Realidad. La falta de guarderías y de escuelas de tiempo completo, aunado a trabajos precarios y amplias jornadas laborales, orillan a las madres de familia a buscar respaldo de sus madres.
Después de haber dedicado buena parte de su vida a la crianza de los hijos, no pocas mujeres se ven orilladas a seguir fungiendo el rol de madres, pero ahora, de sus nietos.
El ritmo de la vida actual y que cada vez más mujeres se incorporen a la vida laboral, ha propiciado que las abuelas tengan que asumir el cuidado de sus nietos, a veces, involuntariamente.
Las autoridades reconocen un fenómeno creciente de madres solteras en Durango; se estima que existen casi 40 mil y no en todos los casos sus hijos reciben pensión alimenticia por parte de los padres.
Según datos de la delegación local de la Secretaría de Desarrollo Social, el 25 por ciento de los hogares duranguenses tiene una jefa de familia.
Ante ello, para poder dar a sus hijos lo que requieren, cada vez son más las mujeres que se incorporan al ámbito laboral, pero no en las mejores condiciones, ya que la mayoría accede a trabajos precarios y no en todos los casos tienen acceso a guarderías.
Ello las orilla a recurrir a la familia de origen, principalmente a las abuelas quienes, aunque no tenían entre sus planes retomar la maternidad, lo hacen con la intención de apoyar a sus hijas y por el gran amor que le tienen a sus nietos.
Desde hace cinco años la señora Olga se hace cargo de sus dos nietos. Su hija se separó de su esposo y, desde entonces, al no contar con pensión alimenticia para sus hijos por parte de su expareja, tuvo que dejar a sus hijos desde muy pequeños al cuidado de su abuela para poder trabajar.
"Ellos están muy acostumbrados a estar conmigo ya. Es como ser mamá otra vez, cuando son chiquitos es cansado porque uno ya no tiene la misma energía", dijo la señora.
Eulalia también se hace cargo de sus dos nietos porque su mamá se fue a buscar "el sueño americano". Trabaja en Estados Unidos en temporadas porque con lo que ganaba aquí no les alcanzaba, tiempo en el que "encarga" a sus hijos con la abuela. "La primera vez el más chiquito tenía cuatro meses y lloraba noches enteras porque quería pecho. Poco a poco se fueron acostumbrando", manifestó.
