nuestra economía.

En estos 20 años la cotización de nuestra moneda registró una trayectoria clara hacia la depreciación frente al dólar, pero con algunas rachas de apreciación. El precio del dólar (tipo de cambio interbancario 48 horas, cierre a la venta) ha oscilado entre 4.90 pesos el 22 de diciembre de 1994 a 15.49 pesos el 9 de marzo de 2009 en plena Gran Recesión.

En ese lapso existieron varios episodios de fortaleza relativa de nuestra moneda, en algunos de los cuales se le llegó a denominar "Superpeso", siendo el más prolongado el ocurrido del 13 de mayo de 2004, cuando el precio del dólar fue de 11.64 pesos, al 4 de junio de 2008, cuando se ubicó en 9.87 pesos, poco antes del comienzo de la Gran Recesión.

La aplicación de una política monetaria laxa por parte de la Reserva Federal (Fed) en los Estados Unidos (EU) para hacer frente a la crisis de 2009, se tradujo en una inyección de liquidez que inundó los mercados financieros con dólares y, como contrapartida, favoreció la apreciación de otras monedas.

Esto, junto con el alza en esos años del precio del petróleo, explica que posterior al máximo absoluto en marzo de 2009, la cotización del dólar bajara hasta 11.57 pesos el 31 de mayo de 2011. Esta tendencia, sin embargo, no pudo sostenerse por los contratiempos registrados en varias economías de la Eurozona, lo que llevó la cotización referida hasta 14.35 pesos el 1 de junio de 2012.

La inquietud asociada a la situación en Europa fue pasajera, por lo que el precio del dólar regresó, si bien de manera efímera, por debajo de los 12 pesos en mayo del año pasado. De nuevo, esa "fortaleza" no pudo sostenerse, a pesar de todas las buenas opiniones sobre nuestra economía y de las muy favorables expectativas en relación con la reforma energética.

La expectativa de un alza de tasas en EU comenzó a mover nuestro mercado cambiario a mediados de este año y en fechas recientes se trastocó más por la disminución del precio del petróleo, que obscurece el panorama inmediato de nuestra economía.

La situación pudiera ser más complicada en el futuro próximo, en particular si la inflación se queda alrededor del 4 por ciento, si el precio del crudo no se recupera y la cotización de la divisa estadounidense, que está alrededor de los 14.40 pesos, sigue presionada a la alza.

Uno esperaría que los recientes cambios constitucionales en los sectores de telecomunicaciones y energía tengan hacia adelante un efecto favorable sobre el capital que decidan asignar en dichos sectores los inversionistas nacionales y extranjeros.

Estos ingresos, en su momento, tenderían a apreciar al peso y aliviar las presiones inflacionarias. No obstante, considero que el beneficio de estas reformas se comenzará a sentir, de manera más clara, hasta 2016, por lo que su influencia favorable sobre el precio del dólar el año próximo sería, en todo caso, muy marginal, y hasta podría ser negativa, si consideramos la reacción de los inversionistas ante los menores precios del petróleo.

Por si eso no fuera suficiente, habrá también que enfrentar el efecto que tendrá sobre los flujos de capital de cartera la normalización de la política monetaria en EU, que comenzó con el fin del relajamiento cuantitativo a fines de octubre y seguirá, muy probablemente, con un alza de la tasa de interés de referencia de la Fed hacia mediados del año próximo.

Esto provocará un regreso de capitales hacia EU y, por ende, una depreciación de las monedas de varios países, incluyendo México, que en nuestro caso y en ausencia de medidas internas de política económica, bien pudiera sostener la cotización de la divisa estadounidense por arriba de los 14.50 pesos.

Las perspectivas del peso, por tanto, son ahora bastante menos atractivas en un contexto de menores ingresos petroleros, posible alza de tasas de interés en EU y beneficios limitados de la reforma energética.

En consecuencia, no extraña que nuestras autoridades hayan restablecido el lunes pasado un programa de venta de dólares, pero me parece que tendrán que aplicarse bastante más en los próximos meses, quizá elevando las tasas de interés internas y anunciando recortes al déficit público, para que la depreciación de nuestra moneda no exacerbe las presiones inflacionarias y la flotación del peso siga siendo positiva, no sólo durante la turbulencia que se avecina en 2015, sino también por los siguientes veinte años.

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