EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

2016 Año para la producción nacional

JULIO FAESLER

Ese año nuevo, como todos los anteriores, se presenta cargado de incógnitas, todas ellas agoreras. Destaca el que esté repleto de campañas electorales en las que deben proclamar mensajes constructivos e inevitablemente referidos para la actividad política que se desencadenará en 2017.

Ya que muchos de los procesos de reestructuración del país se han echado a andar, el 2016 subrayará el alto número de prioridades que tendrá que atender que el gobierno en su cuarto año de ejercicio.

Un de los asuntos más importantes, si no el mayor de todos en 2016, es el de rearmar la estructura deteriorada por el abuso y la negligencia de la educación que estamos impartiendo a los niños y jóvenes en nuestras aulas.

La otra gran prioridad que pide atención inmediata es la de aumentar la producción nacional, tanto industrial como de servicios, para que tengamos el suficiente nivel de divisas de exportación para cubrir el valor de lo que importamos tanto en bienes de consumo como de producción. Actualmente tenemos que valernos de la entrada de remesas de nuestros connacionales en el exterior, sumarlas a las inversiones extranjeras y cuando el total de lo anterior no basta proceder a pedir prestado fondos del exterior aumentando con ellos nuestra deuda externa.

Identificado así el problema, hay que valernos de todos los medios a nuestro alcance para aumentar la producción nacional de bienes y servicios para así obtener los ingresos necesarios para equilibrar nuestra balanza comercial como, desde luego, atender la demanda interna de los mismos productos.

La estructura socioeconómica nacional no se presenta, empero, con la integración y solidez necesarias para lograr que sea suficientemente productiva. Al lado de otros muchos factores, la deficiencia más evidente está en el muy bajo nivel educativo en el que se encuentra el grueso de nuestra población a la que tampoco se le ofrece suficiente número de puestos de trabajo para aprovechar sus capacidades ya reconocidas. Aquí está uno de los meollos de la problemática de nuestro desarrollo.

Aun con sus mencionadas limitaciones, el total de la producción de bienes y servicios de México es muy inferior al nivel de que es actualmente capaz. La balanza comercial es consistentemente negativa.

Es muy usual atribuir la insuficiencia de nuestra producción a que la "productividad" del trabajador es baja y que hay que aumentar los rendimientos mediante remedios dirigidos a los mismos trabajadores. Esa perspectiva en realidad significa que a los trabajadores actualmente empleados, formal o informalmente, hay que ingeniarnos para hacer que produzcan un volumen mayor de artículos o de servicios.

Este planteamiento relega la creación de empleo a un segundo término: primero hay que obtener de los actualmente empleados más producción, mayor rendimiento en términos de salarios e inversión, para solo entonces aumentar el número de puestos.

Por otra parte, el desarrollo socialmente equilibrado a que aspiramos requiere que aumentemos drásticamente nuestra producción para nivelar nuestro comercio exterior y evitar que sus repetidos déficit continúen lastrando a la economía. Insistir, sin embargo, en aumentar el índice de "productividad" como el medio principal para alcanzar la madurez del país distrae la atención de la urgente necesidad de reducir el otro índice nacional importante que es el de desempleo.

Pero no se trata simplemente con aumentar el número de puestos de trabajo. Sin el debido adiestramiento y capacitación impartidos por los empleadores, no puede esperarse que el total de la producción de bienes y servicios aumente.

El aumento de la producción nacional total es el resultado del aumento del número de empleos que el país ocupe junto con el grado de productividad que en cada uno de ellos se logre es el componente más crucial para que nuestro país pueda seguir adelante con su desarrollo sin tener que seguir dependiendo de financiamientos exteriores que comprometen nuestra independencia.

Las ingentes campañas electorales que se programan para 2016 no deben interferir sino enfatizar la urgente prioridad que tiene una firme solución del problema educativo del país que es una de las bases imprescindibles para la formación de la base cultural de la nación.

Los centenares de candidatos a puestos púbicos deben promover la efectiva coordinación de las fuerzas económicas, públicas y privadas, para crear empleos y promover una fuerza laboral ampliamente capacitada para la competencia internacional que a diario se arrecia en los intricados canales del comercio exterior.

juliofelipefaesler@yahoo.com

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1180193

elsiglo.mx