Parece que se quedó corto en sus cálculos al jefazo de Torreón, Miguel Riquelme, respecto a la duración de su luna de miel con los regidores de oposición. Recordemos que en su primer mensaje al flamante Cabildo el primero de enero, don Miguel dijo: “sé que vamos a ser un Cabildo muy responsable, pero también sé que la luna de miel puede terminar en unas cuantas sesiones”. Y pues apenas va una sesión y ya se ven nubarrones en el horizonte. Nuestros subagentes disfrazados de Reyes Magos nos informan que la fría mañana del pasado seis de enero, en la que gustoso compartía la rosca -cortesía del erario- con la ciudadanía en la Plaza Mayor, el jefazo nomás veía de reojo y cierto recelo un módulo donde la décimo séptima regidora por el PAN, Verónica Soto, entregaba muy feliz de la vida grandes bolos para la chamacada.
Las bolsas atiborradas de palomitas con algunos caramelos llamaron la atención de los niños y sus madres que pronto hicieron fila para obtener algunos de los bolos que disfrutaron luego de morderle duro a la rosca de don Miguel, a quien la competencia no le cayó muy bien que digamos. Para acabarla de amolar, también dicen que en el sexto piso del nuevo palacete municipal otros panistas ya andan haciendo ruido porque quieren que les muestren las cuentas públicas del mes de diciembre y las correspondientes al último trimestre del 2013 para saber todita la verdad de cómo fue que el exjefazo Eduardo Olmos dejó las deudas, sobre todo las de los proveedores, quienes ya andan empeñando hasta sus vehículos para pagar la raya, temerosos de que no les quieran reconocer como acreedores.
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Además del polémico nombramiento del director de Tránsito, otros ungimientos han generado ruido en el arranque de la administración del jefazo Miguel Riquelme. Ya hablábamos la semana pasada de la incógnita que genera la continuidad de personajes de cuestionable trabajo como Mario Cepeda, en Desarrollo Social; David Fernández, en Servicios Públicos, y Marco Mora Varela, en Autotransporte, quien no sólo mantuvo el hueso, sino que le dieron uno más grande. Otras asignaciones que pintan para generar polémica son las de Jaime Russek, como director de Desarrollo Económico, quien ya recibió el primer dardo de la iniciativa privada por cortesía del presidente de Coparmex Laguna, Roberto Muñoz. Resulta que don Roberto apenas se enteró del nombramiento y ni tardo ni perezoso ya hizo el berrinche porque considera que el reparto de ese hueso no responde a la solicitud que le hicieron al jefazo Miguel Riquelme “de renovar a la gente en las posiciones clave de su gobierno”. Y es que hay que recordar que don Jaime, digno integrante de la clase de empresarios-políticos (o políticos-empresarios, como guste) de la región, fue subsecretario regional de Turismo en los tiempos de Moreira I y, más recientemente, ya en los tiempos de Moreira II, subsecretario de Fomento Económico. Las mentes perversas -que siempre andan pensando mal- han tratado de recordar lo relevante de ambas gestiones… y siguen tratando hasta ahora, sin resultado alguno. Otro antiguo poblador de las nóminas que regresa es Ricardo Hamdan Huereca, rescatado del exilio para ocupar la Dirección de Protección Civil, en lugar de Nelson Lozada, a quien se le frustró el anhelo de repetir en el cargo. Don Ricardo fue director de Comunicaciones y Transportes allá por los lejanos tiempos de Rogelio Montemayor como gobernador. Ya con Enrique Martínez, se le dio la encomienda en 2001 de tomar las riendas de la secretaría técnica del Fideicomiso del Programa de Metales, donde tuvo varios problemas. En abril de 2004, fue solicitada al Congreso local una auditoría a dicho Programa debido a las múltiples quejas de familias que decían no recibir la atención que se había prometido y que pedían incluso la renuncia del funcionario. Según versiones de diputados de oposición, el Fideicomiso llegó a manejar casi 100 millones de pesillos sin la certeza de que se haya utilizado para su objetivo original. Al final, el mentado Fideicomiso desapareció en medio de una nube de dudas y sospechas. Otro detalle de don Ricardo es que, según nuestros subagentes disfrazados de arneses de seguridad, no cuenta con la certificación que todo jefazo de Protección Civil debe tener por Ley, aunque dicen por ahí que ya la anda tramitando.
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Y el que anda sudando la gota gorda en estos primero días del año es Gabriel Calvillo, exprimer becado del Estado y ahora flamante director de Ordenamiento Territorial y Urbanismo de Torreón. Y es que una de sus primeras encomiendas fue “atender” a los vecinos de la colonia Carmen Romano, que desde el lunes pasado montaron un plantón para quejarse por la instalación de una antena de telecomunicación. Dicen nuestros informantes disfrazados de microondas que don Gabriel llegó a la manifestación saludando a todos los presentes como si se tratara de un mitin político y al principio se comprometió a solucionar el conflicto y hasta presumió varias veces el nuevo eslogan de su patrón, Miguel Riquelme: “hagámoslo juntos, hagámoslo bien”. Sin embargo, al ver que los vecinos nomás no aceptaban razones empezó a usar una que otra maña retórica para convencerlos de retirarse. Primero les dijo que “hay otros problemas más importantes en la ciudad”, frase que, obvio, no surtió el efecto esperado. Luego les dijo que las antenas “no hacían daño a la salud”, lo cual tampoco convenció a los encanijados vecinos. Ya como último recurso, desesperado, don Gabriel utilizó una variante del “¿Y yo por qué?” del expreciso Vicente Fox, al decirles a los quejosos que él no era autoridad para quitar el mentado aparato y punto. La situación se puso tan tensa que hasta tuvieron que pedir la presencia de policías para evitar una trifulca. Como pudo, el director de Urbanismo se despidió de los vecinos y les prometió revisar el caso con “más calma”… o sea que les dijo: “ahí se ven”.
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Gran sorpresa causó en toda la bella provincia interna de Coahuila la intervención quirúrgica a la que fue sometido el jefazo de jefes, Rubén Moreira. Y es que sin decir “agua va”, de pronto la oficina de Comunicación Social mandó un comunicado informando que don Rubén estaba en el Hospital Universitario de Saltillo en donde le practicaron dos operaciones. Las repentinas cirugías motivaron preocupación entre los súbditos -perdón, ciudadanos- de toda la provincia y generaron también entre los maledicientes, que nunca faltan, cuchicheos sobre si no tendremos en Coahuila un Fausto Vallejo en ciernes. Como bien recordará, amable lector, el virrey de Michoacán ha sufrido múltiples males que lo han mantenido alejado del ejercicio del poder la mayor parte de su mandato. Y es que, dicho sea de paso, don Rubén ya había sido intervenido en 2010 de otra afección. Pero más allá de estos murmullos maledicientes, lo cierto es que el gober ya se recuperó de sus operaciones y ya anda circulando y hasta condonando, aunque sea a destiempo y parcialmente, impuestos como la tenencia. Este agente le desea una pronta recuperación.
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Y ya que hablamos de padecimientos, a quien ya se le empezó a hacer bolas el engrudo es al jefazo de Salud de Coahuila, Lauro Cortés, por el asunto de los casos de influenza AH1N1. Y es que en medio de la psicosis que se ha generado, sobre todo en redes sociales, por la presunta muerte de varias personas infectadas con el virus, las autoridades sanitarias han soltado a cuenta gotas la información y con algunas contradicciones entre ellas. Mientras que en Torreón la Jurisidicción Sanitaria VI reporta una cifra, en la urbe de adobe se reporta una mayor, lo cual genera confusión entre el ya de por sí confundido y resfriado pueblo. Así las cosas, el Congreso local aprobó ayer que don Lauro sea citado a comparecer para que se termine la controversia y aclare punto por punto cómo está el asunto de la mentada influenza AH1N1 y qué tan grave es la situación. Pero parece que todo esto al jefazo de Salud le tiene muy sin cuidado ya que, de acuerdo a los informes de nuestros subagentes disfrazados de cuchillos, fue visto en estos días en un conocido restaurante argentino de la capital coahuilense, degustando sabrosos cortes y departiendo en una larga sobremesa con otros funcionarios. O sea que mientras el pueblo tiembla de frío y temor, él no se la pasa nada mal.