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¡Ya llegó!

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Como diría mi amigo Mario Villareal, un duende llegó estos días a nuestras vidas. Santiago, hijo de Héctor y Lucía, aterrizó el martes por la noche sin decir "agua va" y se presentó con sus tres kilos y medio, rozagante y dispuesto a alegrarnos la vida.

Llegó, por el camino inverso de las estrellas. El camino de éstas conduce a Santiago de Compostela, el inverso termina en Torreón.

Cuánta alegría produce la llegada de un nuevo ser y más en el caso nuestro que somos una familia tan pequeña. Tengo tan presente que la noche de Navidad pasada, apenas si completamos diez lugares a la mesa y como es común hay más mujeres que hombres.

Varones, apenas si se completan cuatro: El Riky, Germán, Juan Manuel y ahora Santiago. Cuento solamente por el lado de los Froto.

Pronto llegará una más a la familia, vía Brenda, mi hija, pero todavía no sabemos qué será. Si es mujer se puede llamar Débora, nombre de guerrera, mujer que pisa fuerte, aunque dudo que pise tan fuerte como mi adorado torbellino: Bárbara, que sea lo que sea la va a traer en friega.

Sofía, más tranquila, pero al fin niña, me dijo al llegar al sanatorio: "Mi mamá trae a mi hermanito en la panza y ya lo van a sacar". Ya no hay ingenuidad y no quise ahondar, porque seguramente me daría unas clases de sexualidad.

El domingo anterior, los Estrello, nos invitaron a comer a "La Copa de Leche". Creí que ya no existía, pero me llevé una grata sorpresa.

El mismo lugar, la misma comida casera, con sus respectivos: "Refritos, postre y café", al final.

Eran los rumbos de mis amores, sobre todo porque en el edificio González Cárdenas, pasamos muchos y muy buenos años de nuestra juventud.

Pero ya no es ni la mitad de lo que fue. Los puestos de piratería y chácharas, dieron al traste con la zona y ninguna autoridad se atreve a meterle mano.

De aquellos paseos románticos, de Pesolandia y la Americana, ya no queda nada. El Apolo es un edificio tapiado y el Casino apenas se salva porque fue a dar ahí el museo Arocena. Si no, ni eso sobreviviría.

Qué lastima que nuestra ciudad tenga espacios tan abandonados, cuando en otras ciudades se han rescatado éstos y los han convertidos en verdaderos paseos céntricos.

Algún día llegará alguien que le meta mano a este asunto y dignifique nuestra ciudad. Eso sólo le valdría a una administración pasar a la historia.

Qué hermosa es la vida cuando ésta se renueva y surgen nuevas esperanzas. Un niño siempre trae alegría a la familia y este año llegarán dos a la nuestra.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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