¿Cuántos demonios habría que dejar atrás para cambiar la historia?
Cuatro años después, Vaqueros Laguna disputa de nuevo una serie de playoffs en la Liga Mexicana de Beisbol, otra vez ante los Diablos Rojos del México.
Por donde se le vea, la novena naranja lleva las de perder. Primero, porque han hecho de Diablos una verdadera máquina. No tendrán estadio, pero su plantel es amplio y poderoso. Entre los jugadores escarlatas más peligrosos están Sergio Gastélum y John Lindsey, quienes no hace mucho eran ídolos de la afición lagunera. Luego vemos que el calendario también juega a su favor.
Para Vaqueros no debe haber sido fácil lograr su pase a esta serie y al día siguiente estar en la Ciudad de México para encarar el primer partido. Es decir, no tuvieron ni una noche de descanso.
Aunque eso lo sabíamos desde que inició la temporada, no parece lógico. El primer resultado es contundente (1-18).
Para el segundo la situación cambió y Vaqueros dio pelea. Incluso pudo ganarlo, lo cual hubiera asegurado que se jugaran tres partidos en el Estadio de la Revolución.
Mañana se reanuda la serie en Torreón. Esperemos que los jugadores ya estén más descansados.
En La Laguna, donde siempre ha existido una fiel afición para el "Rey de los Deportes", la fiesta se vive con gran ambiente en el estadio.
Y no importa si a esos fieles seguidores se unen otros que no acostumbran ir durante la temporada. Se trata de llenar el estadio y que pese la casa. Hay que decir, aparte, que las entradas al Estadio de la Revolución han ido en aumento en los últimos dos años en promedio en todo el año.
Vaqueros Laguna no cuenta con el staff de pitcheo de su rival, es cierto, pero tiene esa estadística de haber eliminado al poderoso Diablo en 2009.
LA OTRA CARA
Este domingo que tuvo mal inicio para el deporte profesional de La Laguna mejoró con el triunfo de Santos en el Omnilife.
Una genialidad de Carlos Darwin Quintero salvó a los Guerreros esta vez y se recuperaron algunos de los puntos que se han dejado escapar en casa. Eso es lo importante.
Pero el equipo no gusta. "Pierde identidad", es el reclamo de algunos. Quizá sea ese el reto para Caixinha, un entrenador que ha dejado buenos números al momento, pero que no le ha alcanzado para ser campeón, que a fin de cuentas es lo que pide el espectador.
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