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Verdades y Rumores

EL AGENTE 007

Todo parece indicar que una de las peores pesadillas de los priistas ha comenzado a hacerse realidad. Y es que, desde que estalló el escándalo, ha sido estrategia del tricolor negar que el espinoso caso de la deuda de Humberto Moreira tenga algún impacto entre el sector de la población que suele ser su clientela. Según los “ideólogos” del PRI de Coahuila, ese tema se mantenía lejos de las preocupaciones del sufrido pueblo y se trataba más de un asunto del llamado círculo rojo, poblado de críticos y criticones.

Pues bien, nuestros subagentes disfrazados de repartidores de despensas nos informan que en las colonias, durante el recorrido que hacen los suspirantes a las hamacas del Congreso estatal, la gente empieza a preguntar que si es cierto que el Profe dejó endrogada a la provincia como nunca y que si por culpa de esa megadeuda fueron retirados todos los apoyos que formaban parte de la extensa cartera de programas “De la Gente”. Pero dicen que, luego de los tartamudeos, algunos integrantes del equipo de campaña de los candidatos, incluso ellos mismos, han tergiversado “un poco” la realidad para no verse comprometidos frente a los clientes. Por ejemplo, el equipo de Verónica Martínez ha esparcido la versión de que la deuda no fue culpa del hermano del actual patrón coahuilense, sino de su antecesor, el ahora secretario de Agricultura, Enrique Martínez. Y esto no sólo es falso de toda falsedad, como dicen los leguleyos, sino que seguramente causará escozor entre los martinistas, ya que si de algo se jactan es de haber dejado a la provincia con deuda cero y una estabilidad financiera que el Profe vino a sepultar. Pero los atentos observadores de la cosa pública advierten que una mentira de ese tamaño no puede ser sostenida por mucho tiempo y que, incluso, su efecto se puede revertir, sobre todo si se considera que quien la difunde levantó la mano en el Congreso para “perdonar” y “lavar” las travesuras de la corte de Moreira I.

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Ya no todo es miel sobre hojuelas en el parque de diversiones llamado Cabildo de Torreón. Nuestros subagentes disfrazados de tabletas último modelo nos informan del agarrón que tuvieron el jueves los regidores que integran la comisión de Hacienda y Cuenta Pública, quienes al amparo de la oscuridad que les proporciona el que sus reuniones sean a puerta cerrada, no tuvieron empacho en arrojarse varias sutilezas verbales al calor de la discusión sobre los programas sociales. Frases como “pareces la nana del tesorero”, de la síndica panista Gabriela Casale al primer regidor Miguel Mery, pusieron el acento en el tema electoral y no en el estado que guardan las finanzas de la administración municipal, que era el tema de la reunión. Los sentimientos partidistas afloraron por el reclamo de Mery hacia la síndica por haberse atrevido a cuestionar al tesorero Enrique Mota el motivo por el que las despensas, pavimentos, pinturas y demás tienen el fin subliminal de respaldar las campañas de los suspirantes del PRI. Tal aseveración fue refutada por el guardián de las arcas municipales, pero no dejó de molestar a don Miguel, quien recibió una segunda descarga de artillería ahora de la regidora panista Ángela Campos quien lo urgió a responder a su compañera de bancada. Pero la síndica priista Cristina Gómez salió en defensa de sus correligionarios y quiso dejar a los panistas como desmemoriados, al hacerles ver que se les olvidó que los programas sociales empezaron a operar en marzo y que, incluso, ellos recibieron los formatos para que registraran a sus beneficiados, lo cual, dice, hicieron con singular alegría. Lo curioso es que después de este pleito, todos los integrantes de la comisión pactaron para hacer voto de silencio en la sesión de Cabildo, donde aparecieron muy bien portaditos.

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Cuentan que debido a algunos problemillas que ha causado en la campaña de bacheo y recarpeteo que realizan agarraditos de la mano el gobierno de Rubén Moreira y el ayuntamiento de Miguel Riquelme, el presidente de la Junta de Mejoras Materiales de Torreón, Juan Antonio Navarro del Río, ya se cayó de la cuerda floja en la que estaba. Nuestros subagentes vestidos de tambos de chapopote nos informan que ya le avisaron que preparara sus maletas. Y es que aseguran que la Junta, la cual no depende del Estado ni del Municipio, sino que está en el limbo como el Simas Rural, se está manejando como un negocio aparte. Pese a que en este organismo se cobran año con año cuotas a los ciudadanos por concepto de conservación del pavimento (contenga la risa, que sí se lo cobran), dicen los que saben que la Junta no rinde cuentas a ninguna autoridad real y que los informes financieros se manejan entre un grupo de personas, supuestamente consejeros, que se reúnen cada mes para escuchar una letanía de metros cuadrados de pavimentos colocados y monto de recursos gastados y cobrados. Pero la realidad es que nadie cuenta ni mide nada para confirmar que lo que se presenta sea más que simples cifras, eso sí, muy alegres. Así las cosas, se rumora que le pusieron algunos “cuatros” a Navarro del Río y que éste, en represalia, ha suspendido varias veces el trabajo al ayuntamiento sin decir agua va, lo cual ha sido visto con desagrado por algunos correveidiles del habitante del séptimo piso del Gran Horno Municipal.

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Quien de plano fue enviada a la helada banca de los funcionarios es la zarina de Cultura, Renata Chapa, luego del penoso incidente -ya comentado por nuestros subagentes- en el que por llevar un conjunto de cumbia, dejó sin electricidad al centro comunitario del Cerro de la Cruz, en donde se encontraba el mismísimo comisario federal de Prevención del Delito, Roberto Campa, quien salió literalmente sudando la gota gorda. En más ecos del embarazoso caso, nos cuentan que doña Renata había sido advertida por Pepe Gánem, que cobra como encargado de Prevención del Delito, de que no podía conectar el sonido cumbianchero por la falta de instalaciones adecuadas. Aún así, la zarina, tenaz cual es, se adelantó a la comitiva para “sorprenderlos” a todos cuando hicieran su arribo para el acto oficial. Cuentan los subagentes disfrazados de primera güira que andaba tan animada que quiso sacar a bailar al regente de la provincia, Rubén Moreira, quien parece que no andaba de humor y pidió a uno de sus guaruras que persuadieran a Chapa de su intención. Las malas lenguas dicen que tal vez la funcionaria pensó que a don Rubén también le gustaba bailar cumbia como a su hermano, el Profe de la Deuda, pero vemos que no es así. Lo cierto es que desde las mismas oficinas del edificio de la Plancha -perdón, Plaza- Mayor se escuchan cada vez más fuertes las versiones de que, una vez pasadas las elecciones, doña Renata entrará en la lista de transferibles del equipo que dirige Miguel Riquelme.

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Donde las grillas también están a la orden del día es en la Universidad Autónoma de Coahuila, laboratorio de la política local. Luego del triunfo de la candidata de los Medina en las elecciones para la coordinación de la Unidad Torreón, dicen los que saben que hubo un reacomodo de los grupos que antes aparecían como antagónicos. Cuentan nuestros subagentes disfrazados de libros arrumbados que Carlos Centeno, director de la Facultad de Derecho, la cual prácticamente heredó de su padre, dejó atrás la aparente disputa que mantuvo con Lorena Medina a cambio de trabajar para los intereses del clan... y del PRI, que está en busca de votos en esta temporada de campañas. El clan Centeno habría creado una red de intereses que rebasa los límites de la universidad y habría puesto al servicio del poder político recursos humanos y materiales de la misma. De Centeno se dice que maneja la Facultad como si se tratara de una extensión de su patrimonio y que, incluso, ha otorgado prerrogativas importantes a sus familiares cercanos, como la concesión para manejar la cafetería. Así mismo, promueve sus centros nocturnos de sano esparcimiento entre la comunidad estudiantil a la cual solicita que haga todas sus reuniones sociales en dichos antros. Pero esto no debe de extrañar si se toma en cuenta la forma en la que se ha manejado la U A de C en los últimos años, en donde el patriarca Manuel Medina ha mantenido un férreo control y extendido el beneficio para su progenie. Pieza clave en este rompecabezas lo es también Salvador Hernández Velez, secretario general de la universidad y exjefazo del tricolor estatal, quien sirve como vínculo de la “máxima casa de estudios” coahuilense con áreas clave de la administración riquelmista, tales como Planeación, Cultura y Educación, y con cierta estructura del PRI. Las maldicientes cuchichean que lo grave de todo este asunto es que mientras la grilla florece, el nivel académico de la universidad se marchita.

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