La mata sigue dando, y en abundancia, en el caso del contrato del alumbrado público de Torreón en el que acaba de estampar la poderosa el alcalde Miguel Riquelme. Además de las preguntas sin respuesta sobre el curioso proyecto financiero con el que el ayuntamiento hizo parecer como inevitable la concesión del servicio, han surgido dos asuntos peliagudos que seguramente darán mucho de qué hablar en los próximos días. El primero tiene que ver con la licitación que lanzó el ayuntamiento de Los Cabos para renovar una parte del alumbrado del paradisíaco municipio. Resulta que hace unos días se ha desatado una fuerte polémica en aquellas latitudes debido a que, según dicen las lenguas viperinas, la autoridad municipal va a adquirir las nuevas luminarias de tecnología led con un sobreprecio de hasta 60 por ciento (¿pues de a cómo la comisión?, se preguntará usted, agudo lector).
El detalle es que la empresa a la que el ayuntamiento sudcaliforniano le va a comprar las lámparas es la misma que ganó la concesión de más de dos mil millones de pesillos para dar el servicio en la oscura Perla de La Laguna. ¿Qué tal? El otro asunto está relacionado con el fondo de Banobras que en 2012 anunció el gobierno de la República, al final del sexenio de Calderón, para apoyar a los municipios que quieran realizar por su propia cuenta la reconversión tecnológica de sus sistemas de alumbrado. A la fecha, casi todos los ayuntamientos del país, incluido el de Torreón, han desaprovechado el apoyo que brinda Banobras con recursos a fondo perdido y financiamiento con bajas tasas de interés. Las preguntas que caen de sopetón son: ¿por qué el gobierno riquelmista prefirió embarcar a cuatro administraciones posteriores con una millonaria concesión en lugar de hacer uso del fondo para realizar gradualmente la modernización a lo largo de cuatro años y pagar con el ahorro de energía la cómoda deuda que contraería? ¿Acaso a nadie en el ayuntamiento se le ocurrió realizar esta corrida financiera?
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Y como eco de la controvertida sesión de Cabildo en la que se aprobó el alumbrado público, y en la que el PRI tuvo que echar mano de la clásica estrategia de palo o zanahoria con regidores de oposición para conseguir los votos suficientes, suenan a lo lejos, pero cada vez más fuerte, las campanas del adiós para uno de los ediles que traicionó a sus colores. Nuestros subagentes disfrazados de tazas de café descafeinado nos informan que el regidor panista Ignacio Corona está analizando seriamente seguir los pasos del rey del trapecio, Luis Gurza, para próximamente ponerse la camiseta tricolor. Si tomamos en cuenta la condescendencia con la que don Nacho ha tratado a la administración de Riquelme, las porras que lanzado a las promesas del mismo y la ausencia de crítica en sus participaciones, pues ya sólo le falta dejar salir abiertamente al priista que, dicen, todo político lleva dentro. Y a propósito de Luis Gurza, en las redes sociales han circulado con velocidad unos videos en donde aparece el otrora panista de abolengo hablando “lindezas” en contra de su hoy adorado PRI. ¿Ya no se acuerda don Luis de lo mucho que él, junto a su antiguo jefe Guillermo Anaya, odiaba al partido que ahora le da cobijo? ¿Acaso “el que todas quieren” fingirá ahora amnesia?
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A escasos cuatro días de la elección para la renovación del centro recreativo llamado Congreso de Coahuila, ya se saben los nombres de quienes a partir del primero de diciembre de este año comenzarán a ocupar una hamaca legislativa y a cobrar las jugosas dietas a las que tienen derecho, trabajen o no. Sin mover un dedito, sin despeinarse, sin gastar su suela y saliva, varios viejos conocidos de la polaca local se preparan para seguir pegados a la ubre del erario gracias a esa hermosa figura de los pluris. Entre ellos destacan los casos de Jesús de León, número uno en la lista del PAN y fiel alfil del anayismo, y quien parece que ya se cansó de las elecciones luego de ser dos veces candidato a alcalde de Torreón. También aparece Claudia Morales de Olmos, exsecretaria de Turismo, pero no por su partido, el PRI, sino por el Social Demócrata, satélite del tricolor, con lo que se deduce que la también exprimera dama de Torreón contribuirá a la sobrerrepresentación disfrazada del grupo que gobierna la entidad. Otro que resurge es líder de la CNOP estatal, Fausto Destenave, quien encabeza la lista de los priistas luego de pasar meses en la congeladora tras haber sido salpicado por el moreirazo, ya que fue funcionario del gabinete del Profe de la Deuda. Y, casi de ultratumba, regresa el expriista, experredista y líder de líderes precaristas, Abundio Ramírez, que está por volver al Congreso estatal después de años de ausencia, pero ahora por el Partido de la Revolución Coahuilense, otro satélite priista. De don Abundio hay que recordar que cuando se reventó el Monedero de la Gente, allá por 2009 y 2010, fue uno de los máximos defensores de los programas clientelares -perdón, sociales- aplicados por don Humberto Deudas. De este breve repaso de futuros diputados se deduce que hay puro perfilazo, pues.
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Nuestros subagentes disfrazados de patrullas destartaladas y arrumbadas nos comentan que mañana jueves se despejará la gran incógnita sobre si el gobernador de esta endeudada provincia, Rubén Moreira, volverá a sacar la agujereada cartera para apoquinar al Fideicomiso de Seguridad Pública de La Laguna. Y es que, como se recordará, durante dos años el gobierno estatal nomás le ha dado largas al esquema “peso por peso” que popularizó su hermano y antecesor en el Palacio Rosa, cuando había harto dinero gracias a la deuda. El esquema consiste en que los alcaldes de los municipios involucrados apoquinan determinado monto para mejora de sus corporaciones policiacas y el gobierno de Coahuila les da lo mismo. Mañana que se realice en Torreón la Reunión Estatal de Seguridad, a la que asistirán los jefazos de los 38 municipios del estado, funcionarios del gabinetazo de Seguridad, representantes de las fuerzas federales y desde luego el gobernador, se espera que don Rubén les diga a los alcaldes de la región, sobre todo a los que no tienen Subsemun y que están trabajando con las uñas, si va a soltar billete o a pagar en especie para que puedan tener una patrulla, armas o balas que, dicen, se las tienen muy bien contaditas.
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En medio de una acalorada discusión se eligió ayer a quien llevará las riendas del rebaño empresarial lagunero en el CLIP. Nuestros subagentes disfrazados de macetas nos informan que la reunión se puso tensa por el intento de dos grupos de imponer a sendos candidatos. Uno de ellos era Juan Antonio Sifuentes, impulsado por el presidente saliente, Eduardo Castañeda y por el expresidente Omar Gutiérrez de Anda. La idea de ambos personajes era mantener entre amigos la dirigencia y así dejar intacta la línea con la que se ha conducido el Consejo en estos últimos años. Pero quien alzó la voz para frenar al caballo del continuismo fue nada más y nada menos que Juan Adolfo von Bertrab, presidente del Consejo y Fideicomiso de Seguridad Pública, quien alegó que no se cumplían los estatutos con el nombramiento en ciernes. Pero en realidad Von Bertrab quería poner a su amigo Alejandro Gutiérrez, líder de los empresarios de la Ciudad Industrial, quien fue impugnado por los contrarios bajo el argumento de que tiene intereses cercanos con el gobierno estatal, ya que acaba de recibir un jugoso contrato. Además, a don Adolfo le reclamaron que él no tiene voto en el Consejo por estar gestionando los asuntos de seguridad de las autoridades. Luego de varios minutos de forcejeo, ambos grupos optaron por ceder, dejar sus candidatos a un lado y resolver el conflicto con un tercero, que fue Agustín Arellano, el exlíder del Colegio de Arquitectos de La Laguna. No cabe duda que en esta comarca, cualquier puesto que huela a política es motivo de discordia entre los que lo merodean.