En la jornada ocho (hace dos), Santos Laguna era el tercer lugar de la tabla en la Liga MX con 15 puntos. En la nueve (la anterior) era quinto con 15 puntos. Hoy, después de 10 jornadas, los Guerreros ocupan la séptima posición con los mismos 15 puntos. ¿Qué está pasando?
¿Será que Caixinha y sus muchachos le dieron una inusitada importancia a la Copa MX para evitar verse exhibidos una vez más por uno de los rivales más odiados? Porque el club albiverde está calificado a los cuartos de final de un torneo menor, en el que eliminó a Monterrey de manera convincente, pero en la Liga MX perdió el paso luego de acumular cuatro encuentros sin derrota (tres triunfos y un empate).
Que Santos pierda no tenía que ser en sí algo preocupante. Pero que se pierda dos semanas consecutivas por marcador de 4-1. Que la defensa en casa se convierta en una broma. Que Layún meta por primera vez en su vida cuatro goles en un partido. Que el Estadio Corona se llene porque viene el América y no porque juega el Santos. Que el grito vulgar cuando el portero despeja se escuche para Oswaldo. Que los "oles" sean a favor del visitante eso no es digno de presumirse.
Sí, se tuvo una reacción bravía en el Tecnológico, donde Santos tenía 12 años sin ganar. Y luego en casa se le ganó a unos Rayados mermados, con muchos jóvenes en un partido aburrido, pero en la Liga se acumulan ocho goles en contra en dos partidos y se perdieron cuatro lugares en la tabla general.
La situación no es tan grave aún, pensando en la liguilla. Quedan siete encuentros (21 puntos) y la distancia con el segundo lugar, Monterrey (al que se eliminó de la Copa "MuyX"), es de tan sólo cuatro puntos; un triunfo y un empate (aunque los regios tienen un partido menos).
Es tiempo de corregir y esta semana será importante. Los Guerreros van al Universitario de Monterrey a encarar otro duelo de esos que a Caixinha (ni a ningún santista) le gusta perder (si es que existiera un partido que nos "guste" perder).
Algo tendrá que hacer el portugués en estos días para no terminar de perder el rumbo. Para levantar a su vapuleada defensa. Para que Calderón y Cejas den resultados, que aporten en cada partido y no de vez en cuando. Algo muy fuerte tendrá que hacer Caixinha. Más fuerte y contundente que culpar por anticipado al arbitraje del buen paso del líder. Algo que vaya más allá de buscar culpables o deslindar responsabilidades. Algo que le cambie la cara al equipo, que no iba mal hasta la fecha ocho. Algo que le devuelva la esperanza a la afición santista.
Y la directiva también tiene tarea. Subieron el precio de los boletos para el tercer partido en casa de un torneo menor, la Copa, sólo por ser ante un rival que ellos llaman AAA (como si fuera de la lucha). Y tuvieron que ver cómo la "mal llamada" Casa del Dolor Ajeno se vio inundada por manchas amarillas en las tribunas y el aliento guerrero se desvaneció en una marejada de "orgullo águila".
La situación económica que vive el país a veces no da para ir a tantos partidos al estadio y hacer todo el gasto que eso implica. Y menos cuando el equipo en la cancha no responde a las expectativas por lo que un aficionado paga.
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