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Vida silvestre

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Hace aproximadamente dos meses, la Asamblea de las Naciones Unidas declaró el 3 de marzo Día Mundial de la Vida Silvestre. En su mensaje el secretario general de la ONU, hizo un llamado a la conservación y a la protección de la biodiversidad del planeta y convocó a todos los países del mundo, a unir esfuerzos para mitigar las graves amenazas que se ponen sobre el mundo natural: la destrucción del ambiente de las diferentes especies de flora y fauna, la incomunicación con sus sitios de reproducción, de refugio y alimentación, su captura y comercio ilegal, tienen a la vida silvestre en un estrés permanente.

Imagínese que le pasan una carretera por en medio de su casa y que le queda separado su comedor de su cocina y el baño de su recámara, cada vez que vaya a comer tendrá que esquivar camiones doble remolque, camiones de pasajeros, coches a toda velocidad, entre otros, el riesgo de ser atropellado se eleva tremendamente, lo mismo pasa cuando se levanta y va al baño, aunque aquí la somnolencia elevará aún más el riesgo de ser arrollado. Esto pasa siempre que se construye una carretera que parte por la mitad corredores de fauna o incluso su propia casa. El riesgo de atropellar carnívoros como el coyote, zorros, zorrillos, víboras de cascabel, herbívoros como los roedores, entre muchos otros, es muy alto. Cualquier viaje que hagamos, sea corto o largo, veremos desde que salimos el impacto de esta fragmentación del hábitat. Primero será evidente, en animales domesticados como gatos y perros destripados en sitios cercanos a las ciudades y pueblos, luego en el trayecto que sigue, serán los animales silvestres los que aparezcan totalmente aplastados. Estos impactos ambientales, rara vez, más bien nunca, son considerados en las construcciones de dichas vías de comunicación, y por ende, las medidas de remediación no existen o no se aplican.

El caso de nuestra flora silvestre en el desierto, lleno de especies que han evolucionado en condiciones ambientales generalmente hostiles, creando especies únicas o endémicas, es también trágico. Aunque su belleza en ocasiones impide que veamos lo que ocurre.

Hace unos días viajé a la ciudad de Saltillo y pude apreciar el efecto de tener un buen año de lluvias, incluso con precipitaciones en invierno; aun en la zonas más áridas como las estibaciones de la ex Laguna de Mayrán o cerca de las bandas extremadamente áridas de Paila, los montecillos o montículos de vegetación que se elevan sobre los suelos salinos y arenosos, mostraban, no obstante su piel dura y carente de follaje, un brillo y lozanía muy especial. Nuestra hermosa gobernadora se encontraba más negra que nunca, lo cual contrastaba con el amarillo naranja de su densa floración y los suelos blancuzcos.

En otras partes menos áridas, las poéticas flores blancas de los penachos aun incipientes de las yucas de un solo vástago, adornaban el horizonte y distraían nuestra atención. Igualmente los mogotes de árboles y arbustos de huizache con su dosel tapizado de flores amarillas, con su rica fragancia, nos acompañaban casi todo el camino.

No obstante, si nuestra mirada empieza a escudriñar más allá de los atractivos visuales mencionados, veremos grandes espacios desmontados con la tierra expuesta seguramente debido a la obtención de materiales o a cultivos de temporal, que fueron abandonados por la baja probabilidad de ocurrencia de lluvias.

Todos estos casos, significan la destrucción de una parte de la casa de la flora y fauna silvestre, es como si ocurriera un sismo y las casas se vinieran abajo con sus pobladores adentro, lo mismo pasa en el campo desmontado, en esta afrenta se llevan también a una gran cantidad de cactos y matorrales, afectando a los herbívoros que se alimentan de ellos y luego a los escasos carnívoros ocasionando lo que se conoce como una cadena de extinción.

No le hicimos caso a Robert Browning cuando dijo "soy un hijo de la tierra y no trato de reorganizarla", nosotros hemos modelado a la naturaleza de acuerdo a nuestro propio interés. Por eso, es necesario conservar primero aquellos sitios que mantienen su integridad ecológica y segundo, sacar el criterio de la conservación de los límites de las áreas naturales protegidas y aplicarlo en todas nuestras actividades, si esto ocurriera, entonces podríamos decir que estamos viviendo una vida sustentable.

Carl Sagan, se adelantó a la declaración del Día Mundial de la Vida Silvestre cuando dijo lo siguiente: "Nuestra lealtad es para las especies y el planeta. Nuestra obligación de sobrevivir no es sólo para nosotros mismos sino también para ese cosmos, antiguo y vasto, del cual derivamos."

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