Frontera. Colombia y Venezuela decidieron ayer suavizar su crisis fronteriza y establecer mayor diálogo.
Las cancilleres de Colombia y Venezuela se comprometieron ayer miércoles a incrementar la cooperación entre ambos países luego de conversar para apaciguar las tensiones generadas tras el cierre de un importante cruce fronterizo y la represión de una semana sobre inmigrantes y contrabandistas colombianos. Las diplomáticas salieron de la reunión en esta ciudad turística costera sin anunciar una decisión para reabrir el cruce fronterizo ni poner fin a las deportaciones desde Venezuela, y dijeron que las autoridades de defensa de ambas naciones conversarían en los próximos días con el fin de diseñar un plan conjunto para la seguridad fronteriza.
Mientras tanto, los habitantes de la ciudad colombiana de Cúcuta se quejaron de las largas filas para cargar gasolina, ya que la ofensiva venezolana interrumpió el flujo del combustible entre los dos países.
Del lado venezolano, gran cantidad de colombianos empacaron sus pertenencias y se prepararon para ser escoltados por el ejército para salir de Venezuela. Más de 1,000 colombianos ya han sido deportados. Donamaris Ramírez, el alcalde de Cúcuta, dice que planea ordenar que las gasolineras permanezcan abiertas las 24 horas con el fin de atender la demanda, la cual suele ser cubierta por contrabandistas que adquieren gasolina en Venezuela a menos de un centavo de dólar el galón y la revenden en Colombia con enormes ganancias.
Cúcuta, fronteriza con Venezuela, se encuentra a 400 kilómetros al noreste de Bogotá. Como los dos principales cruces fronterizos se encuentran cerrados, la economía subterránea está totalmente frenada, lo cual agrada a las autoridades venezolanas que desde hace tiempo culpan a las mafias trasnacionales por la escasez generalizada de productos.
