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Vigilancia y transparencia

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

La aprobación de los Estados Financieros del Municipio de Torreón, que corresponden al segundo semestre del año en curso, vuelve a plantear un problema de transparencia que la autoridad se empeña en mantener irresuelto.

Como es del conocimiento del público, las cuentas referidas fueron aprobadas por mayoría en el Cabildo, en contra de las bancadas de los Partidos Acción Nacional y Movimiento Ciudadano.

Los ediles de oposición denuncian entre otras cosas, un aumento en el costo de la nómina que pasó de mayo a junio de cuarenta y cuatro millones de pesos a cincuenta y siete millones, y reclaman la dificultad de analizar a fondo la información contable recibida en un nuevo formato en que les fue presentada la información contable, que a juicio de algunos regidores y de la síndica de oposición, es poco claro y les dificulta el análisis de los números puestos a su consideración, por lo que piden ser asesorados y capacitados al respecto.

La petición llama la atención, porque eso mismos ediles habían sido capaces de interpretar tanto las cuentas mensuales de los primeros seis meses del año como los estados financieros del primer trimestre a la luz de los formatos utilizados con anterioridad sin embargo, la reclamación fue pasada por alto por los regidores del PRI y de otros partidos comparsas que se apresuraron a levantar la mano, aprobando por mayoría los estados financieros del segundo trimestre con dispensa de todo trámite.

El reconocimiento de la propia ignorancia es el principio de toda sabiduría desde tiempos de Sócrates quien acuñó la frase: "Yo solo sé que no sé nada…", por lo que la petición de los ediles inconformes es del todo justificada, ya que la importancia del formato a utilizar en las cuentas públicas, no es un tema menor sino todo lo contrario.

La historia de las finanzas públicas en nuestro país se caracteriza por una práctica viciosa de manipular la contabilidad de varias maneras, que frente a los señalamientos de los observadores críticos trátese de opositores políticos, medios de comunicación o de simples observadores ciudadanos, hacen surgir nuevos modos de ocultamiento generando un juego que obliga a exigir formas más eficientes y simplificadas de supervisión y vigilancia.

La opacidad de la contabilidad impide el análisis profundo del gasto desglosado en conceptos específicos, por parte ya no digamos de regidores o diputados en su condición de ciudadanos representantes de los electores, sino de los propios contadores públicos como profesionales en la materia, que de manera periódica requieren ser capacitados mediante cursos de actualización.

Baste recordar que en las postrimerías de su mandato, el presidente Felipe Calderón presentó al Congreso de la Unión una iniciativa de ley que tuvo por objeto la homologación de los sistemas de contabilidad en los tres niveles de gobierno, con el propósito de favorecer a la transparencia y facilitar la comprensión en el rubro de rendición de cuentas.

La ley salió avante, pero dada la forma en la que en nuestro sistema político las reformas legislativas resultan mochas y parchadas y por ende insuficientes, habría que dar seguimiento puntual a la utilización de los nuevos formatos que son los que ahora estrena el Municipio de Torreón, por instrucciones de la Auditoría Superior del Estado de Coahuila.

En otros términos, es indispensable que por una parte los regidores y síndicos confirmen que los nuevos formatos llenan los requisitos exigidos por la nueva ley y por otra, que una vez utilizados se compruebe que los formatos de referencia resultan idóneos para conseguir los fines que la ley se propone o por el contrario, no funcionan u operan de manera defectuosa y se hace necesaria su modificación. Si para la doble tarea referida con anterioridad, los ediles de Torreón o del municipio que fuere necesitan asesoría y capacitación, deben obtenerlas y aplicarse a ese objetivo.

Es obvio que las críticas que hacen escarnio de los ediles que muestran su asombro y perplejidad frente a la falta de transparencia que ofrecen los nuevos formatos contables, vienen del grupo en el poder que encabeza el alcalde Miguel Riquelme, que desea gobernar sin contrapeso y quisiera que todos fueran sumisos como los regidores priistas, que suelen aprobar todo con los ojos cerrados.

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