Para arrancar el segundo mes de su gobierno luciendo ánimos y bríos, el jefazo de Torreón, Miguel Riquelme, se mostró muy optimista con la renovación del Consejo Directivo del Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento y el nombramiento de Raúl Albéniz como presidente de ese organismo colegiado. Y es que don Miguel aseguró que “por primera vez en la historia” el Simas será presidido por un ciudadano, con lo cual, espera que haya “un mejor trabajo y mayor compromiso para hacer las cosas bien”. Cabe recordar que, de acuerdo con el viejo reglamento del sistema, el alcalde era quien pastoreaba al citado Consejo, lo cual se prestaba a suspicacias y conflicto de intereses.
Según el jefazo Riquelme, mantenerse al margen de las decisiones del organismo permitirá que éste funcione mejor. No obstante, los maldicientes que habitan por debajo de las piedras ya pusieron en duda los alcances de la maniobra. Uno de los principales puntos para temer que la situación vaya a mejorar, es que el nuevo comisario del Simas es, nadie menos y nadie más, que Javier Lechuga, actual contralor municipal. Recordará, querido lector, que el susodicho funcionario en su época estatal –era director del Registro Público de la Propiedad en Torreón– realizó la mayoría de las auditorías al Simas en los tiempos de Eduardo Olmos, auditorías que, por cierto, siempre concluyeron que la empresa marchaba de maravilla. Derivado de lo anterior, una pregunta maliciosa surge en automático: en el remoto caso de que se decida revisar las travesuras que se cometieron en la pasada administración ¿a poco don Javier va a atreverse a contradecir lo que su despacho estableció en las referidas revisiones? Por otra parte, nuestros subagentes disfrazados de papeles alterados nos informan que el equipo que Lauro Villarreal, excontralor municipal y excomisario del Consejo, incrustó en su área, sigue intacto en la persona de Luz Ángel de Luna, alias “El Mago”, audaz en eso de transformar los números rojos en negros. Así que con estos ejemplos, muy pocas posibilidades hay para cambiar la postura de los ciudadanos escépticos.
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Y ya entrados en materia, quienes demuestran que de plano nada han aprendido son los integrantes del Consejo Directivo de Simas, pues los siguen “chamaqueando”. La semana pasada se dio a conocer el resultado de la auditoría financiera practicada por Luis Javier Alfaro García a las cuentas de la empresa en el ejercicio 2011. Aunque la revisión costó poco más de un cuarto de millón de pesillos -pagados con recursos públicos, claro está-, la conclusión no sorprendió a nadie: que el sistema de aguas es un reverendo des… astre. “Rompecabezas”, lo llamaron los propios consejeros, entre los que figura el exsecretario técnico, Félix Pérez, quien, por cierto, anda cabizbajo porque ha dejado de cobrar el jugoso sueldo que se agenciaba. El asunto es que, nuevamente, a nadie se le puede fincar responsabilidades por el manejo descuidado de la contabilidad, puesto que el exgerente Jesús Campos Villegas y su contador Rubén González saltaron del barco cuando vieron que su hundimiento era inminente. De cualquier forma, los consejeros del Simas, recién avalados por la comisión correspondiente del Cabildo, se muestran muy convencidos de que “no hubo fraude” en la pasada administración. Únicamente, hasta ahora, el ipeco Eduardo Castañeda ha levantado la voz cuando debería haber, dicen los amarra-navajas, indignación por todo lo que le han hecho a la empresa de aguas. En un breve recuento es posible encontrar una revisión realizada por la Auditoría Superior del Estado (a la que nadie le tiene miedo) que se guardó por tres años y en la que se señalaban serias anomalías por parte de funcionarios de la administración antepasada, entre ellos el excontralor Petar Entchev, a quien poco importa eso pues se acaba de agenciar 3.5 millones de pesillos al ganar un juicio laboral al Simas. ¡Qué chulada! Algunas malas voces ya preguntan si la docilidad de la mayoría de los consejeros se debe a algunos promisorios contratos con la empresa, dícese del caso de Adelmo Ruvalcaba, y a los que otros simplemente aspiran. O sea que todo queda entre consejeros, salvo excepciones claro está.
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En más de asuntos de la grilla comarcana, parece que sólo en el berrinche los panistas de La Laguna se ponen de acuerdo. Resulta que los cobradores, perdón regidores, azules de las ahora cuatro ciudades hermanas (que más bien parecen hermanastras) han puesto el grito en el cielo porque la semana pasada los ediles del PRI de Torreón y Gómez Palacio se reunieron para revisar los temas de la agenda metropolitana en lo que se refiere a la homologación de reglamentos, y no los invitaron. Para los panistas de la “capital” de la Comarca, este hecho es una muestra de que el lema de la administración del jefazo Miguel Riquelme, “Hagámoslo juntos, hagámoslo bien”, no es otra cosa que propaganda. Además, consideran que un asunto tan importante no debe tratarse en “lo oscurito” y que tienen que ser incluidos todos los integrantes del Cabildo. Al respecto, el primer cobrador de Torreón, Miguel Mery, dijo que la reunión era entre fracciones del tricolor y que si los panistas no se reunían entre ellos es porque no querían y punto. Mientras tanto, las malas lenguas ya han empezado a arrojar su ponzoña en forma de interrogante: ¿estaremos frente a una nueva forma de mayoriteo en donde ya no hay que simular discusiones o falsos consensos porque simple y sencillamente no hay con quién discutir o consensuar debido a la división y debilidad de la oposición? Lo cierto es que el club VIP de banderita tricolor de la zona metro es muy exclusivo y hasta tiene cadenero.
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Quien se salió con la suya, al menos provisionalmente, es el jefazo de Seguridad Pública de Coahuila, Ricardo Aguirre. Como se recordará, el comisionado promovió un juicio de amparo para impedir que los resultados de su examen de Control y Confianza fueran entregados por la Procuraduría General de la República a un ciudadano que los solicitó a través del Instituto Federal de Acceso a la Información. Esta semana se dio a conocer que la tremenda PGR proporcionó al solicitante los resultados de los 105 altos mandos estatales evaluados por ella, menos los de don Ricardo, quien jura y perjura que su oposición a la exhibida pública es para proteger sus datos personales (así le dicen). Pero las malas mentes, que en todos lados ven moros con tranchete, se preguntan si esta celosa negativa a mostrar los resultados no se debe a que el comisionado salió reprobado. Esta especie cobra fuerza cuando se sabe que los 105 funcionarios evaluados tuvieron calificación aprobatoria o recomendable y ninguno se opuso a que sus datos fueran revelados. ¿Qué cosillas esconderá bajo llave don Ricardo en algún cajón de su escritorio? Cabe recordar que fue precisamente el comisionado Aguirre quien señaló con dedo flamígero al flamante director de Tránsito Municipal por haber reprobado los mismos exámenes, motivo por el cual fue dado de baja de la Policía Estatal y, según el jefazo de Seguridad, inhabilitado para ejercer cualquier cargo público. Tal parece que la vara con la que se mide don Ricardo es muy distinta a la que usa con los demás.
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Bonita costumbre de este país es que cada presidente de la República que llega lanza un plan de antisecuestros. Para no quedarse atrás, el preciso Enrique Peña Nieto presentó la semana pasada su propia estrategia, coordinada por el abogado y bohemio Renato Sales, para acabar con uno de los delitos que más sustos ocasionan entre el sufrido pueblo mexicano. Cabe señalar que semanas antes del gran lanzamiento, varias organizaciones de la sociedad civil estuvieron calentando el ambiente mostrando datos espeluznantes sobre el incremento de este delito en los últimos años. Fue así que, hasta el Sistema Nacional de Seguridad Pública reconoció que en 2013, primer año de don Enrique, de quien se decía que iba a acabar con todos los malos y malandrines, los plagios alcanzaron la cifra récord desde que comenzó el registro de este crimen en 1997. El equipo del preciso Peña Nieto asegura que con la nueva estrategia “ahora sí” van a acabar con el flagelo y varias organizaciones le concedieron generosamente el beneficio de la duda a pesar del fracaso de las tres estrategias anteriores. México S.O.S., Alto al Secuestro, Causa en Común, fueron algunas de las otrora críticas asociaciones que cayeron seducidas por el plan y algunos de sus protagonistas hasta se tomaron la foto con los muchachos de don Enrique en el acto de presentación. De todo esto, los maldicientes vociferan que resulta muy curioso que, entre tanto optimismo, nadie se cuestiona qué pasó con los planes anteriores, por qué fallaron, dónde están los miles de millones de pesos invertidos y quiénes fueron y dónde están los responsables de que no funcionaran. Quizás eso poco importa ahora, al cabo ya vendrá otro gobierno con su propio plan y dirá, fiel a la bonita costumbre, que “ahora sí” acabarán con el secuestro.
