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Verdades y Rumores

EL AGENTE 007

A casi una semana de iniciadas las campañas electorales para renovar a la sucursal legislativa del gobierno de Coahuila, entiéndase Congreso local, los candidatos aún no prenden ni las luces de sus casas. Incluso los suspirantes del partido oficial, el PRI, están batallando para acarrear a la clientela a sus actos políticos. Cuentan nuestros subagentes vestidos de matracas desvencijadas que en la reciente visita a Torreón del jefazo nacional del tricolor, César Camacho Quiroz, los operadores y líderes de colonias tuvieron que ofrecer algo más que el consabido combo de torta y refresco para motivar a los simpatizantes a que acudieran al Expo Center de la Feria. Hasta tuvieron que organizar una rifa, la cual se llevó a cabo al finalizar el acto en el que don César, casi con bostezo en boca, midió la temperatura a una tibia militancia que nomás no ve el beneficio de una elección tan huérfana.

Los premios para los leales asistentes fueron nada más y nada menos que cuatro pantallotas digitales de televisión. Los malpensados se preguntan si esas pantallas forman parte de las remesas que el gobierno del preciso Enrique Peña Nieto ha comenzado a entregar con eso del apagón analógico y que están destinadas, según dicen, a todos los hogares. De ser así, los afortunados militantes ya las recibieron por adelantado. Como otra muestra del descuido que provoca el desánimo frente al proceso electoral en curso, los redactores de comunicados tricolores equivocaron el apellido de don César al mandar en una primera ocasión la información de que quien visitó Torreón fue Camacho Solís y no Camacho Quiroz. Parece que algunos en el PRI aún no olvidan a don Manuel, el exsalinista que negó su apoyo a Luis Donaldo Colosio y, como buen priista resentido, luego pasó a engrosar las filas del PRD. A ver si al culpable del error no lo hacen perredista a fuerza.

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A propósito de expriistas, quien ha vuelto a la escena luego del sonado descalabro como suspirante a la alcaldía de Torreón es Raúl Sifuentes. Pero su reaparición está muy lejos de aquellos tiempos en los que era el poder tras el trono, creador de campañas y partidos y casi mandamás del Palacio Rosa de la peronera capital coahuilense. Nuestros subagentes vestidos de volante de crucero que termina siempre en la basura, nos reportan que el exsecretario de Gobierno no pudo lograr una nominación para contender por una hamaca del Congreso con la playera del Movimiento Ciudadano de Dante Delgado. Dicen que por más que le hizo la lucha contra Élida Bautista Castañón, prófuga del PAN, no consiguió su objetivo y se tuvo que consolar con ser designado coordinador estatal. No obstante, don Raúl presume este nombramiento como un gran logro en su carrera y maneja el discurso de que se va a concentrar tanto en su nuevo cargo que, para no distraerse, declinó de subirse al caballo de hacienda de la pluri, como lo hizo cómodamente su excontrincante panista Chuy de León. De inmediato, Sifuentes se apoderó del micrófono y empezó su discurso tronante con el argumento de moda: la millonaria concesión del alumbrado público que parece ser la veladora prendida de todos los aspirantes a una diputación local y también de los que buscan posicionamiento político. Pero más allá de esto, resulta evidente el distanciamiento de don Raúl con el grupo del “exburbujo mayor”, el diputado Ricardo Mejía Berdeja, quien anda muy movido en pos de, dicen, construir una candidatura con miras a la elección de 2017. ¿Será?

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Y ya que hablamos del escabroso tema del alumbrado, que le costará a Torreón casi 3,000 millones, el voto dividido de los regidores panistas en el proceso de licitación exhibió que ni los tiempos electorales son suficientes para unir al partido azul en el Cabildo, de cara a la desangelada elección intermedia. Y es que ni en un pequeño grupito de cinco regidores que integran la bancada panista en el Cabildo de Torreón se pudo lograr una postura única y congruente al grado que, el pasado lunes, cuando se emitió el fallo de la convocatoria, las posturas de los ediles azules que integraron el Comité de Evaluación fueron como un surtido de tamales... de dulce, de chile y de manteca. Ángela Campos, discípula de la exsíndica y hoy candidata Natalia Virgil, decidió ausentarse de tan importante votación -nada más el contrato de mayor importancia que va a firmar la administración riquelmista. De los que asistieron, Nacho Corona votó a favor de la empresa ganadora, como era de esperarse del panista más priista del ayuntamiento. Y quien se quedó como extraviada en el desierto sin saber qué hacer ni qué decir, fue la síndica de vigilancia, Gabriela Casale. Resulta que luego de votar en contra, es fecha que la llamada Lady Cabildo I no ha sabido explicar a ciencia cierta la causa de su decisión. Pero los fanáticos de la cosa pública comienzan a apuntar sus binoculares hacia las letras pequeñas del jugoso contrato, en el que los malpensados piensan que habrá algunas sorpresitas, como en el caso del servicio de limpieza, con PASA.

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La estrategia recaudatoria -perdón, de orden vial- que ha emprendido la administración de Miguel Riquelme ha traído cuantiosos beneficios a las arcas municipales y, según las malas lenguas, a los bolsillos de los agentes municipales, ya sea de tránsito o de policía. Y es que con el alto costo de las multas, sobre todo las que tienen que ver con conducir con aliento alcohólico, los gendarmes han aprovechado para fijar sus propias tarifas. Nuestros subagentes disfrazados de torretas nos cuentan que en caso de encontrar a un conductor con señales aromáticas de haber ingerido unas cuantas bebidas espirituosas, la cuota mínima por conductor y pasajero es de un billete verde de Sor Juana, así que si en un auto compacto viajan hasta cinco personas, pues con la mano en la cintura los elementos pueden agenciarse hasta mil pesillos, para dejar ir a los conductores beodos, con lo que la verdadera intención del operativo se pone en entredicho. Esta relación de travesuras policiacas se une a la confusión que persiste por las revisiones de las autoridades en los antros y centros similares de sano esparcimiento nocturno. Los dueños de dichos templos de diversión antes sólo tenían que rendir cuentas a una sola autoridad, los inspectores de alcoholes. Pues ahora, como carrusel, acuden a los paraísos de las bebidas espirituosas policías municipales, inspectores locales y agentes estatales. Ya nada más falta que también lleguen los auditores de Hacienda. Y más allá de la confusión, los propietarios y encargados de los antros se quejan de las travesuras que algunos elementos llevan a cabo, maña que, contrario a lo que se dice en el despacho del séptimo piso del aparador municipal de la Plaza Mayor, no ha logrado erradicarse. Y aunque se anunció hace algunas semanas que se revisaría la normatividad en materia de venta de elíxires para dejar en claro qué le compete a cada quien, a la fecha no ha habido avance.

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No sólo los gendarmes se han visto beneficiados de forma extraordinaria en la nueva administración. Nuestros subagentes disfrazados de aparatos de aire acondicionado a la máxima potencia, como los de la presidencia, nos informan de supuestos negocios directos o indirectos que la empresa de la regidora decoradora, Luly Quintero, ha hecho para dotar a la flamante sede del ayuntamiento de todo tipo de objetos de ornato. Y es que la edil cuenta con una esplendorosa compañía de muebles y artículos decorativos, muchos de los cuales han ido a parar a los pasillos de la nueva Presidencia, según los informantes. Lo curioso del caso es que la empresa de doña Lourdes no se encuentra en el padrón de proveedores del Municipio de Torreón, por lo que, los avezados observadores de la política local especulan con la posibilidad de que el negocio tenga un subcontrato con algunas de las empresas que sí están registradas, estratagema dirigida a intentar taparle un ojo al macho. Así que la edil priista no sólo recibiría un jugoso sueldo de más de 35 mil pesillos, sino también las ganancias por la venta de decoración del edificio municipal, perteneciendo así a la privilegiada casta de ciudadanos que ve crecer su patrimonio con una ayudadita del erario. Mientras tanto, otros empleados de la administración, como los bomberos, quienes arriesgan su vida diariamente, sobreviven apenas son una sexta parte de lo que ganan los regidores o una octava parte de los ingresos de algunos directores VIP. ¡Qué bonito es lo bonito!

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