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Verdades y Rumores

EL AGENTE 007

Como una truculenta y oscura serie de televisión gringa que se niega a morir, el caso de la megadeuda sigue dando de qué hablar con giros interesantes en su nueva temporada que ponen a trepidar al gobierno de Coahuila. De este lado de la frontera, llaman la atención las reacciones de las autoridades que de alguna manera tuvieron vínculos con el polémico sexenio del tándem Humbero Moreira-Jorge Torres, respecto a la red de corrupción que es investigada en la hermana República de Texas. Pero no crea usted, optimista lector, que dicha reacción se refiere a la celeridad mostrada por las instituciones coahuilenses para esclarecer todas las dudas que existen entorno al caso. Por el contrario. Por ejemplo, el procurador de Coahuila, Homero Ramos, ha asumido una postura de esconderse de la prensa y escabullirse como puede de los pocos actos en los que se presenta con tal de no decir nada sobre cómo marchan las investigaciones sobre las travesuras del extesorero Javier Villarreal y compañía, claro, en caso de que esas investigaciones existan.

Aunque se le ha buscado en reiteradas ocasiones para que dé al menos un indicio de avance, la respuesta siempre es la misma: o no puede, o está en reunión o, de plano, silencio absoluto. Pero quien sí se animó a dar declaraciones fue el jefazo Rubén Moreira, pero su respuesta fue en el tenor del clásico “yo no sabía nada, me vengo enterando apenas”. Además don Rubén arrojó una de esas perlas que bien podrían adornar una antología revisada y aumentada sobre las declaraciones de los políticos de la provincia de la antigua Nueva Extremadura (a la que perteneció Saltillo ya que La Laguna era de la Nueva Vizcaya). Y es que según don Rubén, toda la información del caso de la megadeuda es pública y está disponible en Internet. ¿En serio? No estaría de más que se informara al respetable y ansioso público en qué parte de la página web oficial de su gobierno se encuentra la información de los 18 mil millones de pesillos que no aparecen en las cuentas que entregó la administración de Humberto “Houdini” Moreira, experto en desapariciones. Pero también Armando Plata, auditor estatal, dijo tranquilamente que no se enteró, con lo que los suspicaces concluyen que don Armando “anda armando la amnesia”. A lo mejor algún norte podrían dar sobre el particular los flamantes diputados locales Shamir Fernández, Francisco Tobías y Verónica Martínez, quienes en su anterior gestión de legisladores levantaron la mano para lavar -perdón, reestructurar- la deuda de Moreira I.

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Y en medio de todo este escándalo, comienza a correr por radio pasillo la especie de cambios importantes en el gabinete Moreira. Entre ellos figura el ahora diputado con licencia, Víctor Zamora, quien ha logrado colgarse de una liana para, una vez más, evitar pasar a vivir en el error. Hace algunas semanas se dijo que el legislador licenciado sería nombrado comisionado de Seguridad Pública en sustitución de Ricardo Aguirre Cuéllar, aquel que, recordará usted, se mordió la lengua al señalar que Guillermo Flores, director de Tránsito de Torreón, había reprobado los exámenes de control y confianza, mientras sostenía él mismo una batalla legal para evitar hacer públicos los resultados de sus pruebas. Pero ayer, el mismo Zamora aseguró categóricamente que no sería comisionado de Seguridad (ni lo mande Dios), por lo que ahora se maneja que muy probablemente vaya a ocupar la Secretaría del Trabajo en sustitución de Felícitas Molina. Claro que, con tal de seguir pegado a la ubre del erario, puede ser cualquier cargo -menos comisionado- ya que, como es de todos conocido, don Víctor es un gran trapecista de la nómina que se ha desempeñado en más de una docena de cargos desde tiempos antiguos en áreas tan distintas como Educación, Finanzas y Justicia. No se nos olvide que ser “mil usos” es una de las bonitas virtudes de nuestra clase política. De quien se dice que ya está haciendo sus maletas, que incluso ya mandó a su gente al DF a buscarle hogar y hasta está preparando una pasarela por varios medios a manera de despedida es el secretario de Gobierno, Armando Luna. Aunque hasta ahora no se han revelado los motivos de su posible salto del barco en medio de las aguas tan turbulentas de la provincia, corre la versión de que ocupará un hueso federal en la capirucha del esmog. Habrá que ver.

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Por si no fueran suficientes los problemas por los que atraviesa la entidad en estos momentos, los observadores de la cosa pública con mirada de águila avizoran nuevos escollos y vicisitudes con la multimentada y presumida Reforma Energética. Y es que dentro del paquete que mantuvo a los diputados federales y senadores legislando entre sueños se autorizó la explotación del famoso gas de lutitas con el método de fractura hidráulica y bajo el esquema de “ocupación temporal” de tierras del campo. Además de las broncas ambientales advertidas por los ecologistas, los expertos prevén un tremendo “atorón” en los kafkianos tribunales agrarios cuando se presenten nuevos juicios y se sumen a las torres de archivos de los cuales la mitad no han sido resueltos. Pero no es todo. Líderes campesinos a nivel federal han comenzado a levantar la voz para alertar sobre algo que casi no pasa en esta República fantástica: que lo aprobado por el Congreso sea aprovechado por funcionarios, entre ellos gobernadores, para hacer jugosos negocios ya que, dicen, se ha puesto la mesa de tal manera para que eso suceda. Ojalá que en unos años no terminemos los coahuilenses recordando el sentido verso de López Velarde: “El niño Dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo”.

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En donde parece que se les está pasando la mano es en el Tribunal de Justicia Municipal, que preside Jesús Jasso Frayre, con eso de mandar a todos los protagonistas de colisiones a la barandilla. Nuestros agentes disfrazados de máquinas de escribir arrumbadas nos informan que se han presentado casos de personas que, luego de participar en un choque, son internadas en la ergástula municipal sin razón alguna. Y es que luego de que se les ha aplicado el examen toxicológico correspondiente sin resultar positivo y a pesar de que no hay daños a la propiedad municipal ni lesiones de por medio, algunos ciudadanos han visitado los separos con todo y que cuentan con seguro de responsabilidad civil. Esto supone que la estrategia recaudatoria de la mano dura aplicada por la administración riquelmista está llegando un poco demasiado lejos y que a esa distancia se están cometiendo algunos abusos que, en vez de contribuir a propiciar un clima de confianza respecto a la labor del Tribunal, genera recelo y sospecha sobre cuáles son las verdaderas intenciones de enviar todos los casos de choques a los juzgados municipales. Los maldicentes opinan que ojalá y así de dura fuera la autoridad con quienes en el ayuntamiento pasado hicieron y deshicieron -más lo último que lo primero- en perjuicio de la ciudad. Pero eso está difícil, ya que muchos de los que bailaron en la administración anterior siguen bailando alegres en la actual, pese a lo que había anunciado el alcalde.

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En lo que se asemeja a un terrible déja vù del gobierno de Eduardo Olmos, la presente administración ha comenzado a dar visos de la falta de control interno y fallas en la comunicación entre dependencias municipales. Para muestra, dos casos. Cuentan nuestros subagentes disfrazados de saleros que se han presentado algunos, digamos, roces entre la directora del Instituto Municipal de la Mujer, Dulce Pereda, y el director del DIF Municipal, Guillermo Covarrubias. Nos informan que dichos roces tienen que ver con el principal motivo de discordia en todas las administraciones públicas, o sea, el cochino dinero. Y es que, según dicen, el presupuesto del Instituto se ha visto apretado por las labores que ha tenido que realizar en las oficinas que son su sede y que ya no hay recursos suficientes para programas. Debido a lo anterior, la directora ha buscado la manera de “compartir” algunas tareas con el DIF, que antes dirigía, pero don Guillermo se ha mostrado en desacuerdo con esto, por lo que se ha quejado con el alcalde Riquelme para evitar invasiones y denunciar que a doña Dulce se le olvida que ya nada tiene que ver con el sistema. Otro asunto es uno que refleja que quizá los funcionarios necesitan una “recordadita” de aquel discurso férreo que don Miguel dio al iniciar su administración sobre lo que esperaba de su gente. Y es que nos dicen los subagentes vestidos de maceta que todos los fines de semana parecen “puente” en el Horno Municipal de la Plaza Mayor, ya que es muy complicado encontrar a los servidores públicos desde el viernes para que atiendan los distintos asuntos que les competen. A ver si el munícipe les aprieta las tuercas con miras a la recta final de su primer año de gestión, porque esto apenas está empezando y como que no se ve muy bien que ya se estén echando en el sofá.

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