Llama la atención que don Benito Juárez, el más grande prócer de la historia oficial -ese fabuloso relato de mártires, héroes y villanos- de nuestro país, y sobre todo del priismo, no motive la más mínima referencia de los gobiernos de Durango y Coahuila con motivo del 150 aniversario de su paso por estas tierras, cuando dejó una huella imborrable con decisiones que marcaron el destino de ambas entidades y de La Laguna. Como se sabe, hace siglo y medio, el Benemérito de las Américas decretó la independencia de Coahuila poniendo freno así a los afanes anexionistas del neolonés Santiago Vidaurri; realizó reparto de tierras en Mapimí y Matamoros, en donde un grupo de campesinos defendió valientemente el Archivo General de la Nación que el presidente Juárez les había confiado, y dio a esta población y a la de Lerdo la categoría de villa.
Pero tal parece que estos hechos son irrelevantes para nuestras autoridades y no merecen acto conmemorativo alguno. Y esto contrasta con las grandes fiestas y caravanas que se realizaron para conmemorar el centenario de la Toma de Torreón por parte de la División del Norte de Francisco Villa. ¿Será acaso que ahora no estamos en época electoral y que el amor por la patria sólo es válido cuando se acerca la cita con las urnas? Es pregunta.
Las malas lenguas que nunca descansan hablan de funcionarios municipales beneficiados al amparo de las acciones de gobierno del ayuntamiento riquelmista. Y es que desde hace unos días corren envenenadas versiones respecto a que el jefazo de Obras Públicas, Gerardo Berlanga Gotés, y sus allegados resultaron ser de los ganones con el diagnóstico del alicaído Centro Histórico que la administración encargó a una empresa regiomontana en un típico esquema de triangulación. Dicen los que saben que para el levantamiento de los datos del diagnóstico fue subcontratada una empresa local que tiene vínculos con el citado funcionario, quien, por cierto, se ha mantenido muy calladito en lo que va del cuatrienio y pocos saben qué es lo que está haciendo la dependencia a su cargo. Los malpensados opinan que esto último se debe a que está más preocupado en amarrar esos enjuagues que en, por ejemplo, presentar su plan de trabajo y armar las obras que hasta ahora no se ven. ¿Será? Lo que más alimenta las suspicacias es que dicho diagnóstico, que costó alrededor de 30 millones de pesillos y del que se derivará un proyecto (¡oootro!) de rescate para el sector, viene a sustituir al que se realizó en la pasada administración con asesoría de expertos internacionales y por el que se emitieron facturas de más de un millón de dolarucos. Lo curioso del caso es que, si las autoridades municipales decidieron hacer a un lado el proyecto de la pasada administración porque les pareció que no servía, resulta por demás extraño que el encargado por el actual ayuntamiento se parezca tanto al desechado. Otro de quien se dice que ha salido “ganón” en la administración municipal es del primer cobrador -perdón, regidor- Miguel Mery Ayup. Y es que circulan especies empozoñadas de que detrás del boom de antros en los alrededores de la Plaza Mayor está la mano de quien fue el secretario de Ayuntamiento en la mayor parte del gobierno de Eduardo Olmos. Los maldicientes aseguran que varios de esos negocios están relacionados con don Miguel, quien desde el cuatrienio pasado, dicen, ha mostrado un inusual interés por “gestionar” las licencias correspondientes. Cosas raras que pasan por estos lares.
Con el cambio de membrete al programa clientelar -perdón, asistencial- Oportunidades que anunció el preciso Enrique Peña Nieto, han comenzado a surgir algunos indicios de travesuras que dan a pensar que, más que al argumento oficial de insuficiencia, la modificación se debe a un intento de borrón y cuenta nueva para tapar las irregularidades, como lo hizo en su momento el “Profe de la Deuda”, Humberto Moreira, con el agujereado Monedero de la Gente. Como ejemplo, nuestros subagentes disfrazados de arrieros políticos nos informan de un posible desvío en la estructura de la Secretaría de Salud de Coahuila. Resulta que en el área médica del programa Oportunidades, que depende del Organigrama Público Descentralizado de los Servicios de Salud, hay 120 contratos de trabajadores eventuales, quienes no gozan de prestaciones de ley, pero a su sueldo sí le aplican el rastrillo del ISR, no se vaya a enojar el señor Videgaray. Bueno, al menos eso les dicen sus patrones, porque según los enterados no existen datos en la Secretaría de Hacienda acerca del impuesto supuestamente retenido. Y si el dinero no lo tiene Lolita ¿entonces dónde quedó la bolita? Además de lo anterior, el 31 de julio pasado se les obligó a los empleados a firmar su renuncia con fecha de un mes atrás, con lo que se sospecha que la “limpia” ya había comenzado. Pero esto no es todo. En la coordinación jurisdiccional del programa en Torreón se dice que los encargados se hicieron de la vista gorda ante el desvío del dinerillo destinado originalmente a la operatividad de Oportunidades. Para ello habrían falseado bitácoras de recorridos de las unidades que nunca se hicieron, por lo que los recursos que reportaron como ejercidos, pues han de estar en la bolsa de algunos vivales. Para rematar, los subagentes comentan que los activos y recursos materiales y humanos han sido usados de forma discrecional con fines ajenos al programa. Y aunque dicen que esto está comprobado ante autoridades estatales, éstas se la pasan limándose las uñas y bostezando al aire frente a lo que se antoja que es un desfalco con todas sus letras. Pero ahora que el programa se llamará Prospera (muy atinado nombre ya que seguro los funcionarios se frotan las manos por su futura prosperidad), ya no habrá necesidad de investigar nada. ¡Qué chulada!
Gran conmoción provocó entre la fanaticada de la cosa pública local lo publicado en esta columna respecto a esa criatura llamada Consejo Ciudadano de Transparencia nacida bajo el auspicio del eje Medina Elizondo-Hernández Vélez que controla a la UAdeC y al Implan. Pues resulta estimado lector que, según nuestros subagentes disfrazados de matracas y despensas tricolores, Lorena Medina, la flamante zarina de la transparencia, y Eduardo Holguín, zar de Planeación y Competitividad, no son las únicas piezas estratégicas del mencionado eje, ya que tiene otro alfil en la Fundación Colosio de Torreón: Martha Silvia Argüelles. Nos comentan que dicho organismo no solamente es el encargado de armar la plataforma de campaña del PRI sino que también es la joya más codiciada dentro de la estructura partidista ya que recibe directamente del mismísimo CEN tricolor abundantes recursos -tan escasos en estos tiempos de la megadeuda- y además puede captar donativos de los financiadores de las campañas priistas. Junto con Norma González Córdova, exfuncionaria estatal, la incondicional Sandra López Chavarría y don Salvador, Argüelles se encuentra en la lista de gerentes que han administrado el changarro -disculpe, la Fundación Colosio-, para el eje Medina-Hernández. Los escépticos del discurso oficial, que cada día son más, apuntan a que el eje se encargará, a través de Holguín y Lorena Medina, de cocinar y sazonar con esas yerbas aromáticas y tan de moda llamadas “gobernanza” y “competitividad” los suculentos negocios -disculpe, proyectos- para el “beneficio de la ciudad” y el deleite de los donadores de la Fundación Colosio y los acreedores de la campaña riquelmista. Pero además será doña Lorena, desde el Consejo de Transparencia, la encargada de darles el sello “kosher”, o mejor llamémoslo “UAdeC”, de calidad e higiene. No deja de llamar la atención, en vista de todas estas revelaciones, que el otrora agudo Eduardo Holguín nunca se haya percatado durante su etapa de “crítico” del priismo moreirista que los encargados de operar los abundantes y opacos programas clientelares del Profe Moreira fueron su hoy patrón Miguel Riquelme, quien fue secretario de Desarrollo Regional; el patrón de su patrón, el gober Rubén Moreira, entonces diputado federal y presidente estatal del PRI, y el mismísimo don Salvador, líder de los COMPAS. Pero quizá no sea tan extraño esto, ya que el hoy zar de la Planeación también parece no haberse dado cuenta de los turbios manejos en las facultades de la UAdeC que desde tiempos inmemoriales funcionan como negocio familiar y cuyas cabezas ahora se han introducido en el organigrama municipal, incluyéndolo a él.