Los ojos de los seguidores de Brasil se llenaron con lágrimas de júbilo tras la victoria.
La mancha "verdeamarela" que como un verdadero río humano se acercaba ayer al estadio Castelao, de Fortaleza, para el partido de cuartos de final del Mundial entre Brasil y Colombia, dejaba por primera vez como minoría en lo que va del torneo a la hinchada colombiana, que se impuso en otras sedes.
Diferente a la invasión "amarilla" de colombianos en Belo Horizonte, Brasilia, Cuiabá y Río de Janeiro, donde los cafeteros disputaron sus otros partidos, esta vez el "verdeamarelo" de los dueños de casa prevalecía en los alrededores del estadio.
Los colombianos, en su mayoría con camisetas rojas (Colombia utilizó segundo uniforme) y a pesar de estar en un número menor, no dejaban de entonar cánticos de apoyo a su selección y de demostrar su euforia por el equipo del técnico argentino José Pekerman estar por primera vez en semifinales.