Ya estaba todo listo para que en la sesión de ayer de la dependencia legislativa del Gobierno de Coahuila -perdón, Congreso estatal- se presentara el acuerdo para crear la comisión especial de la megadeuda, aquella que el jefazo de jefes Rubén Moreira se sacó de la manga durante su comparecencia con motivo de su segundo informe de gobierno. Pero así como desaparecieron 18 mil millones de pesillos de las cuentas públicas de la pasada administración, así mismo desapareció el punto del orden del día. Nuestros subagentes disfrazados de bolígrafos sin tinta nos informan que, previo a la sesión, los diputados de la Junta de Gobierno del Congreso, presidida por el pastor priista Eliseo Mendoza Berrueto, se reunieron y decidieron, por sus pistolas, sacar el asunto de la agenda, por lo que, en menos de una hora, la democrática junta modificó el orden del día de la sesión.
Las voces de reclamo de la minioposición en la cámara no se hicieron esperar. En la Sala de Sesiones, mientras se pasaba lista de asistencia, el panista Fernando Gutiérrez y el priista José Luis Moreno se enfrascaron en una discusión en la que el tema central fue el manoseo del orden del día. Aunque sus gritos se escucharon por todo el recinto, los colegas curulecos dijeron que se estaban “poniendo de acuerdo”. Pero luego don Fernando acusó a don Eliseo de frenar la creación de la comisión como parte del bloqueo tricolor hacia todo lo que huela a “moreirazo”. Lo cierto es que el pastor priista del Congreso argumentó que aún “no le quedaba claro” qué iba a realizar la mentada comisión y que, por lo tanto, necesitaba preguntar a su patrón, don Rubén, qué tenía en la mente cuando lanzó semejante “propuesta” (note usted el eufemismo). Así que, antes de que el pleno de la cámara toque el tema, don Eliseo acudirá al jefazo de jefes para decirle: “disculpe, señor, ¿me puede repetir cuál fue la orden?”. No obstante, las omnipresentes lenguas viperinas ya se cuestionan el para qué de tanto sainete si es de todos sabido que cuando los políticos no quieren resolver un asunto, crean una linda comisión para que sólo le dé una revolcada al problema.
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Quien asumió con muchos bríos su nueva encomienda como almirante del portaviones llamado Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento, fue Xavier Herrera Arroyo, sobreviviente del pasado gobierno local. Llegó cortando cien cabezas de integrantes de la robusta fuerza aérea del Simas y ya afila la guadaña para cercenar otras tantas. Y ya hasta les leyó la cartilla (bueno, eso dice él), con emplazamiento de resultados y toda la cosa, a los gerentes de la empresa, entre ellos al polémico y también sobreviviente Raymundo Rodríguez, de quien han empezado a ventilar cada vez con mayor fuerza las “travesurillas” que anduvo haciendo en redes y norias durante la campaña. Pero nuestros subagentes vestidos de colector caído nos informan que la nave del almirante Herrera presenta dos grandes agujeros por donde podría empezar a hacer agua. Se trata de dos personajes muy aficionados al fino deporte del chanchullo y el sabotaje. Uno de ellos es Omar Morales, quien se siente artífice del triunfo electoral del jefazo Miguel Riquelme. Los maldicientes dicen que Don Omar, flamante gerente de Servicios Administrativos, hizo en el cuatrienio pasado todo tipo de travesuras con las compras del Simas, entre las que se mencionan el arreglo de vehículos en talleres “amigos” y a precios más altos que el promedio. El otro personaje es el exhacker oficial del ayuntamiento, Luis Fernando Gallardo, de quien se sospecha ha hecho un pacto con las fuerzas del Hades para que, pese a todas las quejas por sabotaje de sistemas que hay en su contra, le hayan encontrado un refugio de 36 mil pesillos al mes en el departamento de Informática del Simas. ¿Podrá (y querrá) el almirante Herrera meter en cintura a este par de traviesos marineros?
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Y el que tuvo su bautizo de fuego y salió chamuscado fue el nuevo capitán de Protección Civil, Ricardo Handam Huereca, que todavía anda tramitando su certificado del Cenapred. Resulta que el domingo por la tarde, con el ventarrón marca “Poltergeist” que hizo volar árboles reales y artificiales y otros objetos, todo fue confusión en el área de don Ricardo, quien tuvo que interrumpir su sabrosa comida en conocido restaurante de la ciudad para ver qué es lo que estaba pasando. Pero parece que nomás se asomó por la ventana del establecimiento en donde degustaba sus sagrados alimentos, porque en su primer reporte oficial como capitán de Protección Civil dijo que el viento “no había traído mayores afectaciones ya que las ráfagas habían sido de 25 kilómetros por hora”. Respecto a la caída el árbol artificial en la Plaza Mayor, la primera mención fue casi como “ah, por cierto, también se desplomó el pino de Navidad”. Pero luego se dieron cuenta que los daños fueron mucho mayores y fue cuando reportaron, ahora sí, la gran cantidad de árboles caídos y el desplome de la barda del Panteón Municipal I. Cuentan nuestros subagentes disfrazados de arneses sueltos que mientras Handam termina la famosa “curva de aprendizaje”, el “bueno” en Protección Civil seguirá siendo Hugo Prado, alias “el Cuñado de Nelson Lozada”, el anterior capitán. El lado amable del ventarrón es que le ahorró al Gobierno de Coahuila el trabajo de desarmar el pino de Navidad, con eso del plan de austeridad, es decir, que no hay dinero por la deuda, ya le hicieron ofrendas y sacrificios al dios Eolo por favor recibido.
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Las apuestas se empiezan a elevar respecto a si el jefazo Miguel Riquelme logrará este año su promesa de bajar en un 25 por ciento el gasto de servicios personales del ayuntamiento. Y es que don Miguel ha comenzado a mandar señales contradictorias. Por una parte saca la guadaña para dejar fuera de la sagrada nómina a los aviadores -perdón, trabajadores que cobran por honorarios-, y lleva a cabo la fusión de dependencias municipales. Pero por la otra, inventa puestos de dudosa necesidad y crea institutos que manejarán de forma independiente la contabilidad, lo cual puede prestarse a maquillaje y simulación a la hora de presentar las cuentas públicas de la administración central excluyendo la de los institutos. Sólo por citar un ejemplo de lo primero, en días recientes don Miguel anunció con bombo y platillo el arranque del programa “Cero Baches” con el cual pretende quitarle a las calles de Torreón el aspecto lunar que actualmente tienen. Todo esto está muy bien. El detalle es que para echar a andar dicho programa no fue suficiente la actual estructura de Atención Ciudadana, Servicios Públicos u Obras Públicas, sino que se creó una oficina de coordinación del programa (así le dicen) que estará bajo el mando (es un decir) de Francisco Meléndez. Las malas lenguas se preguntan si al menos sabe él para qué sirve esa oficina, ya que se supone que la Junta de Mejoras Materiales es la encargada de tapar los pozos y zanjas que deja el Simas -y para lo cual se paga un impuesto-, y que los reportes los recibe el nuevo súper call center del servicio 073. Pero resulta que el flamante coordinador ni siquiera maneja la cuenta @cerobachesTrn, sino que son dos empleadas las que atienden los reportes. O sea, tres personas -y tres sueldos- para manejar una cuenta de twitter y sacar del anonimato a don Francisco, de quien se desconocen sus méritos y gracias.
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Enorme asombro ha causado entre la población una serie de portentos que se han registrado en días recientes. Primero, la aparición de “figuras” extrañas en los cultivos de avena del ejido Hormiguero, de Matamoros, que muchos crédulos atribuyeron a fuerzas extraterrestres que intentaban mandar un mensaje a los laguneros a través de una obra de arte abstracto intergaláctico. Luego, la caída de un supuesto meteorito cerca de la urbe de adobe, capital de esta provincia, hecho que motivó el temor entre el grupo jurásico del priismo coahuilense por aquello de la teoría de la extinción de los dinosaurios de a de veras hace millones de años. Pero quizá el acontecimiento más asombroso de todos fue la reaparición de Manlio Fabio Gómez Uranga en la escena política local, luego de estar varios años lejos de los calientes reflectores ocupando una fría oficina delegacional del Instituto del Catastro del Estado. El jefazo de jefes Rubén Moreira le dio la vital, imprescindible, toral, labor de ser su representante en La Laguna, beca de la que antes gozaba el ahora director de Urbanismo de Torreón, Gabriel Calvillo. La posición es cómoda, ya que no está obligado a ningún trabajo específico, pero le da la posibilidad de enterarse de los asuntos que le interesan, tal y como don Gabriel lo hizo durante dos añitos. Con esto se demuestra que, a la hora de repartir huesos, para todos hay en la viña de Moreira.