Todo indica que la captura de Vicente Carrillo Fuentes, alias “El Viceroy”, agarró de sorpresa a las autoridades estatales y municipales. Al menos eso se deduce de la lentitud con la que reaccionaron los gobiernos de Rubén Moreira y Miguel Riquelme, quienes el mero día de la detención del capo del cártel de Juárez optaron por quedarse calladitos, dicen que para primero enterarse bien de lo que había pasado. Sólo hasta en la noche la administración provincial dio “signos de vida”, pero sólo para enviar un brevísimo comunicado felicitando a las fuerzas federales por su labor. Quien no se aguantó las ganas de hacer declaración fue el alcalde de Gómez Palacio, José Campillo, quien dijo que la aprehensión del hermano del “Señor de los Cielos” fue el resultado de la coordinación entre las autoridades de los tres niveles de gobierno y del trabajo del mando único, Sergio Martínez Castuera.
Por lo visto, don Pepe no estaba enterado de cómo ocurrieron los hechos, porque en el operativo especial orquestado desde la capirucha del esmog sólo participaron policías federales y hasta el mismo general Martínez Castuera optó por guardar silencio porque sabía que no tenía vela en este entierro. De cualquier manera, el alcalde de la vecina ciudad no quiso desaprovechar la oportunidad para quedar bien con el general, no vaya a ser que su policía local se retrase varios meses más y luego quién se encarga de la seguridad en el municipio. Más allá de esto, quedan serias dudas sobre la actuación de las autoridades estatales y municipales en todo este mitote, porque las primeras investigaciones arrojan que Carrillo Fuentes era un asiduo huésped en Torreón e, incluso, hay voces que indican que vivía desde hace varios años por acá sin que nadie le molestara. Tan seguro se sentía el líder del cártel de Juárez que cuando fue capturado andaba a plena luz del día en su camioneta que siempre conducía por una vialidad de alto flujo vehicular y hasta con un arma corta y una larga, por si las moscas. Extraño que ninguno de los abundantes retenes que hay en las calles de la ciudad para detener a los que no traen placas vigentes, ni los despliegues aparatosos contra bares y cantinas lo haya detectado. Dicen los maliciosos que tal vez esto se deba a que “El Viceroy” era un contribuyente cumplido, porque los dos vehículos asegurados, en donde iban las armas, esos sí, estaban debidamente plaqueados. O sea que, al capo, o no lo veían, o no lo querían ver, como tampoco se dieron cuenta de la reunión que llevaron a cabo cuatro jefes de cártel en Piedras Negras en agosto pasado, y en la que participó el propio Carrillo Fuentes, que, por lo visto, se movía a sus anchas por esta provincia. ¡Qué chulada!
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Los que se mostraron muy sorprendidos, pero por otro asunto, fueron los empresarios de la construcción. Y es que, nuestros subagentes que se hacen pasar por mezcla y pala comentan que los acreedores del gobierno de Coahuila, muchos de ellos desde los tiempos del Profe Moreira I, se han mostrado asombrado por la cantidad de dinero que la secretaría de Finanzas dice que les debe, y para la cual se va a pedir oootro crédito por 2,500 millones de pesillos. Pues resulta que los constructores y proveedores dicen que los milloncillos que les deben no son tantos como los que asegura el tesorero estatal Ismael Ramos y que, por lo tanto, o hay un error en los cálculos -cosa que no sería extraña a la luz de la nuevas deudas que han surgido casi por arte de magia-, o el gobierno de la provincia quiere aprovechar esta situación para solicitar préstamos para otros menesteres -lo cual tampoco sería raro si consideramos lo ocurrido en la pasada administración-. Lo cierto es que a la fecha no queda claro cuánto es lo que debe el Palacio Rosa a sus acreedores y las sospechas siguen siendo alimentadas por don Lito con sus constantes evasivas para explicar la situación. Y llama poderosamente la atención que nuevamente se pretenda endeudar al sufrido pueblo coahuilense, de cuyos bolsillos saldrán los pesos y centavos para pagar el futuro crédito bancario, mientras se mantiene en las tinieblas el destino de la mitad de la deuda de la administración anterior y, sobre todo, que en Coahuila permanecen dormidas las investigaciones sobre el cataclismo financiero que tiene al estado sin recursos para obras de infraestructura que detonen el crecimiento de regiones deprimidas como La Laguna. De esas cosas curiosas que ocurren en estas tierras.
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Lo normal es que cuando haya un incendio los bomberos acudan con sus mangueras, pipas de agua y hachas. Pero eso mejora si policías armados y con instinto de Rápido y Furioso al manejar sus camionetas llegan a apoyar… o al menos eso debió pensar el jefazo de Seguridad Pública de Torreón, Adelaido Flores, quien acudió -ahora sí- con velocidad inusitada al siniestro registrado en una empresa en el Parque Industrial de Gómez Palacio. Y hasta se llevó al flamante jefe de Vialidad, Ricardo Handam, aunque no se sabe muy bien para qué. Nuestros subagentes disfrazados de hidrantes tapados nos comentan que al ver el aparatoso despliegue de los muchachos armados del teniente, el director de Protección Civil de la vecina ciudad, Alonso Gómez Vizcarra, le pidió salir del establecimiento en llamas, ya que nada tenían que hacer allí, además de estorbar y asustar a medio mundo con sus rifles. Lo que resulta por demás curioso es que a las emergencias ocurridas en otra ciudad don Adelaido llegue puntual y no a los hechos violentos que se viven a diario en Torreón, por ejemplo los robos violentos que se han reportado en el corredor comercial del bulevar Senderos, los asaltos bancarios, las balaceras, los asesinatos. Ante esto, los agudos observadores de la cosa pública se preguntan ¿qué no tiene suficiente trabajo de este lado de Nazas como para andar atendiendo incendios en otras ciudades? ¿Será acaso que ese es su concepto de coordinación metropolitana? O tal vez ya anda haciendo “méritos” para hacerse cargo de la inexistente Policía Municipal de Gómez Palacio.
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Como se sabe, a la exzarina de Cultura de Torreón, Renata Chapa, se le criticó que carecía de mano izquierda, lo cual en parte derivó en su salida del Instituto y dejó el camino libre para Ruth Idalia Ysáis. Pero nuestros subagentes vestidos de óleos y pinceles nos informan que ahora el problema con doña Ruth es que durante los meses que tiene de gestión también ha demostrado tener dificultades con el uso de las manos, pues dicen que posee dos manos izquierdas. Y es que, contrario a lo que sucedió con su antecesora, a todos los cultureros que se acercan a pedirle apoyo la nueva zarina les dice que sí, pero no les dice cuándo, ni con qué recursos, que es de todos sabido que andan muy escasos. Este asunto ha generado nuevas inconformidades al grado que, aseguran, tiene sus días contados en la silla del Instituto. Para sustituirla, el gobernador Rubén Moreira, perdón, digo, el alcalde Miguel Riquelme, pretende repatriar a Norma González, quien actualmente es la representante del Gobierno de Coahuila en el Distrito Federal, o lo que es lo mismo, embajadora estatal, con todas las comodidades que eso significa. El asunto es que doña Norma no está muy de acuerdo con volver, ya que eso significa dejar el placentero estilo de vida en la capirucha del esmog para venir a Torreón a pelear con el belicoso gremio de la cultura local. Este enroque dejaría vacante la representación estatal en la gran Tenochtitlán, aunque no por mucho tiempo. Por ahí suena que el secretario de Gobierno, Armando Luna, ya se frota las manos y se prepara para hacer su arribo al DF y posiblemente ocupar la oficina que González va a dejar, como para irse aclimatando para la pluri que lo lleve directito a una hamaca con bono en San Lázaro.
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Y en cosas que ocurren en la provincia del otro lado del río, dicen los que saben que la lucha por la dirigencia del PAN estatal es lo más parecido a la rifa del tigre. Lo peor del caso es que los aspirantes a dirigir al descarriado rebaño azul, Pedro Toquero y Juan Quiñones, lo saben, aunque ese conocimiento no alcanza para mostrar una estrategia sobre cómo hacerle para unir al partido que tiene más pugnas internas que militantes. Tal parece que el panismo duranguense se ha resignado a ser una oposición que busca sólo repartirse las migajas que le deja el PRI, que sigue ejerciendo el poder como en la época de Plutarco Elías Calles. Así lo demuestran las bancadas azules en los cabildos y en la sucursal legislativa del gobierno de Jorge Herrera -perdón, Congreso local-, en donde los panistas no se ponen de acuerdo ni en el café que van a tomar en sus reuniones y no faltan varios que le hacen la barba al señor gobernador. Con este panorama, los espectadores del pancracio político duranguense se preguntan: ¿a qué le tiran cuando sueñan don Pedro y don Juan? Porque la unidad panista que tanto dicen abanderar parece un cuento olvidado en algún pergamino.