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Ya no más partidos

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

México estrena esta semana tres nuevos partidos políticos que se suman a los siete ya existentes y que todos juntos --es decir diez en total-- podrán contender libremente en la elecciones locales y federales de 2015.

Aunque parece una medida democrática con la idea de ampliar las libertades políticas del país, para muchos mexicanos resulta innecesaria, aberrante y además muy costosa.

Son tres organizaciones más que habrán de recibir subsidios, tiempos oficiales en radio y televisión y quién sabe cuántas otras prebendas por el solo hecho de contar con un registro oficial como partido.

En México sabemos por amargas experiencias que son muy pocos los partidos que cuentan con una verdadera representación ciudadana --quizá sólo tres-- y al resto mejor conocido como la chiquillada, sirven para pagar favores, neutralizar a enemigos, para dividir el voto o para enriquecer a camarillas de políticos.

En 2005 se concedió el registro al Partido Nueva Alianza, fundado por la entonces líder del sindicato de maestros, Elba Esther Gordillo, como recompensa a los servicios prestados al gobierno del entonces presidente Vicente Fox.

Lamentablemente en México los partidos se registran en base al número de firmas recabadas en los estados, pero sin tomar en cuenta la honorabilidad y trayectoria de sus dirigentes y fundadores.

En tal caso doña Esther no habría sido considerada ni siquiera en la mesa directiva de un nuevo partido.

Ahora en esta horneada de tres nuevos partidos destaca por muchas razones el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) fundado y dirigido por Andrés Manuel López Obrador, dos veces candidato a la presidencia de la República y exgobernador del Distrito Federal.

Los otros dos partidos --el Partido Humanista (PH) y Partido Encuentro Social (PES)-- son por demás desconocidos, pero seguramente su creación obedece a intereses políticos que en su momento saldrán a luz pública.

López Obrador recibe con este su partido una pensión y beca vitalicia para vivir sin preocuparse el resto de su vida y todo ello gracias a su comportamiento durante las elecciones de 2012.

A diferencia de 2006 cuando desconoció a su contrincante Felipe Calderón y le hizo la vida de cuadros durante los dos primeros años de su mandato, en la reciente elección presidencial López Obrador fue condescendiente con el triunfo electoral de Enrique Peña Nieto.

López Obrador, como cualquier mexicano que reúna las firmas y requisitos necesarios, está en todo su derecho de fundar y dirigir un partido político. Sin embargo, el problema es que este partido fue diseñado y construido para sus intereses y ambiciones personales mas no democráticas.

Prueba de ello fue su reciente visita a Sonora en donde el tabasqueño designó por la arcaica práctica del "dedazo" al candidato que en 2015 buscará por Morena la gubernatura de Sonora.

Javier Lamarque Cano, alcalde de Cajeme hace muchos años y con escasa proyección política, recibió la bendición de López Obrador sin considerar que existen otros prospectos destacados como la senadora Ana Gabriela Guevara y el diputado Alfonso Durazo Montaño.

Si López Obrador cercenó la democracia interna de su partido un día antes de obtener el registro, ya puede usted imaginar lo que sucederá en años posteriores cuando el exregente capitalino se consolide como el amo y señor de Morena.

A estas alturas, pues, México no necesita más partidos políticos sino auténtica democracia y participación al interior de los mismos. Morena al igual que el Panal, el PT y el Partido Verde tienen mucho en común: sirven a intereses particulares y en muy poco contribuyen al desarrollo de la democracia y la vida política del país. Lo veremos muy pronto.

Comentarios a jhealy1957@gmail.com

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