El festival La Calle es de Todos se ha convertido en un auténtico termómetro preelectoral para el priismo a la vez que en un ensayo de arrastre e impacto con miras a la renovación de las hamacas del Congreso local. Y es que a los conciertos de la Plaza Mayor de Torreón han asistido decenas de miles de personas, pero en la euforia de ver tanta gente junta, las autoridades han proporcionado cifras que a los ojos de los escépticos resultan, digamos, descabelladas. Del “más de 20 mil asistentes” muy pronto pasaron al “más de 70 mil”. Tal vez mañana digan que todo Torreón estuvo ahí. Total, para que alguien se ponga a contarlos, está complicado. Lo cierto es que los conciertos han estado muy concurridos, sobre todo los de las bandas populares, pero también es cierto que los organizadores han recurrido al clásico “operativo de apoyo para facilitar el traslado de los simpatizantes”, ese bello eufemismo.
Nuestros subagentes disfrazados de afanadores de bocinas nos informan que además de los camiones de transporte del equipo y personal técnico, han llegado a la plaza decenas de camiones de ruta con gente de las colonias más identificadas con el tricolor. Pero como en todo ensayo hay errores y horrores. Resulta que, según los subagentes, Sofía García Camil, zarina de la Cultura en el estado, pidió a varios de los artistas que lanzaran desde el escenario flores verbales a las autoridades que pagaron -con dinero del sufrido pueblo, claro está- todo el mitote, sobre todo a su patrón, el jefazo Rubén Moreira. Desde el rebelde del acordeón, Celso Piña, hasta los skatos colorados de Panteón Rococó, soltaron las loas y agradecimientos solicitados al gobernador coahuilteca, frente a un público que reaccionó más bien indiferente. Pero cuando de plano la estrategia se revirtió fue durante el concierto de Lila Downs, quien con lista en mano, proporcionada por doña Sofía, leyó los agradecimientos que abarcaron desde don Rubén hasta el último afanador, pasando por el alcalde Miguel Riquelme. Pero desde el momento que se escuchó el apellido Moreira, pitas y abucheos se dejaron escuchar entre un público que no está de acuerdo con el proceder del gobernador... salvo cuando organiza conciertos con billetes, como su hermano Humberto... y así nos fue.
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Ya que hablamos de las simulaciones -disculpe, demócrata lector, quisimos decir elecciones-, se dice que los ánimos en el Partido Acción Nacional no son los óptimos en la víspera del arranque de las campañas. Y es que aunque la maquinaria moreirista dista mucho de contar con la grasa que tenía hace tres años, en los tiempos de la bonanza y el derroche, los ingenieros electorales priistas parecen haber adoptado la filosofía del hacer más con menos. Pero no crea que en beneficio ciego del ciudadano de a pie, sino para recomponer sus maltrechas redes clientelares. Así, por ejemplo, con el festival arriba citado se da más circo aunque haya menos pan. Además, convenientemente, los pocos recursos que hay para inversión pública se van a los apoyos asistenciales tan mentados en estos meses, así como a los proyectos de techumbres y banquetas del programa de las mil y una obras, en donde no importa saludar con sombrero ajeno o que se trate de proyectos rezagados por años. Los blanquiazules más optimistas -que son los menos- creen que si bien les va pueden ganar dos distritos en Torreón, dos en Saltillo, uno en Monclova y uno de la región norte. Es decir, seis de los 16 en disputa. Los más pesimistas se conforman con los cuatro plurinominales que tendrán en caso de que el PRI vuelva a aplicar el clásico carro completo. Pero, de cualquier forma, nuestros subagentes disfrazados de repartidores de matracas y gorras azules nos dicen que los panistas ya se encuentran alistando algunos dardos emponzoñados para herir a los candidatos priistas. Entre ellos destaca, obviamente, el tema de la deuda y quienes la legalizaron cuando fueron diputados locales y hoy lo quieren volver a ser; y el asunto del contrato de alumbrado público. Habrá qué ver de a cómo se pone el abarrote.
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Por cierto, dicen nuestros subagentes con binoculares que con cara de agobio deambulan en el sexto piso de la Estufa Mayor -ojo, es “u” no “a”- los integrantes de la bancada del PAN. Y es que el caso de la licitación de la concesión del alumbrado público lo sienten como una “papa caliente” y no saben para dónde hacerse: si apoyar los dictámenes respecto a la empresa que se quedó como única aspirante a obtener el contrato, o atender la consigna de sus respectivos grupos políticos de reventar el proceso mediáticamente. Como usted sabe, avezado lector, el partido blanquiazul está más dividido que un rompecabezas y por ello hay varías líneas. En una esquina se encuentra la síndica de minoría, Gabriela Casale, mejor conocida como Lady Cabildo I, quien atendiendo a las indicaciones del senador Luis Fernando Salazar, pretende hacer todo lo posible por desacreditar el proceso y ya estudia el guión que le dieron para leerlo de corridito. En la otra, siguiendo las indicaciones de la aguerrida exsíndica y hoy candidata Natalia Virgil, está Ángela Campos, quien estudia y estudia por dónde poner piedritas. Mientras tanto, Ignacio Corona y Sergio Lara también sufren porque en su partido les leyeron la cartilla para que entiendan que son oposición y no porristas de Riquelme. Pero mientras ellos definen su postura en bloque, las malas lenguas dicen que por la puerta trasera de la Presidencia se meterá cierto contratista consentido de los gobiernos estatal y municipal para colarse en el contrato de alumbrado con el cual pondrán a aullar a los lobos de la villa... que hoy luce oscura en muchas de sus calles.
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Algo huele mal en el comité técnico del Fideicomiso de Seguridad Pública y no es precisamente un cadáver en estado de descomposición. Según las promesas hechas luego de meses de retraso, una vez inaugurado el Servicio Médico Forense de Torreón se esperaba que a más a tardar en un mes se utilizaran al 100 por ciento sus instalaciones. Pues pasó el tiempo y hasta ayer esto no era cierto. Y aunque las autoridades de la Procuraduría de Justicia juran y perjuran que se han recibido cadáveres en el flamante inmueble para evitar mandarlos al saturado Hospital Universitario, resulta que el equipo presentó algunos contratiempos. Según nuestros subagentes disfrazados de choferes de carroza, a la empresa que construyó la morgue y se encargó de equiparla le falló la programación de los refrigeradores. O hay quien dice que a los responsables de manejar el edificio “se les pasó” especificar la temperatura a la que debían ser programados. Total, como no proporcionaban el grado de enfriamiento suficiente para un adecuado manejo, además de que le hacían falta extractores, los cadáveres no podían ser tratados como es debido. Si bien el número de cadáveres ha sido menor a las cantidades industriales que se manejaban hace dos años, el hecho es que el inmueble no se ha aprovechado como se esperaba, y sigue dando de qué hablar y poniendo en tela de duda, una vez más, la eficiencia del comité del Fideicomiso.
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La tormenta de asociaciones civiles desatada durante la accidentada administración de Eduardo Olmos parece encontrarse ahora en un punto de calma. Los observadores profesionales de la cosa pública municipal especulan con varias hipótesis sobre el ánimo alicaído que parecen mostrar algunas organizaciones otrora activas y combativas. Por una parte, advierten que ha surtido cierto efecto la estrategia para golpear y neutralizar a los organismos más críticos emprendida por el pugilismo del alcalde Miguel Riquelme. De ahí que asociaciones como Participación Ciudadana 29 se encuentren en proceso de hibernación. Pero también la administración riquelmista ha buscado seducir a algunos con sus pantallas -perdón, consejos ciudadanos-, como a Laguna por Ti, o atendiendo reclamos específicos, como el de poner alumbrado en la Morelos. Además, don Miguel ha intentado, no siempre con éxito, arrebatar algunas banderas y banderines a la ciudadanía para ponerlos a ondear desde su nave, tal y como lo ha venido haciendo el equipo del preciso Enrique Peña Nieto. No obstante, otras agrupaciones mantienen por ahora un perfil bajo debido, dicen las malas lenguas, a diferencias internas, como sería el caso de Laguna Yo Te Quiero. De todas las asociaciones, la única que parece mantener su ímpetu aguerrido es ELLA, cuyo demiurgo, el empresario Pedro Luis Martín, ha sostenido una guerra de espectaculares y declaraciones con el mismísimo gobernador Moreira para saber si Torreón es grande como Coahuila o si La Laguna es grande a pesar de Coahuila. Pero lo que da cuerda a los afectos al deporte de las suspicacias es que la idea de la creación del estado de La Laguna resurge casi siempre cuando se aproximan elecciones, como si éstas fueran su combustible. Más allá de las pugnas integristas o separatistas, comienzan a surgir voces que urgen a que, ante la fallida o nula oposición que existe en el Cabildo de Torreón y, en general, en toda la provincia, las organizaciones encuentren pronto el camino para que sirvan de contrapeso al grupo político dominante que, con todo y megadeuda, se encuentra instalado en una bella zona de confort.