La multimillonaria concesión del alumbrado público sigue levantando polvo en las oscuras calles de la Perla de La Laguna. Dicen los enterados que el recién espabilado senador Luis Fernando Salazar se vio en aprietos para lograr convocar a más de un panista del Cabildo de Torreón a la rueda de prensa en donde presentó su artillería (unas cuantas resorteras, no mucho) para cuestionar lo que ha llamado el gran negocio de la administración riquelmista. Y es que, según cuentan, los integrantes de la bancada del PAN se le anduvieron escondiendo con tal de no ser partícipes del atrevimiento de desafiar al alcalde.
Incluso los convocantes tuvieron que replantear la hora varias veces y al final sólo acudieron la síndica de vigilancia, Gabriela Casale, fiel alfil salazarista, y, más a fuerza que de ganas, Sergio Lara. Las malas lenguas dicen que más allá del divisionismo que ha mostrado la bancada blanquizul o la docilidad de algunos de sus integrantes, también el miedo a perder más prerrogativas, como los opacos gastos de gestoría, tuvo su importancia. Pero también hay lenguas viperinas que dicen que de alguna manera se les va a compensar el dinerito que han dejado de percibir por ese controvertido concepto y que la única condición es seguir levantando el dedo para aprobar todo lo que diga don Miguel, como lo han hecho hasta ahora.
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Para intentar levantar el ánimo en el páramo desierto que son las campañas electorales de los candidatos a diputados locales, la comandancia del tricolor estatal ha desplegado la estrategia de traer a personalidades priistas de talla nacional con la esperanza de despertar a la aletargada clientela. Ayer le tocó el turno a la senadora Ana Lilia Herrera, secretaria nacional del Movimiento Territorial del PRI, quien además de dar respaldo y apapacho a los suspirantes locales de su partido, trajo un mensaje linsojero para el gober Moreira que el grueso de la militancia aún está averiguando cómo digerir. Y es que doña Lilia solicitó la confianza de los ciudadanos para que, con los aspirantes a diputados del tricolor, se continúe con el impulso de las “leyes vanguardistas” que ha ordenado -perdón, propuesto- don Rubén desde su silla en el Palacio Rosa. Lo curioso del asunto es que, en caso de ganar, dos de los que van a impulsar esas “leyes vanguardistas” son Shamir Fernández y Verónica Martínez, orgullosos integrantes de la Legislatura que “lavó” las máculas del profe Humberto, y los exregidores Luis Gurza y Lety Castaño, dignos representantes de la casta de los chapulines -y el primero, también de los chaqueteros-, que duraron más en campaña que su antiguo cargo. A ver hasta dónde llega dicha vanguardia. A la que por fin su partido decidió regalarle una flor del jardín azul de las eternas discordias es a la candidata Natalia Virgil. O al menos eso quisieron aparentar. Y es que ayer circuló en el correo electrónico una invitación para un “pequeño convivio” organizado por el cumpleaños de la aguerrida exsíndica. La cuestión es si este arropo durará toda la campaña o es sólo momentáneo, para tratar de calmar un poco las aguas. A quien de plano no le está yendo bien en su nuevo cargo es a Raúl Sifuentes, flamante coordinador estatal de Movimiento Ciudadano. No obstante que cuenta con el respaldo del mero dueño del partido, Dante Delgado, el candidato por el distrito XII, Mario Garza, le dio su desconocida a don Raúl porque, dice, nomás no le suelta billetes para hacer campaña. Vaya manera de comenzar en el puesto.
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Un nuevo sentido le ha dado el regente coahuilense Rubén Moreira a la bíblica frase “que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”. Y es que el mandamás de la provincia donde alguna vez abundaron los árboles y hoy abundan las deudas, con una mano promueve una cosa y con la otra, lo contrario. Resulta que don Rubén, luego de no haber sido requerido por la corte del gran tlatoani Enrique Peña Nieto para viajar a Lusitania a firmar un acuerdo para la construcción en Coahuila de uno de los parques eólicos más grandes del imperio Azteca, intentó colgarse del anuncio dado a conocer por la Presidencia de la República para pregonar que el estado se convertirá en un “gigante energético”, sobre todo por la generación de las llamadas “energías limpias”. El detalle es que el regente Moreira II, de unos meses para acá, se ha convertido en el principal promotor de lo que, siguiendo el dialecto político, podría llamarse “energías sucias”, en particular la explotación del gas de lutitas, al cual le ha prendido veladoras para que sea la panacea económica de la provincia, a pesar de los riesgos ambientales que espantan a los ecologistas. Es decir que, cual buen prestidigitador y merolico, con una mano muestra las cartas del viento y el sol a la vez que dice “acérquese marchante que ahora sí le vengo manejando lo que son las energías limpias”, y con la otra saca la carta de La Catrina cubierta del oscuro manto de los hidrocarburos. Más allá de esto, llama la atención que en el consejo creado para analizar el impacto de la explotación del gas de lutitas sólo se encuentre un ambientalista, con lo que las malas lenguas ya comienzan a esparcir su ponzoña para decir que se trata de una estratagema más para levantar el dedo con atole y llevarlo a la boca de los apocalípticos y criticones.
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Mientras los malandros poco a poco recuperan la confianza en la calle para hacer sus fechorías y los recursos del famoso programa creador de elefantes blancos -perdón, de prevención del delito- no llegan a Torreón, las pugnas y celos entre las corporaciones encargadas de velar por la seguridad del sufrido pueblo parecen continuar. Nuestros subagentes vestidos con el hábito color verde olivo nos informan que el jefazo de la Policía Municipal, Adelaido Flores, ha sido blanco de cuestionamientos de sus colegas y hasta regaños de los mandos castrenses que consideran que sus muchachos continúan extralimitándose de sus funciones. Dicen que don Adelaido tiene casi como una obsesión la de perseguir vendedores de droga y detenerlos, cosa que no está del todo mal si se toma en cuenta que se trata de delincuentes, al fin y al cabo. El problema es que por querer invadir funciones de la autoridad federal y, de paso, hacer travesuras, los gendarmes del municipio descuidan su verdadera función, que es la prevención de los delitos del fuero común. Y ahí está que, contrario a lo que pregona el alcalde Miguel Riquelme, los robos registraron un repunte en el pasado mes de mayo. Los subagentes dicen que el ímpetu del teniente Flores le ha ocasionado hacerse acreedor de apercibimientos por parte de Cuauhtémoc Antúnez, comandante de la XI Región Militar, en las reuniones de seguridad que se llevan a cabo con frecuencia en la región. Ya hasta algunos lanzan apuestas sobre si Flores atenderá los reclamos o, de plano, comenzará a empacar sus cosas.
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El respetable público de la cosa pública sigue preguntándose en dónde está ahora la pléyade de organismos de la sociedad civil que en los últimos años irrumpió con fuerza para señalar con dedo flamígero las abundantes fallas de la administración de Lalo Olmos, quien, por cierto, también anda desaparecido de la escena. Y es que el cuestionamiento resurge a resultas del llamado a participar en la Segunda Cumbre Ciudadana que se llevó a cabo esta semana en la muy beata ciudad de Puebla, al que sólo acudieron representantes de dos asociaciones: Renacer Lagunero y Consejo Cívico de las Instituciones Laguna, las cuales, por cierto, son de las pocas que mueven la cola por mantenerse vigentes. Nuestros informantes disfrazados de ajonjolí de todos los moles nos informan que algunas de las asociaciones han optado por concentrar su agenda en asuntos locales sin vinculación con lo que ocurre en otras latitudes. Otras, han sido seducidas por la melodía del flautista de Hamelin, y participan gustosas de los grupos de “consulta” que organiza el asesor del alcalde Riquelme, Rubén Aguilar, alias “lo que el presidente quiso decir”, e, incluso, son aficionadas de sentarse a la mesa del soberano en turno. Unas más parece que no logran recuperarse de las heridas pasadas para emprender nuevos derroteros. Ojalá que, por el bien de nuestra destartalada democracia, este impasse no dure demasiado. A propósito de la Cumbre Ciudadana, cuentan los subagentes que a la ceremonia de clausura asistió el capataz político de la nación, Miguel Ángel Osorio, quien muy atento escuchó las conclusiones, pero al llegar al espinoso asunto de la Reforma Fiscal, ese engendro del Pacto por México, no pudo ocultar su disgusto por los señalamientos lanzados en forma de dados ponzoñosos. Bien dicen que cuando se le toca el bolsillo al pueblo, hay que andarse con cuidado.