Es la tercera o tal vez cuarta ocasión que los veo: se trata de dos damas de mediana edad que acompañan a un adulto mayor de cerca o más de ochenta años.
Ellas, como pocas, las observo en charla "cerrada" y aun cuando portan su celular nunca las he visto que le den preferencia a éste que a su amena conversación.
El señor pocas veces toma la palabra, pocas veces se involucra en la plática que sostienen sus acompañantes, sin embargo, sobre todo la más joven, seguido lo interroga tal vez preguntándole si desea que le pidan alguna bebida o algo de comer.
Esta escena repetitiva ha llamado mi atención y quiero dejarla plasmada, como otras en estas notas, pues en realidad es un cuadro fuera de serie, fuera de lo común: que unos familiares, hijos, nietos, como en este caso, inviten o saquen de sus hogares a un adulto mayor a tomar un café, a cenar, o tan sólo simplemente a darle una vuelta y que esto sea con relativa frecuencia como en este caso.
Queriendo salir de muchas de mis interrogantes, un día, o mejor una tarde-noche y como siempre estamos cerca uno de otros, arrastro mi silla, las saludo con un buena noche, me presento y les comento que han llamado mi atención desde semanas atrás en el aspecto de que no es común que un par de damas saquen a "pasear", a tomar un refresco, un café, o simplemente a cenar a un adulto mayor, y aún, cuando él permanece generalmente en silencio, una de ellas, la que está más cerca de él, con frecuencia se acerca para tal vez ofrecerle algo que, por supuesto, no alcanzo a oír; después, ellas continúan con su amena charla y aun cuando cada una tiene a la mano su celular, jamás he visto, ni que tan sólo vean por si tienen mensajes pendientes de revisar. Por su parte, el señor no deja de voltear hacia todos lados. No se nota que esté aburrido, sino todo lo contrario…
Les comento que he considerado que ellas son madre e hija, jamás he pensado que sean hermanas y que el señor sea el padre y/o abuelo de una de ellas y/o bien el bisabuelo de la más joven, aunque para ser sinceros, en alguna ocasión hasta pensé que pudiera ser el esposo de la señora mayor. Y quedo más que asombrado con las siguientes respuestas: En primer lugar, no son hermanas, se trata de madre e hija y el señor ni es el padre de una de ellas o abuelo y bisabuelo de la más joven, me dice una de ellas que viene siendo su suegro y por supuesto el abuelo de su hija.
Sonrío casi a carcajada discreta y agrego que no le atiné a ninguna de mis conjeturas, pues jamás pensé que se tratara de madre e hija, sino más bien hermanas, primas, qué sé yo, y que el señor fuera el padre de ambas, o bien, el padre de una y el abuelo de la otra.
No me despido sin antes más que felicitarlas por tan inusual gesto, el de sacarlo a pasear, máxime el parentesco que guardan entre sí, ya que en confianza les agregaba que en mi caso, en muy raras ocasiones, convivo con mis hijos y mucho menos con mis nueras, que tengo ganas de que alguno de mis hijos me llame y me pregunte dónde estoy y que va para el lugar, o bien, que con anticipación me digan: padre, mañana nos vemos en el café, hay mucho que quisiera comentar contigo o aunque sólo fueran de trivialidades y si así fuera necesario, para tan sólo vernos y platicar de… ¡no sé qué!; sé que los jóvenes tienen muchas ocupaciones, simplemente con su familia, pero esto me gustaría que sucediera aunque fuera una vez o dos al mes o más ocasionalmente.
Todo esto viene a colación al leer en días pasados, 28 de agosto pasado, el mensaje que Yamil Darwich en su columna Diálogo, titulado Abuelo, nos señala la triste realidad de que son o somos objeto muchos adultos mayores, padres o abuelos, por parte de los hijos y/o nietos, que bien valdría agregar a este mensaje y que veamos que muchos padres y/o abuelos estamos tan cerca de los comentarios del señor Darwich, así están muchos padres-abuelos de los hijos y los nietos y de lo que ellas, como una rara excepción, hacen con su suegro y abuelo de la otra.
Las felicito y como dicen: cada quien cosecha lo que siembra, y me remonto al pasado y con tristeza y amargura recuerdo que yo jamás tuve estas atenciones con mi padre, tal vez sí con mi madre, y que en la actualidad estoy cosechando lo que nunca sembré, así es que sin quejas ni resentimientos concluyo que no tengo cosecha que levantar…
leonelrodriguez42@live.com.mx