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Verdades y Rumores

EL AGENTE 007

No cabe duda que en el mundo politiquero provinciano, cada quien ve lo que quiere ver o entiende lo que quiere entender. Como en un partido de futbol en donde un jugador mete la mano en el área y los aficionados del equipo contrario piden penal y los del infractor dicen que no hay falta. Una prueba más de esta peculiar visión es la reacción a la sentencia que emitió el hoy tan vapuleado Trife respecto al recurso que presentó el PAN de los anayistas en contra de la llamada Coalición “Todos Somos Coahuila” que conforman el PRI y sus partidos rémora. Para los albicelestes comandados por Bernardo González, el fallo da la razón al PAN y -palabras más, palabras menos- representa un duro golpe a la forma en la que el partido del gobernador forma coaliciones para que el Congreso local no tenga una verdadera representatividad ciudadana (como si alguna vez hubiera servido de algo).

Para los tricolores pastoreados por David Aguillón, la sentencia es un revés a los panistas que querían tumbar la coalición, y además confirma que la mentada alianza está debidamente constituida y que todo está de maravilla y que casi merecen un premio. Pero lo cierto es que, más allá de las filias y las fobias de la fanaticada partidista, el Trife dictaminó que no es válido que un militante de un partido político sea, en caso de ganar la elección, diputado local bajo las siglas de otro partido. Es decir, situaciones sui géneris como las de Paco Dávila, dirigente municipal del PRI y a la vez diputado por el Partido Primero Coahuila, no se repetirán en la elección en puerta. Con esto se evita la sobrerrepresentación de un partido en la cámara, que era una de las razones principales por las que el tricolor se coaligaba con los partidos llamados “morralla”. A ver si con esto siguen siendo de su agrado.

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Ahora que el tema de la (mala) educación mexicana está en boga de doña Opinión Pública, y no precisamente por logros y aciertos, varios estados han sido balconeados como solapadores de las privilegiadas cúpulas del sindicato magisterial. Tal es el caso de Coahuila y Durango, cuyos gobiernos -misteriosamente- se negaron a proporcionar al Instituto Mexicano de Competitividad la información completa de la nómina del profesorado. Lo curioso en el caso de la provincia coahuilteca es que el gobe Moreira II se ha cansado de presumir un día sí y otro también que su entidad es paladín de la transparencia. Incluso, esta semana presentó en la peronera capital con bombo y platillo la iniciativa de ley de acceso a la información, la cual, según se dice, va a colocar la lupa sobre los haberes de los funcionarios, líderes sindicales y organizaciones civiles. Pero la realidad medio esquizoide de, con una mano, negar información sobre la nómina magisterial y, con la otra, impulsar una ley de presunta vanguardia, no hace sino causar confusión entre el respetable. Si a ello le suma, paciente lector, que hasta ahora el gobierno de don Rubén ha sido omiso en explicar a dónde fueron a parar los 18 mil millones de pesillos de la deuda de su hermano que no aparecen en las cuentas públicas ni por debajo de las piedras, pues entonces la confusión bien podría escribirse con mayúsculas.

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Y ya que hablamos de deudotas y deuditas, gran extrañeza ha causado entre el gremio de los constructores laguneros los anuncios que ha hecho el gobernador sobre múltiples proyectos -pregonan más de mil-, mientras el Ejecutivo estatal sigue debiendo a varias empresas el pago por obras desde los tiempos de la bonanza y el derroche, cuando mandaba en la provincia el celebérrimo profe cumbianchero. Esta semana los constructores volvieron a estirar la mano y a exigir que les paguen los 200 millones de pesillos que dicen que les deben. Pero la respuesta, una vez más, fue el clásico “debo, no niego; pago: no tengo”. El tesorero estatal Lito Ramos, casi en pleno estirón y bostezo, les dijo que apenas estaban revisando la posibilidad de formar un fideicomiso para pagarles los casi mil 500 milloncillos que deben a una cincuentena de empresas en todo el estado. Así que parece que va para largo. Lo raro de este asunto, que hace que se asemeje a lo relacionado con la transparencia, es que el gobierno de don Rubén se viste con el traje del desarrollo económico, mientras la falta de pago a empresas afecta a las cadenas de proveeduría y, en consecuencia, muchas personas terminan ahorcadas. Nuevamente la necia realidad chocando con el discurso oficial. Al respecto, los maldicientes se preguntan: ¿qué tanto ha contribuido el Ejecutivo estatal a la alta tasa de desempleo que mantiene el estado en comparación con otros, pero, sobre todo, al estancamiento económico de la Comarca Lagunera en donde muchas empresas, ingenuamente, le apostaron todo a ser contratistas de papá gobierno y ahora están bailando con la fea dama de la crisis?

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A manera de aterrizaje forzoso en la política torreonita, nuestros subagentes disfrazados de floreros de radiopasillo del Gran Horno Municipal nos informan del grave malestar que aqueja a algunos integrantes de la guardería infantil que es el Cabildo de Torreón. Dicen que aunque el pomposo anuncio que paralizó de asombro a la ciudad entera sobre la renuncia a sus dádivas clientelares -perdón, gestoría social- de 20 mil pesillos al mes se dio en un ambiente de fiesta entre los cuatro jefes de bancada, con galletitas, café y vasos de fruta con chile, ahora resulta que a algunos y algunas les dolió como patada de mula perder ese beneficio. Resulta que las más acongojadas por esta medida son las dos síndicas: la de mayoría del PRI, Cristina Gómez, y la de vigilancia del PAN, Gabriela Casale. Cuentan que como eran “tantos” los apoyos que brindaban a la ciudadanía, ahora no saben cómo hacerle. Una, dicen, hace oraciones para encontrar la solución ante la falta de este ingreso, y la otra frunce el ceño a sus compañeros de partido y busca por dónde sacarle “trapitos sucios” a la administración riquelmista, con la consigna bien marcada de su partido. A propósito de esta reciente postura crítica o criticona que ha asumido doña Gaby, entre los pasillos se comenta que hasta ahora no le ha sido suficiente para reafirmar su cargo nobiliario de Lady Cabildo, ya que, dicen, tiene una dura competencia con su compañera de partido, Verónica Soto, con quien sostiene largas y álgidas discusiones sobre... quién trae puesta las mejores ropas, quién carga las mejores bolsas de mano y quién usa mejor maquillaje. Los agrios observadores de la cosa pública cuchichean que si ese tiempo lo emplearan en vigilar los ímpetus que ha adquirido el gobierno de Miguel Riquelme, tal vez el riesgo de sorpresas futuras se disminuiría considerablemente.

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Luego de que se dio a conocer que el desmantelado Simas Rural ni depende de la Comisión de Aguas de Coahuila ni del ayuntamiento de Torreón en cuanto a administración y operación, o sea, que es una entidad etérea que se maneja a discreción, casi como organismo privado (exacto, avezado lector, tal y como sucede con el Simas Torreón), por ahí se empezaron a registrar algunas “travesurillas”. Literalmente de la noche a la mañana vecinos de las colonias Las Torres, Villa California y Nueva California, entre otras, empezaron a tener fallas en el servicio de agua potable. Vecinos inconformes e iracundos por la falta del líquido comenzaron a tundirle al Simas Torreón por medio de redes sociales y hasta amenazaron con bloquear calles y manifestarse por la ineficiencia del organismo. Dicen los malpensados, que abundan por estos lares y con razón, que un “fuego amigo” es el causante de estos movimientos ciudadanos por ser colonias que por años han estado bajo el feudo electoral de ciertos líderes, uno en particular. Otras versiones que corren indican que de esos sectores el Simas Rural obtiene recursos para movimientos políticos (qué raro). Los que de plano ya rayan en lo extremo de las suspicacias son los que aseguran que ese cierto líder tiene trabajando ahí a empleados particulares y familiares. Y usted se preguntará ¿quién es ese líder al que señalan las malas lenguas? Aunque pronto deducirá: alguien que fue encargado del Simas Rural y hoy es funcionario municipal, que lleva por nombre Mario y de apellido Cepeda.

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