Pérdidas. El uso del limón reduce su ganancia por vaso en 1 ó 2 pesos, dependiendo del costo de la fruta de temporada.
"Jícama, pepino, papaya, sandía y coco, póngale chile y sal, pero sobre todo limón". Esa palabra que a Juan Carlos González, quien lleva más de 28 años vendiendo fruta en la esquina de la Morelos y Leona Vicario, ya le suena más amarga que la propia fruta, porque con el precio que está pagando por kilo, su margen de ganancia se reduce cada vez más
Y es que sin ser experto en finanzas, o tener muy en claro el problema social que atraviesa Michoacán, estado que provee de limón al país, al vaso que Juan Carlos llena de fruta, le agrega en una simple operación matemática, el costo del tenedor, la servilleta, el chile, la sal y la bolsa, para saber que su ganancia puede ser de unos 4 a 8 pesos por un vaso que vende en 20.
Sin embargo, desde que tiene que comprar el limón a 56 y 48 pesos el kilo, en algunas ocasiones su ganancia por vaso se reduce a 1 ó 2 pesos, dependiendo muchas veces también, del costo de la fruta que no está en temporada, que para amargar más el panorama, casi toda se encuentra a la alza en un agrio cóctel de precios.
"Desde que vendo fruta en esta esquina, hace más de 28 años, nunca el limón había estado tan caro, incluso mucho más arriba que cualquiera de las frutas que tengo en la vitrina, y sin llorar, en México le ponemos limón a todo, porque hay quien no le gusta el chile o la sal, pero el limón, no me lo perdona el cliente".
Entre risa y chiste, antes de que un cliente se le ocurra, como es habitual, pedir más limón, hay que advertirle: "poquito porque es bendito y está como la gasolina, sube que sube".
Ni en la central de abastos, ni en las promociones de los supermercados en cadena, el vendedor de frutas ha logrado conseguir desde hace más de una semana y media, un costo razonable en el precio del preciado cítrico, y ni pensar en el limón artificial, porque cómo dice él mismo, no lo quiere el cliente ni regalado.
Entre los vendedores de fruta hay quienes incluso se han saltado la barda de la vecina para agitar algún árbol de limón, con tan poca suerte, que han optado por no ponerle el preciado jugo exprimido a la fruta, obteniendo la respuesta lógica del exigente cliente, "sin limón no quiero el vaso".
"Ahora si que unas de bajada, cuando la fruta está en temporada y la conseguimos barata, y otras de subida, aunque ahora la cuesta está muy empinada y sin escalones. Lo malo es que por más variación de precio, nosotros no podemos subirle al vaso, porque eso es espantar a los clientes, de por si cada día menos".
No, pues como dice el dicho "si del cielo te caen limones, ya te hiciste rico", dice uno de los clientes de la esquina, quien no entiende de razones mientras su vaso de fruta no sea bañado con el contrastante sabor que le da el jugo de un limón.
"El problema para quienes vendemos alimentos en los que el limón es indispensable es que los nuevos precios del cítrico, nos tienen en la lona, a veces incluso sin ganancia", puntualiza el vendedor.
