Todo indica que en el caso del proyecto de renovación del viejo alumbrado público de Torreón está saliendo más caro el caldo que las albóndigas. En julio pasado, el tesorero Enrique Mota declaró de forma vehemente que ellos no serían “sólo compradores de lámparas”, argumento que usó para defender el polémico contrato de 3,000 millones que le salió más caro que al DF. Pero nuestros subagentes disfrazados de cables salidos nos reportan que es precisamente eso lo que se evidencia en varias colonias del oriente en donde ya se realizó la dichosa modernización. Resulta que en esos sitios se observan los mismos arbotantes oxidados con las luminarias Led ya instaladas que arrojan una fría luz que a veces deja más penumbra que la mente de muchos funcionarios. ¿Dónde está, entonces, el proyecto de renovación integral?, se preguntará usted con justa razón, agudo lector. Pero la cosa no para ahí.
Y es que en el asunto de la vigilancia de los trabajos ya no se sabe quién supervisa a quién. Por un lado Construlita asegura llevar avances importantes en el proyecto de colocación de luminarias, aunque se desconoce qué entienden por avances, ya que, por el otro, tiene un tiradero de escombro y zanjas abiertas por todo el Centro Histórico mientras en las colonias no ha hecho ningún agujero. Tal parece que las empresas subcontratadas por Construlita nomás se están haciendo patos cambiando los foquitos sin hacer lo mismo con los cables, transformadores, fotoceldas y otros elementos que aseguren que no van a seguir las eternas fallas en las lámparas. Y el vocero de la empresa ganona, Armando de la Rosa, no sale del ya clásico discurso de que toda la culpa es del vandalismo, y ha prometido, a toro pasado, que van a hacer nuevos recorridos en colonias y vialidades para poner lámparas y postes donde haga falta y que si las luces están con baja intensidad es porque están haciendo pruebas. Pero la realidad es que hasta ahora nadie garantiza, ni la concesionaria, ni Servicios Públicos, ni la supervisora Digital del Norte, vamos, ni el mismísimo alcalde Riquelme, que realmente esto de la costosa reconversión tecnológica en el alumbrado no vaya a quedar sólo en buenas intenciones, como siempre pasa por estos lares.
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A quien le viene muy bien la oscuridad de las calles de Torreón es al director regional de la Conagua, Armando García Triana, para no ser visto por la prensa. Y es que el guardián de las aguas de la comarca se ha empeñado en los últimos días en “hacerse el desaparecido” para no tocar un tema de harta sensibilidad para la comunidad lagunera. Misteriosamente, desde que se denunció que la contaminación con aguas pestilentes continúa felizmente y sin pena alguna en el lecho seco del río Nazas, don Armando ha estado “muy ocupado”, con viajes y reuniones y citas y llamadas y... agregue usted lo que guste. Los cierto es que la dependencia que dirige se ha hecho de la vista obesa al igual que las demás autoridades que, aunque menor, también tienen responsabilidad. Es por ello que nuestros subagentes disfrazados de piedras de río han comenzado a hacer el trabajo que se resisten a desempeñar las autoridades, Conagua específicamente. Entre los primeros avances de sus indagatorias nos reportan que, según versiones recogidas, hay una importante empresa gomezpalatina que se pasa por el arco del triunfo las normas ambientales y está arrojando al Padre Nazas sus aguas residuales sin empacho alguno. Pero también hay versiones que apuntan a que se trata de los sistemas operadores de agua de las hermanas ciudades de Torreón y Gómez Palacio, aunque, claro está, no se atrevan a reconocerlo. Y mientras Conagua se digna a responder y actuar, la “mancha voraz” crece en el lecho seco del río en donde, por ciento, se contempla construir una de las áreas verdes más grandes de la zona metropolitana. Tal vez las autoridades quieran que los “espejos de agua” estén a tono con el del Bosque Urbano, en donde el agua del lago tiene un agradable color verde oscuro, aunque en el caso del lecho seco, también pestilente.
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En plena era digital, la bancada del PAN en la oficina legislativa del gobernador -perdón, Congreso local- funciona todavía con bulbos. O al menos eso se deduce de que apenas hasta ahora se dieron cuenta de que la famosa comisión especial de la deuda de Coahuila no era otra cosa sino una simulación, o mejor dicho, un sabroso atole con el dedo. Y en un intento por hacer parecer que está fajándose los pantalones al cierre de la legislatura, la mitad del grupo parlamentario renunció a seguir participando en ese circo. Sí, la mitad de la fracción, o sea, Fernando Gutiérrez, ya que la otra mitad la compone su correligionario Edmundo Gómez. El asunto es que, según su comunicado, “El Gutiz” se hartó de toda esta faramalla y decidió abandonar sus asientos de primera fila en el teatro del horror de la deuda de Coahuila para ya no ser parte de la farsa. La gran pregunta que surge en la mente de los agudos espectadores de la cosa pública es ¿por qué hasta ahora? De todos es sabido que esa comisión nunca funcionó y que nunca va a funcionar por el simple hecho de que el gobierno provincial y sus huestes tricolores en el Congreso, en donde son aplastante mayoría, no tienen el más mínimo interés de informar a dónde fue a parar la mitad de la deuda que no aparece en ninguna cuenta pública. Incluso, los propios priistas se encargaron de hacérselo ver a los diputados del PAN en ¡29 ocasiones!, que es el número de puntos de acuerdo sobre el tema que les han bateado en la tribuna. Los observadores maliciosos cuestionan que con tanto batazo y cerrazón del PRI por qué los panistas no construyeron una estrategia más contundente para averiguar de una vez por todas cómo estuvo el enjuague, en vez de acompañar al gobernador Moreira en sus viajes de promoción por Asia, como lo hizo don Fernando. Dicen los avezados que esta renuncia de “El Gutiz” no es otra cosa que el anuncio de que el tema de la oscura deuda será usado -nuevamente- como bandera electoral en las campañas de 2015, y una vez que pase la elección, cada quien a lo suyo. Pobre Coahuila.
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Circulan especies de que los diputados locales de Coahuila podrían ser balconeados próximamente en el Congreso de la Unión. Cuentan que debajo de la estrategia que han emprendido dos ciudadanos coahuilenses para tumbar la controvertida Ley de desaparecidos, que endosa responsabilidades del gobierno a empresarios, se está fraguando otra para exigir que los legisladores estatales sean sometidos a juicio político ¡Pum! Los argumentos que esgrimen los promotores de este golpe es que los diputados se excedieron en su obediencia al gobernador al aprobar una ley que contraviene no sólo leyes federales sino la mismísima Constitución que, aunque toda parchada, sigue siendo la carta magna de la República. Se sabe que los empresarios quejosos, a los que los convenencieros organismos cúpula de la IP han dejado solos en su lucha, están armando el documento que presentarán a los legisladores federales para que les jalen las orejas a los empleados del gober en el Congreso local. No obstante, los conocedores de las argucias legales aseguran que el juicio difícilmente va a prosperar, además de que los legisladores ya están preparando sus maletas para irse por lo que difícilmente habría una consecuencia. En todo caso, se sentaría un precedente y la solicitud serviría para exhibir a los soldados de don Rubén. Mientras tanto, el tema sigue dando mucha tela de donde cortar y ya el futuro legislador local neopriista y renegado expanista, Luis Gurza, adelantó que podría haber cambios en la ley de marras en la próxima legislatura. A ver si es cierto o si lo dejan.
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El desfile del pasado lunes para conmemorar el 104 aniversario de la Revolución Mexicana fue uno de los más largos que se han tenido en los años recientes, tan largo que varios de los funcionarios asistentes no veían la hora de que todo el show terminara. Lo que al principio fue una grata sorpresa por la amplia participación de la gente, a pesar de las bajas temperaturas, al paso de las horas se tornó en cansancio. Y es que dicen nuestros subagentes disfrazados de tambor que con el ánimo de lucirse el profesor Tomás Ríos, encargado de los actos cívicos del ayuntamiento, muy acomedido invitó a medio mundo, lo que ocasionó que el evento durara poco más de tres horas. Las autoridades municipales y los altos mandos militares nomás se movían de un lado para otro y cambiaban de pierna de apoyo en signo de desesperación. Incluso hubo ediles, como la síndica Cristina Gómez, que prefirieron entretenerse observando su celular todo el tiempo, y otros como el regidor Roberto Rodríguez que sacó su cigarro electrónico para matar las largas horas. Y para la anécdota, quedó un incidente que evidenció la novatez de las autoridades municipales en la organización de este tipo de actos. Cuando la representante de las instituciones participantes solicitó la autorización para iniciar el desfile, los funcionarios presentes sólo se volteaban a ver en espera de un signo, una señal. De pronto las miradas se concentraron en el alcalde Miguel Riquelme, quien en voz baja le dijo a uno de sus empleados que dijera que sí, que ya estaba autorizado y que empezara el espectáculo. Seguro que a raíz de todo lo anterior habrá ajustes en la organización de los desfiles revolucionarios. Bueno, al menos eso ocurriría en un municipio, digamos, serio.