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Verdades y Rumores

EL AGENTE 007

Cuentan que no sólo en la República Azteca causó sorpresa la liberación bajo “moche” -perdón, fianza- del extesorero Javier Villarreal, gran mago del dinero y ahora escapista, pues ya ha entrado y salido de tres prisiones. También en la hermana República del Sombrero Tejano hubo rostros sorprendidos, sobre todo por la forma tan silenciosa con la que se puso en libertad a semejante personaje. Dicen los conocedores de las leyes del Tío Sam que resulta harto extraño que las autoridades federales lleven un caso como éste en lo oscurito, lejos de los medios y el público interesado en conocer las mañas con las que don Javier desapareció dinero de Coahuila y lo hizo aparecer en propiedades y cuentas al otro lado del río Grande y en algunos paraísos fiscales del caribe. Y tan escondido tienen el caso que el extesorero dejó la cárcel del condado de Guadalupe hace dos meses sin que nadie se diera cuenta, y hasta dicen que andaba en el “Best Buy” muy quitado de la pena aprovechando los ofertones del Viernes Negro del Día de Acción de Gracias.

Pero la liberación en tinieblas de una persona que ha confesado haber participado en enjuagues de lavado y transporte de dinero despierta numerosas intrigas en los amantes del sospechosismo. La más simple de ellas es que a los gringos, como a todos, sólo les importa el dinero -por cierto, hasta ahora han recibido 8.8 millones de billetes verdes de manos del extesorero, de los 35 millones que llegó a invertir en cuentas y propiedades-. Pero hay otras versiones más sofisticadas que se aventuran por los caminos de las melodías que el exzar financiero del Profe Moreira I ha entonado a los fiscales y que, cual flautista de Hamelin, los llevarían a seguir la pista a otros personajes de la trama y, sobre todo, a sus inversiones. Es decir, no sólo son las cuentas y propiedades de Villarreal lo que el Tío Sam busca, sino también las de sus cómplices, por lo menos media docena según lo que se sabe. Y entre ellos podría figurar el exobernador de Coahuila, Humberto, en cuya casa, según acusaciones, se habrían pactado algunas entregas de dinero a otra pieza de la trama, Rolando González Treviño, detenido mas no confeso. Y, claro, también figura en la conexión el exgober interino, Jorge Torres López, quien se encuentra en calidad de fugitivo y que tiene una cuenta congelada por 2.7 millones de dolarucos tras la cual ya andan los agentes americanos. Así que, de aquí al 29 de enero, fecha de la próxima audiencia de Villarreal, aún puede haber sorpresas.

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Quienes están muy contentos con el trabajo desempeñado por el auditor estatal Armando Plata son los trabajadores de la oficina legislativa del señor gobernador, es decir, el Congreso local. Y tan contentos están que casi de forma unánime le dieron ayer luz verde para que continúe en el cargo por ocho añitos más. Nada más les faltó que lo ovacionaran. Pero cómo no van a estar contentos si hasta ahora en el caso de la megadeuda estatal nada se ha movido en Coahuila, a pesar de las denuncias y las publicaciones que se han hecho en medios de comunicación. Y casi inmediatamente después de confirmada su estancia en el cargo de fiscalizador, don Armando declaró -para que no quede duda para quién trabaja- que él no va a hablar del robo de documentos que presuntamente avalan el destino de la deuda ni del faltante de dinero de las arcas estatales. Es más, para acabar pronto, dijo que con las querellas que ha presentado -y que, por cierto, nadie ha investigado- el “moreirazo” para él y su gente es caso cerrado. Y a otra cosa mariposa. Pero esta actitud no debe extrañarle, estimado lector, ya que el auditor Plata fue un fiel soldado del exgober Humberto Moreira, para quien trabajó entre 2005 y 2007 como subsecretario de Auditoría de la contraloría estatal, y de donde saltó al cargo que ahora ocupa. ¿Y adivine quién era el titular de la contraloría en ese entonces? Pues Ismael Ramos, actual secretario de Finanzas, el mismo que recientemente dijo -aunque luego se desdijo- que los documentos habían sido robados. Con este antecedente, queda por demás explicada la continuidad de don Armando al frente de la Auditoría. Lo que llama la atención es el silencio que guardaron los panistas en el Congreso, Edmundo Gómez y Fernando Gutiérrez, ya que no aprovecharon el espacio para realizar pronunciamiento alguno. Tal parece que ellos también están muy conformes con esta reelección.

Nuestros subagentes vestidos de repartidores de comida, de esos que arriesgan su vida a diario en las peligrosas calles de la Perla de la Laguna, nos informan de un “trabajito” que a diario tienen encomendado y que no es nada fácil de cumplir. Se trata de atender a la medida y al deseo, es decir, pronto y muy bien, a un exigente cliente que se ha convertido en clientazo de restaurantes y fondas locales. Dicho cliente es nada más y nada menos que la Tesorería Municipal de Torreón de la que hasta ahora se ignoraba que tenía “viáticos locales” o “caja chica’’ (eso de chica es un decir) para financiar a diario y a costa del erario banquetes para cuando menos 20 empleados de confianza que son consentidos con desayunos y comidas cómodamente en sus oficinas. Los mal pensados que abundan por todos lados se preguntan en qué rubro de las cuentas públicas y bajo qué concepto se registra la sangría mensual que esto le genera a las arcas que se llenan de los bolsillos agujereados del sufrido pueblo. Porque no es lo mismo gastar para alimentar a la tropa de la Policía Municipal que anda en la calle, que a un grupito de burócratas VIP que ya se acostumbraron a la buena comida patrocinada, cuando bien pueden alimentarse en sus casas o pagarse de su sueldo las comidas en restaurantes, como todos los empleados.

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En la Dirección de Urbanismo que comanda el trapecista de las nóminas, Gabriel Calvillo, las quejas por travesuras y excesos burocráticos siguen apilándose en los escritorios sin que el inquilino del séptimo piso de la Presidencia Municipal se digne a echarle siquiera un ojo. Nuestros subagentes vestidos de despachadores de conocidos cafés nos informan que la labor del funcionario municipal parece tener un enfoque primordialmente social, y no porque sea dado a otorgar ayuda asistencial, sino porque es aficionado a los llamados “lugares de sociedad”. Cuentan que en vez de atender sus funciones y horarios de burócrata y enterarse de lo que hacen o dejan de hacer sus subordinados, se la pasa haciendo “arreglos” con quien se deje, al calor del café de las 11 de la mañana en algunos de los lugares de moda donde se le ve con desarrolladores de vivienda, empresarios o representantes de tiendas de franquicia. Y mientras esto sucede, algunos empleados suyos aplican la clásica “manita de puerco” a quienes se acercan a realizar algún trámite. Se menciona a una persona de nombre Marisa, cuya eficiencia es tan notable que no le importa parar una obra aunque esté a horas de inaugurarse, como sucedió recientemente con la tienda Aurrerá que se abrió al sur de la ciudad. Según cuentan, la tienda se abriría un jueves, pero la licencia de construcción se venció el miércoles, de manera que ni tarda ni perezosa mandó parar todo en vez de facilitar el nuevo trámite. Y dicen que hay por lo menos 10 casos similares de empresas que tienen un mal concepto de la administración municipal y las supuestas “facilidades” que se les dan para instalarse en Torreón.

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Nuestros subagentes disfrazados de meseros nos informan que los dueños de bares y restaurantes están muy enojados con el gobierno de Miguel Riquelme por la postura que consideran intransigente de no aumentar el horario de venta de bebidas espirituosas. Y es que los restauranteros, agremiados en la Canirac, aseguran que el límite de las dos de la mañana no es más que una simulación, como tantas otras cosas en esta fantástica región. Número uno: porque no todos los bares lo respetan y para los noctámbulos empedernidos es un secreto a voces que hay algunos antros privilegiados que cierran después de la hora indicada. ¿Serán acaso los vinculados con funcionarios municipales o con amigos de éstos? Conste que es pregunta. Número dos: porque muchos amantes de la noche optan por cruzar el río Nazas, sorteando los operativos de alcoholímetro, para seguirla en algunos centros de diversión de la industriosa ciudad de Gómez Palacio, en la que se supone se iba a homologar el horario, puro espíritu metropolitano en estas fechas. Y número tres: porque los comensales se quejan de que las medidas aplicadas sólo sirven para que algunos policías municipales y agentes de vialidad, que están a la caza de los incautos afuera de los bares, hagan su agosto en pleno diciembre. Los propietarios de estos establecimientos se cuestionan si no sería más eficiente y productivo medir con la misma vara a todos los antros y demás centros nocturnos -incluyendo los que organizan bailes que ahora terminan hasta las 5 de la mañana-, reforzar el operativo de alcoholímetro y las campañas de prevención para evitar las fugas a Gómez y las “mordidas” de los agentes.

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