Chile intentó este martes volver a sus labores habituales en medio de un clima de incertidumbre, tras el atentado del lunes, que los expertos consideran la notificación de una amenaza terrorista de nuevo tipo en el país.
El ferrocarril metropolitano de Santiago, por el que transitan diariamente dos millones 200 mil personas, dispuso diversas medidas de seguridad, desde el retiro de los basureros hasta el reforzamiento de la vigilancia con la policía de Carabineros.
Este martes además se registró una alerta de bomba en la Estación Universidad de Santiago, que al final resulto falsa alarma, pero que obligó al cierre temporal del recinto y la actuación de las fuerzas policiales antiexplosivos.
Otro procedimiento policial antibombas se realizó en pleno centro de la capital, en la esquina de las calles Teatinos con Catedral, alertado por un paquete que resulto inocuo.
Por lo menos 500 efectivos policiales fueron dispuestos para el resguardo de los estaciones del Metropolitano, según la autoridad.
La policía uniformada por su parte reforzó su presencia en lugares estratégicos y de concurrencia de público, en una labor preventiva y de disuasión.
Mientras, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet suspendió todas las actividades programadas anteriormente y a primera hora de la jornada encabezó el Consejo Operativo de Seguridad en el Palacio de La Moneda.
La sensación de inseguridad ha sido también recogida por los medios de comunicación nacionales, que constatan que el atentado de este lunes en el sector de la estación Escuela Militar del metro capitalino es el número 203 en nueve años.
Solo en los últimos seis meses se han registrado una treintena de actos de este tipo, siendo incluida una bomba instalada en un carro del Metropolitano el domingo 13 de julio y que exploto cuando el tren estaba sin pasajeros en la estación Los Dominicos.
Por otro lado el atentado de este lunes, en el centro comercial ubicado en el área de la estación Escuela Militar, perpetrado cuando centenares de personas circulan por el área o se encontraban almorzando, implica un cambio en la estrategia terrorista.
Y una confirmación de la alerta hecha el pasado 29 de agosto, por el Consejo Asesor de Seguridad en el Extranjero de Estados Unidos (OSAC), destinado a las empresas estadounidenses que invierten en Chile.
El documento señala que se registra un aumento en el número de atentados explosivos en Santiago de Chile y que los civiles se han vuelto un “blanco aceptable” para los terroristas.
De acuerdo con el informe detrás de los bombazos, hay grupos anarquistas, que estarían ampliando su espectro de blancos posibles, y que a diferencia de antes estarían dispuestos a herir personas.
Según las declaraciones de las autoridades del gobierno chileno, tras el atentado de este lunes parecerían estar dándole la razón al informe estadounidense, y estaría dispuesto a aplicar mano dura ante el desafío a la institucionalidad.
Lo que parece claro es que tanto las autoridades gubernamentales, políticas, como policiales, coinciden que el escenario de la seguridad ha tenido un dramático vuelco en Chile, y que deben elaborar una nueva estrategia para enfrentarlo.
La Moneda, junto a activar los organismos de inteligencia y seguridad del país, ha llamado a la unidad nacional en torno a la amenaza y ha llamado a los ciudadanos a no solo condenar los atentados, sino a colaborar en la vigilancia ciudadana.